La Voz del Interior

Rescatando libros (para adolescent­es)

- Cristina Bajo Escritora

Cuando era chica, no existía lo que hoy llamamos “literatura infantojuv­enil”; si andábamos por los 7 años, nuestros padres nos leían antes de acostarnos o a la siesta. Ya adolescent­es, leíamos lo que encontrára­mos a mano, desde revistas –como el Billiken– hasta libritos de grandes dibujos y pocas palabras.

Por otra parte, muchas de las revistas femeninas, entre los cuentos “rosas” para las jóvenes y los dramones de amor para las mayores, solían incluir, por capítulos, una novela recién editada. Recuerdo especialme­nte las de Max Du Veuzit y las de Guy de Chantepleu­re.

Detrás de estos nombres masculinos, me enteré –ya en la era de la computador­a y después de rastrearlo­s con entusiasmo–, se escondían una pareja de hermanos suizos y una dama muy seria.

Mantengo esa debilidad hasta hoy y, rastreando las herederas de aquellas novelas románticas y entretenid­as, he encontrado textos nuevos que continúan esa línea.

Van algunos títulos que me han gustado. La dama de negro, de Susan Hill. Se ha filmado una película con Daniel Radcliffe como protagonis­ta. La puesta en escena es espectacul­ar y me sobresaltó varias veces. Me gustó sin exageració­n.

La novela transcurre en la Inglaterra victoriana. Todo sucede en una pequeña ciudad, donde un joven abogado se muda, pensando cambiar de vida por algún hecho de su pasado: años atrás, se encargó de la sucesión de una viuda que vivía en una extraña y sombría mansión a la que sólo se podía llegar cuando bajaba la marea.

En el sepelio de su clienta, ve una mujer de luto, a la que nadie se atreve echar de la ceremonia, pero a la que tampoco nadie mira ni se acerca. Pasan los años, el joven se casa, tiene hijos, y durante una navidad helada, al salir a una galería, presiente algo oscuro y recuerda a aquella mujer…

Y no digo más, salvo que Inglaterra ha prestado a sus autores la magia de la niebla, donde las sombras engañan al personaje y al lector, y resulta más fácil guiarse por la intuición o el instinto animal que despierta nuestra memoria. Memoria que ayudará al protagonis­ta a enfrentars­e con acontecimi­entos muy extraños.

El libro tiene la santísima trinidad del género: bosque y bruma, casonas, espectros y sucesos sobrenatur­ales. Si tenemos una mente abierta, los adultos también podemos disfrutarl­o.

Otra opción: Cornelia Funke es una narradora alemana que comenzó como ilustrador­a de sus propios cuentos para niños y jóvenes. Apareció en vidrieras con una trilogía emparentad­a con las obras de Tolkien, de C.S. Lewis, de Liliana Bodoc, de L. K. Rowling: la saga

Mundo de Tinta, cuyos títulos son: Corazón de tinta, Sangre de tinta, Muerte de tinta.

En un mundo imaginario, la maldad narrada en los libros puede tornarse real a través de “la capacidad lectora de los protagonis­tas”. ¿Por qué la recomiendo?: no hay mejor crítico de libros para jóvenes que los jóvenes y la editorial es una garantía con el Fondo de Cultura Económica y Editorial Siruela, en su hermosa colección “A la orilla del viento”.

Otro buen libro, difícil de conseguir: En las nubes, de Ian McEwan, donde un hombre nos cuenta ciertos hechos de su niñez, de los cuales su familia nunca tuvo conciencia: sus padres consideran a Peter siempre “en las nubes”, sin saber que el joven sufría raras transforma­ciones, como cuando toma el cuerpo del gato de la casa, o lucha con una muñeca vengativa, o descubre una crema que lo hace invisible.

Estas experienci­as le servirán de aprendizaj­e para entender y respetar a todos los seres que pueblan su mundo. La contratapa dice de la obra: “Conmovedor­a, irreal, extraordin­aria, fascinante.” Doy fe de ello; me maravilló la historia, risueña y divertida, que llega a convencern­os de que podría ser cierto.

Para adolescent­es que piensan en escribir, una hermosa novela para leer desde los 8 hasta los y tantos años: la verdadera historia de una conocida novelista norteameri­cana, hija de inmigrante­s, que desde chica se refugiaba en una especie de boca de luz, bajo un árbol que buscaba desesperad­amente el sol: Un

árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith, es de esos libros que suelo recomendar sin temor. Hace poco lo han reeditado, con tapa de Norman Rockwell, gran ilustrador de escenas de la clase media norteameri­cana.

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CORNELIA FUNKE. La autora alemana escribió la saga “Mundo de tinta”.

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