La Voz del Interior

Un muy buen comienzo

- Enrique Vivanco evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

La de estos días refleja la productivi­dad de los dos grandes de Córdoba, que no hace más que sostener la lenta pero segura evolución.

De a poco, como pidiendo permiso, pero con autoridad, el festejo cordobés se ha ido expandiend­o por Sudamérica. Nuestra cadencia tan particular al expresarno­s, nuestra tonada tan caracterís­tica se ha escuchado en forma de canto hecho aliento, tras el prometedor comienzo de Talleres y de Belgrano en los máximos torneos de clubes en esta parte del continente.

Celebraron celestes y albiazules en Bolivia y en Chile, como antes lo habían hecho en Ecuador. Esta última semana consiguier­on triunfos claros, sin polémicas y hasta cierto punto sorpresivo­s, por la facilidad con que llegaron al final de sus partidos.

Les sobró paño para envolver esos regalos a sus hinchas. Los albiazules vencieron a Cobresal por dos goles de diferencia, dejando pasar los minutos en el segundo tiempo, demostrand­o su contundenc­ia en la red y la plusvalía que encuentra Walter Ribonetto en Ramón Sosa y en Rubén Botta.

Fueron dos goles que pudieron ser más, ante un equipo que había mostrado coraje y sacrificio para aguantar un empate casi hasta el final ante San Pablo, en el mismo Morumbí, y que se perfilaba peligroso por su misma necesidad de ganar para no quedarse sólo en el camino.

Pero no hubo sobresalto­s. O sí. Como cuando luego del gol de Mantilla volvió a demostrar sus distraccio­nes en la marca, sobre todo en pelotas aéreas, lo que le costó un gol, luego anulado por posición adelantada. Talleres es peligroso. Cuando ataca intimida. Pero no brinda esa imagen de seguridad que lo hace vulnerable en cualquier circunstan­cia o momento de un partido y que no garantiza un resultado positivo sólo hasta cuando el árbitro lo termina.

La respuesta de Belgrano, con distintos matices, también es elogiable. A poco de asumir, y de no temblarle el pulso al sacar piezas importante­s del tablero, Juan Cruz Real vio como de la estructura a la que pensaba darle su propio diseño, se le caían parte de sus principale­s soportes.

Más de un hincha pensó en un declive, ayudado por el pasado reciente que no ofrecía buenas imágenes de la Copa de la Liga. Del terreno yermo que podría haberse convertido el futuro en Alberdi surgieron respuestas firmes, no paliativas, frutos de los cultivos en Villa Esquiú y de una renovada respuesta de jugadores que levantaron notoriamen­te su nivel de juego. En Franco Jara y Gerónimo Heredia o Mariano Troilo podría resumirse ese límite de veteranía y juventud que lo instalaron en este buen presente.

A propósito: ya se disputó la mitad de la fase de grupos en los dos torneos. Talleres es el líder del suyo, con siete puntos. Debe jugar de local ante Barcelona de Guayaquil y Cobresal y visitar a San Pablo. Dos buenos resultados en el estadio Kempes alargarían su viaje en el certamen. Belgrano tiene el mismo recorrido que los de barrio Jardín. De local jugará con Delfín y Real Tomayapo, tras lo cual viajará a Brasil para cerrar la fase inicial con Internacio­nal. Dos triunfos en el estadio Kempes no le exigirían empatar o ganar en Porto Alegre.

Los resultados marcan la realidad. Lo que antes resultaba muy difícil, casi imposible, ahora está más al alcance de la mano. La de estos días refleja la productiva inserción de los dos grandes de Córdoba, que no hace más que sostener la lenta pero segura evolución del fútbol de esta provincia en los últimos años.

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FOTOBAIRES CELEBRACIÓ­N. La del Pirata, en Bolivia. También la tuvo Talleres en Chile.
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