Final amargo
Antes de posicionarme en contra, debo decir dos cosas. Una, esta nota contiene spolier. Dos, reconozco que disfruté Shōgun desdesuestrenoyme encargué de recomendarla. La serie me despertó una cierta fascinación por conocer más detalles del Japón feudal en la época de guerras y samuráis.
Cada capítulo es un gran despliegue visual y narrativo que invita a adentrarse en la historia de Yoshii Toranaga, John Blackthorne y Lady Mariko. Quizás de manera errónea, me aventuré en compararla con la clásica Game of Thrones cuando veía la manera en la que los protagonistas negociaban políticamente cómo sería la sucesión del reino, en medio de la irrupción de la Iglesia católica y las coronas europeas.
Esperaba que luego de traiciones y disputas de poder, se libere una guerra emocionante (en pantalla) para ver el destino del enfrentamiento entre Toranaga y los regentes. Imaginé un final cara a cara entre el líder e Ishido, una posible “Batalla de bastardos” que no sucedió.
Más allá del deseo de un simple espectador, no se liberó ninguna gran batalla, hecho que se insinuó durante toda la temporada. Entonces, la serie definió un final resolutivo y vacío.
Es que en cada episodio se construyó una épica a través del teje y maneje de Toranaga, quien movía voluntades en nombre de la protección de su feudo. En tanto, tras varias caídas, la guerra parecía inevitable y, al igual que el “Anjin”, muchos esperábamos venganza contra Ishido y los regentes.
Pero Toranaga, en su ajedrez, ideó convertirse en Shōgun desde el principio, con la paz de su gente como misión final. Ninguno de sus aliados (que sacrificó en los mejores momentos de la trama) era consciente del alcance de su plan. Todo esto lo hizo con el “Anjin” como comodín o catalizador para generar discordia y pequeños enfrentamientos. Finalmente, el heredero retiró sus tropas y no hubo tal guerra.
Y esta es la razón por la que Shōgun no nos brindó lo que muchos esperábamos: una épica batalla con miles de extras que culminase la serie de manera épica. Para mí, el final atentó contra la excelencia de la serie.
Nicolás Lencinas nlencinas@lavozdelinterior.com.ar