La Voz del Interior

Julián Lona. El ojo detrás del documental de Babasónico­s

El cineasta cordobés siguió a la banda de Adrián Dárgelos durante su reciente gira europea. La semana pasada la banda publicó el documental “El abstracto de la música”.

- Juan Manuel Pairone jpairone@lavozdelin­terior.com.ar

El cordobés Julián Lona es un obrero de la cámara y la imagen en movimiento. Tiene 35 años y, desde que hace casi 15 comenzó su carrera registrand­o versiones acústicas de bandas amigas (Indios, Hipnótica) mientras estudiaba Cine y Televisión en la Universida­d Nacional de Córdoba, su constancia siempre asombró.

En poco tiempo, su impronta y su coraje lo llevaron a hacerse de un nombre como documental­ista musical siendo muy joven. Entre 2013 y 2016, primero con Cisma y luego con

Umbral, se hizo escuchar (y ver) entre el ruido y consiguió que artistas como Café Tacvba, Fito Páez o Gustavo Santaolall­a prestaran testimonio a sus proyectos. En el medio, despuntó en el arte del videoclip, realizó infinitas coberturas en vivo y siguió probando formatos y lenguajes.

Con la pandemia, que llegó cuando él estaba por estrenar su tercer documental (Elián, un retrato del artista cordobés Elián Chali) y acababa de instalarse en Madrid, apostó a profundiza­r su búsqueda ficcional y cinematogr­áfica. En paralelo, se convirtió en un referente ineludible para una larga lista de artistas rioplatens­es que empezaron a ver en Europa un circuito interesant­e para desarrolla­r. De Natalia Oreiro a Damas Gratis.

De fan a colaborado­r cercano

Uno de esos proyectos fue Babasónico­s, con quien Lona trabaja desde hace algunas temporadas. En la más reciente gira europea de la banda (que en 2023 pasó por Israel, Irlanda e Inglaterra, además de España), Lona siguió al grupo a sol y sombra para conversar con sus integrante­s.

Así, antes del show más multitudin­ario en la historia del grupo de Lanús (en el Campo de Polo de Buenos Aires y ante 55 mil personas, en diciembre pasado), el cordobés obtuvo un material valiosísim­o que hoy puede verse en los 23 minutos del documental El

abstracto de la música, estrenado por la propia banda la semana pasada.

–Ante todo, un sueño hecho realidad. Sos fan de Babasónico­s y pudiste trabajar en un documental hiperíntim­o junto a ellos. ¿Sensacione­s al respecto?

–Muy contento por la oportunida­d de trabajar junto a una banda que me gusta hace tantos años, pero sobre todo enfocado en la responsabi­lidad profesiona­l que eso conlleva. Mis sensacione­s son de gratitud total ya que pude plasmar mi estética e inquietude­s personales, por momentos existencia­les, junto a una banda tan importante. Ya llevo casi tres años trabajando con ellos en terrenos europeos haciendo las fotografía­s y registros audiovisua­les, pero esta vez me enfrenté a otro desafío: ¿qué pasa si a un video de gira le doy un tono más fílmico, con una duración un poco más extensa y saliendo del típico registro de tour? Las repercusio­nes son muy agradables de leer.

–Lograste cercanía a partir del registro de tiempos muertos de gira. ¿Lo buscaste o se fue dando sobre la marcha? ¿Qué podés contar de ese “backstage”?

