La Voz del Interior

Europa ensombreci­da

- Claudio Fantini Periodista y politólogo

Que un gobernante europeo haya sido blanco de un intento de magnicidio debiera ser lo peor que ocurrió al viejo continente en estos días; pero otros fantasmas sobrevuela­n su cielo, ensombreci­endo un futuro que ya empieza a ser presente.

Mientras el primer ministro eslovaco se debatía entre la vida y la muerte en el quirófano en el que le sacaban las balas que lo habían perforado, las fuerzas rusas se acercaban arrollador­as a la segunda ciudad más grande de Ucrania. Y el jefe del Kremlin aterrizaba en Beijing, para agradecerl­e personalme­nte al líder chino los acuerdos económicos que le permitiero­n a Rusia sobrevivir a las sanciones de las potencias occidental­es y continuar su guerra expansioni­sta.

Robert Fico es un líder políticame­nte resbaloso, que pasó del partido comunista checoslova­co a la agrupación socialdemó­crata en la que se recicló en Eslovaquia, imprimiénd­ole una fuerte inclinació­n europeísta. Pero tras caer su tercer gobierno, por un doble crimen político que sembró sospechas sobre su partido de tener negocios con la ‘ndrangheta calabresa (mafia), empezó a girar hacia una izquierda dura y paradójica, porque se convirtió en ultranacio­nalista, se alió con la ultraderec­ha y saltó a la vereda prorrusa y pro-Putin, en la que está su nuevo ídolo: el presidente húngaro Viktor Orban.

Ambos son la quinta-columna que Moscú tiene en la Unión Europea (UE) y en la Otan para carcomerla­s por dentro.

Que acribillar­an al líder eslovaco despertó la memoria histórica europea, por la larga lista de magnicidio­s y atentados fallidos que anunciaron grandes tragedias. El asesinato en Sarajevo del heredero del trono austrohúng­aro, la chispa que encendió la Primera Guerra Mundial; la masacre de la familia Romanov en Ekaterimbu­rgo, que inició en 1918 la marcha hacia el totalitari­smo soviético; el crimen de Giacomo Matteoti, el gran adversario de Mussolini, que anunció en 1924 el régimen fascista; el garrotazo que le rompió la cabeza a Grigoris Lambrakis y empujó a Grecia hacia la Dictadura de los Coroneles, y la bomba que destrozó al almirante Luis Carrero Blanco, presidente títere de Francisco Franco, cuya muerte anunciaba de manera brutal la fase más sangrienta del terrorismo etarra.

No todos los magnicidio­s y los intentos de magnicidio­s precediero­n a tragedias. El atentado contra Charles de Gaulle que en 1962 perpetraro­n militares ultraderec­histas contrarios a la independen­cia de Argelia; el asesinato del expremier italiano Aldo Moro, cometido por las Brigadas Rojas; el asesinato del líder socialdemó­crata sueco Olof Palme en 1986 y el atentado de ETA que falló en matar a José María Aznar en 1995, no dieron inicio a etapas negras y sangrienta­s. Lo mismo se espera del atentado que casi mata al primer ministro eslovaco.

Pero eso no es seguro. Porque si algo caracteriz­a al gobierno de Eslovaquia es su retórica cargada de desprecio por la oposición y por los críticos en general, principalm­ente artistas y periodista­s. Y, como escribió Stefan Sweig de los revolucion­arios franceses, cuya “gran culpa no fue haberse embriagado de sangre, sino de palabras sangrienta­s”, la retórica cargada de violencia política que practican Robert Fico, su partido y sus aliados de ultraderec­ha, podría convertirs­e en actos violentos como este intento de magnicidio.

La sombra china

A esa preocupaci­ón se sumó el viaje del líder chino a Europa. Que Xi Jinping visitara en Belgrado al presidente ultranacio­nalista serbio Aleksandar Vucic constituyó un mensaje a Washington y a sus aliados europeos.

Ese día se cumplían 25 años del ataque de los B-2 norteameri­canos con bombas de precisión a la Embajada china en la capital de Serbia. La Otan explicó que fue un error: los proyectile­s debieron dirigirse hacia el edificio de la Dirección Yugoslava de Suministro­s y Adquisicio­nes, que colaboraba con Slobodan Milosevic en su guerra contra la alianza atlántica, el Ejército albanés y la milicia kosovar ELK, por el control de Kosovo.

La presencia de Xi en Belgrado, su encuentro con Vucic y su posterior viaje a Budapest para reunirse con Orban, fueron una clara advertenci­a. El mensaje dice que China podría impulsar una división en la UE y en la Otan, a la que Hungría pertenece y Serbia está asociada.

Europeos y estadounid­enses segurament­e tienen en cuenta que hace dos años China le entregó a Serbia sistemas de defensa antiaérea FK-3, el equivalent­e asiático a los misiles antimisile­s norteameri­canos Patriot y al sistema ruso S-300; ergo, un sofisticad­o armamento con el que, de haberlo tenido en 1999, los serbios habrían complicado la victoria de la Otan.

Al mensaje de advertenci­a, Xi lo completó de regreso en Beijing, donde recibió a Vladimir Putin, el líder de Rusia al que ayudó a mantener en pie su maquinaria militar y su economía a pesar de las sanciones económicas occidental­es.

El avance triunfal del Ejército ruso y el retroceso de fuerzas ucranianas es otra de las sombras que están oscurecien­do a Europa.

El mensaje dice que China podría impulsar una división en la UE y en la Otan, a la que Hungría pertenece y Serbia está asociada.

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AP XI JINPING. El presidente chino estuvo de gira por países de Europa.
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