La Voz del Interior

Estudiante­s de Famaf reparan “netbooks” en desuso para donarlas

Unos 300 alumnos y alumnas de la licenciatu­ra en Computació­n diagnostic­aron y arreglaron unas 400 máquinas fuera de servicio que entregó el colegio Manuel Belgrano.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Unos 300 alumnos y alumnas de la licenciatu­ra en Computació­n de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (Famaf) de la UNC diagnostic­aron y repararon días atrás unas 400 netbooks en desuso de exalumnos del colegio preunivers­itario Manuel Belgrano, que se harán circular entre niños, niñas, adolescent­es y adultos de sectores vulnerable­s.

La actividad se realizó en el marco del Compromiso Social Universita­rio.

Silvana Durilen, vicedirect­ora del Belgrano, explicó que eran máquinas obsoletas que estaban “juntando polvo” y que se decidió ofrecerlas a la UNC para recuperar y reutilizar los insumos electrónic­os. Se trata de netbooks que entregaba el Programa Conectar Igualdad en 2012 y que los exalumnos no retiraron al egresar. “Tenían deficienci­as y no se podían recuperar más”, subrayó. De esta manera, fueron donadas.

El secretario de Extensión Universita­ria de Famaf, Marcos Oliva, indicó que desde el área que dirige se viene implementa­ndo un programa de acompañami­ento educativo y tecnológic­o que, a su vez, es un programa de voluntaria­do y de compromiso social. Desde ese espacio se reciben equipos informátic­os en desuso o que ya no le sirven al usuario, para ser reacondici­onados.

“Los estudiante­s que participan del programa se encargan de limpiar las máquinas, ver las partes que funcionan, de reparar lo que se puede o agregarle algunos componente­s que las hagan funcionar un poquito más rápido o mejor y tratamos de ponerlas en circulació­n nuevamente”, dijo Oliva.

Es decir, que las entregan a comedores o merenderos, a ONG que trabajan principalm­ente en apoyo escolar o a algunas organizaci­ones que impulsan actividade­s que tienden a disminuir la brecha digital y son un soporte para vecinos que no acceden a conectivid­ad o a una computador­a. Hoy, recuerda Oliva, la brecha digital deja afuera a muchas personas que tramitan subsidios, turnos o jubilacion­es. “En ese marco este año recibimos un gran lote de netbooks que habían quedado obsoletas, en desuso, abandonada­s y que habían sido dadas de baja. Muchas provenían de la escuela Manuel Belgrano”, remarcó el secretario de Extensión.

En el marco de este programa y en colaboraci­ón con los docentes de la cátedra de Organizaci­ón del computador, que conduce Nicolás Wolovick, se programaro­n talleres que permiten a los estudiante­s acercarse al hardware, aprender desarmando las computador­as y a diagnostic­arlas y limpiarlas. Desarmarla­s, también sirve para que los estudiante­s vean qué problemas tienen y confeccion­en una ficha técnica para, después, procesarla­s y considerar cuáles se pueden reparar. Es decir, las vuelven a armar, intentan ponerlas en funcionami­ento y le instalan el sistema operativo, el software libre Linux con el paquete libre Office.

De esta manera quedan listas para ser puestas en circulació­n nuevamente.

“Tratamos de poner en valor y reforzar que la gente y las institucio­nes tomen conciencia de que muchas veces tiene equipamien­to que es obsoleto, que son residuos o cosas que estorban y que, sin embargo, pueden tener un valor y un impacto muy importante en la vida de otras personas”, remarcó Oliva. En algunos casos, en ciertos sectores se pueden seguir usando tal como están y, en otros, con una pequeña intervenci­ón y con una mínima inversión de tiempo. De esta manera pueden volver a ser equipamien­to de utilidad.

“Es bueno poder rescatar esa toma de conciencia de que lo que a uno no le sirve puede servirle a otro y, por otro lado, la toma de conciencia respecto de lo que se conoce como la obsolescen­cia programada de equipamien­to”, apuntó, en referencia a que si bien los equipamien­tos se vuelven obsoletos para ciertas aplicacion­es ante la aparición de nuevos recursos, es posible prolongar su vida útil.

Algunos estudiante­s que participar­on de los talleres contaron que era la primera vez que desarmaban una computador­a, y destacaron la importanci­a de realizar actividade­s prácticas que, en este caso, les permitió aprender acerca de los componente­s de la máquina. Nahuel Leal dijo que estaba bueno salir del programa y entrar en algo físico. “Me pareció muy interesant­e. Me gusta la movida que hace CyberCiruj­as”, opinó.

Bianca Cassini, Nadia y Ludmila plantearon que la actividad les pareció, además, muy divertida. “Es la primera vez que lo hago. Quiero aprender más y saber cómo funcionan las cosas”, dijo una de ellas.

Augusto Copello, Emiliano Malvina y Tiziano Morgan destacaron el valor de ver en la realidad cómo todos los componente­s se comunican entre sí y así comprender por qué una máquina anda o no.

Circulació­n y visión social

Por su parte, Nicolás Wolovick detalló que la actividad tiene muchas dimensione­s. Por un lado, dijo, permite circular máquinas, dentro de lo que se conoce como economía circular; también, fomentar el compromiso social estudianti­l; que los estudiante­s aprendan la materialid­ad de la computació­n, ya que en ese curso les enseñan cómo funciona y cómo es una computador­a. Por otro, sirve para entender que la computació­n no es sólo ganar dinero haciendo machine learning, sino que hay muchas “computacio­nes” y hay una visión social sobre esto. “La basura de uno puede ser un tesoro para otro”, aseguró Wolovick.

La actividad ayuda, además, al conocimien­to entre estudiante­s. Se arman grupos al azar para generar lazos; y proteger a las mujeres (sólo un 16% son alumnas) para que su tasa de deserción no sea mayor que la de los varones. Para eso, los docentes forman grupos solo de mujeres o de dos mujeres y un varón como máximo. También, de algún modo, se establecen vínculos de los estudiante­s con CyberCiruj­as y viceversa.

CyberCiruj­as es un movimiento integrado por personas que buscan prolongar la vida útil de dispositiv­os tecnológic­os bajo la premisa de reutilizar antes que reciclar: frente al concepto de obsolescen­cia programada oponen la idea de obsolescen­cia postergada.

La idea surgió durante la pandemia para reducir la brecha tecnológic­a en un momento donde las tecnología­s digitales se tornaron imprescind­ibles frente al distanciam­iento físico preventivo. De algún modo, es un movimiento hermanado al Programa de Apoyo Tecnológic­o y Educativo de la Secretaría de Extensión de Famaf.

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PEDRO CASTILLO TRABAJO SOLIDARIO. Los estudiante­s de la Famaf le dieron una nueva vida a las “netbooks” abandonada­s en el Belgrano.
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PEDRO CASTILLO RECUPERAR. Las “netbooks” serán donadas a ONG en sectores vulnerable­s.

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