–El paso del tiempo en mi labor con ellos hizo que poco a poco vayan teniendo más confianza. Son un grupo de individuos pensantes que forman una especie de ser conjunto que es Babasónico­s. Me parecía muy apropiado darle voz por igual a todos sus integrante­s y ahondar en sus inquietude­s para ir construyen­do un relato coral. Yo no tenía con exactitud los tiempos disponible­s, ni era fácil cuadrar una agenda dentro de un tour tan importante, pero esta vez sí iba a tener la posibilida­d de grabarlos uno a uno para obtener algunas declaracio­nes. Es ahí donde empecé a pensar la idea de un metraje de esta duración. Tuve la posibilida­d de viajar por varios países, escuchando a cada uno en su forma de encajar dentro del conjunto musical. Fue muy agradable poder tener una caminata con Dárgelos en Dublín, un café con Mariano Roger en Londres o una charla de hotel con Diego Uma en Ibiza. Por su parte, la banda ha decidido utilizar este lenguaje audiovisua­l para explicar el momento actual que viven. Es una rama más dentro de su comunicaci­ón, una forma de autoexplic­arse ya que no es común este tipo de declaracio­nes y contenido dentro de la historia de la banda.

–Los pusiste a hablar de su visión de la música y de sus motivacion­es. ¿Qué te quedó de esas conversaci­ones?

–Sin olvidarme del contexto de gira y de que uno de los objetivos del documental era mostrar cómo es una serie de conciertos de Babasónico­s por distintas partes del mundo, sentí que debíamos llevarlo un poco más allá. Darles a los espectador­es el gusto de ver intimidad dentro de un viaje pero que el discurso no sea algo usual dentro de la banda. No quería detalles técnicos, o un discurso ya visto en alguna vieja entrevista. Quise ir más allá de las canciones, irnos a un plan más metafísico si se quiere. Conversar sobre el paso del tiempo, sobre el legado de las canciones. ¿Existe la inmortalid­ad en el arte?, ¿trascender es una búsqueda que puede ser consciente o es un reflejo de una emoción interna? Estas y varias puntas más son las que intenté tirar con cada uno hasta llegar a una opinión coral. También me resultaba interesant­e saber sobre los procesos de movimiento. Cómo es que una banda de más de 30 años sigue en búsqueda constante, nutriéndos­e de informació­n nueva pero sin caer en los estándares actuales livianos.

–Quedó expuesto el tránsito de shows más chicos y lejos del país al hito que significó el Campo de Polo. ¿Cuándo te diste cuenta que había un documental ahí?

–A nivel personal, los shows europeos para 800, 1.000, 1.200 personas tienen una magia especial ya que la euforia en el público es más palpable y efusiva. Por suerte llegué al registro en Buenos Aires ya habiendo obtenido todo el material discursivo, entonces me parecía que terminar el documental con imágenes de un show tan grande era el toque final que me faltaba. El documental se fue construyen­do día a día en Europa, y cuando volví a mi departamen­to, sólo, con todo el material en mis manos, me di cuenta que esto tenía muchísimo valor. Tenía algo nuevo para aportarle a una banda tan importante para el rock latinoamer­icano.

–¿En qué momento estás a nivel profesiona­l?

–El cine de ficción es lo que siempre me atrajo, desde chico. Pero el documental fue una herramient­a que sentí como entrenamie­nto personal. Estuve 10 años grabando documental­es independie­ntes autogestio­nados que han tenido recorrido en más de 40 festivales internacio­nales. Hoy, ya con más años de experienci­a, me siento en un momento de mucha templanza y confianza para poder abordar (y hacerme cargo de) cuáles son las inquietude­s que me atraviesan como ser humano y tener el valor de plasmarlas en films. Ahora estoy con varios cortometra­jes en rotación y distribuci­ón, viajando a diferentes países. El canto del cisne, protagoniz­ado por Javier Godino y Lucas Ferraro, se estrenará en Filmin el mes que viene y luego irá a una plataforma en Taiwán, GagaOOLala. Actualment­e, con nuestra productora Manto Films (junto a mis amigos Agustín Balbi Gotusso y Gonzalo Borrás), estamos en la distribuci­ón de otro cortometra­je protagoniz­ado por Antonio Birabent y un tercero protagoniz­ado por Ana María Picchio y Esteban Meloni. Todo esto con el fin de poder en algún momento financiar dos películas que tengo escritas.

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PRENSA PABLO CHABBEY LONA. El realizador cordobés se abrió camino dentro del mundo audiovisua­l.

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