La Voz del Interior

“Después de Un buen día”: una historia de película

Néstor Frenkel reconstruy­e el consumo irónico despertado en torno al filme de culto “Un buen día” junto a su singular trasfondo.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

La expresión de que la realidad supera a la ficción alcanza visos múltiples y fascinante­s en Des

pués de Un buen día, nuevo documental de Néstor Frenkel. Siempre concentrad­o en fenómenos y personajes marginales, insólitos y paradojale­s, el director se ampara en una catastrófi­ca película devenida objeto de culto para construir una fábula desopilant­e.

El drama romántico Un buen día, filme en el que estuvo implicada la familia Del Boca junto con el guionista Enrique Torres (pareja de Anabella y cuñado de Andrea), hizo agua en la cartel era en su estreno en 2010 con una recepción crítica negativa, aunque de ningún modo indiferent­e: no faltaron quienes la declararon “la peor película de la historia del cine”.

Ese fulgor bizarro fue suscitando con los años un inesperado fanatismo en torno al largometra­je, que se volvió hito del consumo irónico sobre la base de homenajes, proyeccion­es a sala llena, memes de los protagonis­tas Aníbal Silveyra y Lucila Polak (novia argentina de Al Pacino durante muchos años) y la inmortaliz­ación de frases como “El tiempo es todo el tiempo”.

Frenkel registra ese “después” como un triunfo épico que da vuelta todas las nociones asociadas al éxito y al fracaso, así como a lo que se considera una buena o una mala película. La reacción enfebrecid­a de la platea ante Un buen día no puede ser solo de orden “irónico”, y quizás esa adicción genuina que despierta interpreta­ciones forzadas y el surgimient­o de una mitología más rica que el original sea aún más extraña que la existencia del filme propiament­e dicho.

Por supuesto que los temas de Después de Un buen día no son nuevos: ahí está el canónico artículo de J. Hoberman sobre las “películas malas”, las leyendas de Ed Wood y la de Tommy Wiseau que rescata The disaster artist: obra maestra y los premios Razzies a lo peor del cine estadounid­ense. “Quiero el premio al peor actor de la historia”, dice un Silveyra ya resignado a ser una celebridad del hazmerreír.

Laclavede Un buen día hay que encontrarl­a en Enrique Torres, en cuya vida Frenkel se detiene en el “antes” de su relato. Jugador de Chacarita, periodista de chimentos, editor pornográfi­co en el “destape” español, Torres fue un perpetuo “busca” que se convirtió en requerido escritor para la televisión tras casarse con Anabella del Boca, para cuya hermana actriz creó sucesos como Celeste, Antonella y Perla negra.

Devoto de Hollywood, Torres terminó viviendo junto a su familia en las colinas de California, sitio paradisíac­o donde fue gestada Un buen día. Ese submundo kitsch que incluye al exactor de musicales Silveyra es la dimensión paralela de la que aterrizó Un buen día, ovni transgreso­r de las reglas de un cine adormecido.

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CAPTURA DE PANTALLA JUNTOS. Aníbal Silveyra y Lucila Polak en la película original.

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