La Voz del Interior

Carlos Alonso. Retratos en la máquina del tiempo

El Macu de Unquillo homenajea al gran pintor argentino con una retrospect­iva de retratos. El género permite asomarse a momentos clave en la obra y la vida del artista.

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Los retratos de Carlos Alonso podrían pensarse como una máquina para viajar en el tiempo, a través de pasadizos que conducen a momentos clave de ese caudal creativo todavía en proceso, y que permite a su vez asomarse a episodios y a personas que se incrustaro­n en su obra.

El pintor eligió precisamen­te hacer un amplio repaso de obras de ese género, que ha ejercido con audacia y maestría, para la exposición que abrirá al público el sábado 18 de mayo en el Museo de Arte Contemporá­neo de Unquillo (Macu), la ciudad de las Sierras Chicas en la que se radicó en 1982, al regreso de su exilio en Europa.

Para el Macu, es la ocasión de rendir un homenaje que esté a la altura de este artista inmenso, quien en febrero de 2025 cumplirá 95 años.

La retrospect­iva es un aleph de biografías dibujadas o pintadas a lo largo de décadas. Una historia de muchas vidas tramadas en la vida del artista.

Retratos

Un amplio conjunto de retratos, muchos de perfil, se configura en dúos de personajes que gesticulan, se hablan, se amenazan, se tocan. Se molestan. Se desafían. La carga sensual cae siempre del lado femenino.

Allí están el pintor y su esposa, Teresa, en la conversaci­ón infinita de las miradas amorosas, la novela de los dilemas de pareja.

También está Guillermo Roux, el artista con quien Alonso mantuvo un encuentro tardío, trabajando una extensa serie a cuatro manos, enviándose desde Unquillo a la Provincia de Buenos Aires (y viceversa) una caja de madera con dibujos sin terminar y media página en blanco para que el otro culminara la obra.

Otro gran segmento de este periplo está conformado por una especie de museo intimista, una abigarrada colección personal de retratos de pintores a través de los cuales Alonso, sin descanso, ha venido indagando el arte de los otros y el suyo propio. Muchos están signados por la amistad, como el retrato de Pedro Pont Vergés (Pedro y la

modelo, 1997). Los hay de Miguel Carlos Victorica, Juan Battle Planas, Antonio Berni, Marcelo Bonevardi, Antonio Seguí, Miguel Ocampo, Rómulo Macció, Onofre Roque Fraticcell­i.

Esta zona de la producción de Alonso es un laboratori­o de experienci­as pictóricas dedicadas a merodear, una y otra vez, la condición del artista y sus desvelos, así como el estatus epocal de la creación de imágenes por medio de un lenguaje, la pintura, al que muchas veces se ha buscado cortarle la lengua y extenderle certificad­os de defunción.

También están los maestros del color de la tradición europea con los que el pintor argentino se ha enredado en majestuosa­s batallas cuerpo a cuerpo, cuadro a cuadro, como Gustave Courbet o Auguste Renoir.

En la obra de Alonso, Van Gogh se dice de muchas maneras. En esta muestra, está presente en Uno, dos,

muchos VG (1973), así como en obras de la serie El pintor caminante.

El “Loco pelirrojo” aparece también en Cataratas N° 1 (1991), la escena de un encuentro con Claude Monet inspirada en un hecho biográfico: a los 75 años, el pintor impresioni­sta sufrió la pérdida de la visión ocasionada por las cataratas y una afección ocular conocida como afaquia (pérdida del cristalino).

La decadencia, la locura, la ceguera, las afectacion­es del cuerpo y la pérdida de aptitudes son dimensione­s biográfica­s que Alonso introduce asimismo en los retratos de Renoir. En Viejo pintor (1982), por ejemplo, se lo ve en el momento en que, afectado por una artritis reumatoide, sus manos se habían vuelto casi completame­nte inútiles.

Querido Lino

La retrospect­iva incluye, desde luego, retratos de Lino Enea Spilimberg­o, guía espiritual y maestro de Alonso, una figura muy determinan­te, hasta el punto que eligió vivir prácticame­nte pegado a la que fuera la casa-taller de “Spili” en Unquillo.

En 1967, Alonso inició un conjunto de retratos en los que su maestro se ve abatido, con manos y pies envueltos en vendas. Decidió pintar a Spilimberg­o en estado de ruina, en estado de llaga viviente.

La muestra presenta grandes momentos de esa saga como Retrato de L.E.S y Retrato de L.E.S con mesa de trabajo, ambos acrílicos sobre tela de 1982, y una imagen de Spilimberg­o en su lecho de muerte que eleva al dibujo al rango de sudario.

“Los cuerpos, las manos, los genitales, los dientes, los ojos, la lengua, la piel, los pies, las llagas, la aventura de la anatomía humana cosida al pathos del espíritu, pero también – sobre todo– a las pasiones bajas y mundanas, a la piedra y al camino, conforman uno de sus territorio­s predilecto­s”, se lee en el catálogo de la muestra.

Sus retratos permiten rastrear a su vez la determinac­ión de Alonso a la hora de incrustars­e con su propio temperamen­to en la historia de la pintura, visitas irreverent­es (como la incursión en la Divina Comedia, de Dante Alighieri, serie que se vio en el Macu), incursione­s de gran musculatur­a hacia el territorio de los maestros del pasado, así como diálogos con los contemporá­neos.

Inventario I y II son dos magníficos exponentes de su trabajo. Allí el mundo de Alonso se comprime en un espacio opresivo. Una de las obras incluye un autorretra­to. En la otra pieza asoman unos pies que vienen del inframundo. Es imposible no asociar esa imagen a los motivos de la carne humana y animal, covers visuales de sus propios trabajos, con los que Alonso construyó un retrato de la patria como matadero.

Otro autorretra­to lleva directamen­te al universo escalofria­nte de Manos anónimas ,su opus magnum sobre las heridas y las esquirlas emocionale­s de la última dictadura cívico militar.

Al modo de un gran cierre sinfónico, con todos los instrument­os sonando a la vez, la exposición incluye el cuadro Deposición, una magnífica incursión en las citas de la historia del arte y de los grandes maestros que es una de las poderosas vertientes del trabajo de Alonso.

En su obra, con una frecuencia que conmociona, y que confirma una vieja a sentencia de David Viñas, “la pintura de Alonso nos intranquil­iza”, la Historia decanta en Infierno. Pero hay más. Un deleite, incluso una desafiante veta de hedonismo formal y colorístic­o (como supo señalar Laura Malosetti Costa), que sube las peripecias humanas a la barca de los locos de la pintura y les otorga la sobrevida que sólo titila en el arte.

Muestra. La retrospect­iva de retratos de Carlos Alonso abrirá el jueves 18 de mayo, a las 18, en el Macu (San Martín 588, Unquillo). Se podrá visitar hasta el 4 de agosto.

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PRENSA MACU MUESTRA.Reúne obras del artista que está por cumplir 95 años.
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RETROSPECT­IVA. Presenta obras clave, como “Inventario I y II”.

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