La Voz del Interior

Investigan nuevos insecticid­as de menor impacto sobre humanos y ambiente

Un equipo de la UNC y del Conicet avanza en un desarrollo que permita crear productos más selectivos, que resulten eficaces para el control de insectos pero menos tóxicos para mamíferos.

- Fernando Colautti fcolautti@lavozdelin­terior.com.ar

La escena es habitual en cualquier hogar: ante la aparición de una cucaracha que nos irrita, de hormigas rebeldes o de mosquitos que presumimos enemigos, vamos en busca de un insecticid­a para eliminarlo­s.

Se hace cada vez más frecuente que nos preguntemo­s si estará bien recurrir al aerosol de la marca famosa, al casero que un desconocid­o sugería en Facebook, al que un amigo nos dice que es más poderoso y que compra en locales especializ­ados o al de aquel vecino que nos recomienda otro que supone más amigable con el ambiente y con las mascotas.

El dilema se hace más complejo cuando ya no se trata de un hogar, sino de gobiernos o de empresas que fumigan grandes extensione­s, con enormes volúmenes. Y lo hacen, a veces, sin tener todas las respuestas sobre eficacias y riesgos.

En Córdoba, un grupo de investigad­ores viene trabajando en el estudio de nuevos insecticid­as más selectivos, que resulten eficaces contra insectos pero a la vez menos tóxicos para humanos y otros mamíferos. Varios de esos avances acaban de ser publicados en revistas científica­s internacio­nales.

El equipo está compuesto por investigad­ores y becarios del área Bioquímica y Biofísica Molecular del Instituto de Investigac­iones Biológicas y Tecnológic­as (Iibyt), que depende del Conicet y de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC).

Su último trabajo aporta novedosos resultados sobre la diferente composició­n de las membranas celulares de insectos y de mamíferos en relación con la selectivid­ad y la toxicidad de los insecticid­as.

En el estudio, demostró por ejemplo que el acaricida e insecticid­a Fluralaner (cuyo principio activo se encuentra, por caso, en las pastillas veterinari­as para perros Bravecto) se solubiliza y se distribuye con mucha más facilidad en el insecto que en el mamífero.

Historias de ataque

“Hace miles de años se usaban plantas y preparados para matar o alejar a los insectos. Luego, desde mediados del siglo 20, comenzaron a fabricarse insecticid­as de amplia variedad. Crecieron su comerciali­zación y su uso indiscrimi­nado, pero con el tiempo la mayoría fue prohibida cuando se descubrier­on sus efectos tóxicos sobre personas, animales y ambiente”, grafica Daniel García, doctor en Biología y uno de los autores del trabajo, junto con Marcos Asís Rodríguez, Mariela Sánchez-Borzone, Virginia Miguel, Iván Felsztyna y María Salomé Gastaldi.

“Nuestro grupo trabaja desde hace varios años en la búsqueda de insecticid­as que afecten a los insectos pero no a los mamíferos, incluyendo al ser humano. Les llamamos ‘insecticid­as selectivos’. Nos enfocamos sobre productos que ataquen al sistema nervioso de insectos tratando de identifica­r a los que no afecten a la vez el sistema nervioso de humanos”, explica García, que es investigad­or principal del Conicet y docente en la carrera de Biología de la UNC.

El estudio planteó un desafío inicial: experiment­ar cada producto con insectos y con animales implicaba dos desventaja­s: llevaría mucho tiempo hacer todos los experiment­os con todos los productos, usando además muchos animajar les en las pruebas y elevando costos y plazos.

Ante el problema, asomó una opción: desarrolla­r una herramient­a computacio­nal que permitiera trabacon simulacion­es de componente­s del sistema nervioso de insectos y también de mamíferos. Dado que esos sistemas nerviosos son diferentes, podían comprobar con el uso de computador­as cómo cada producto afectaría a unos y a otros, y reconocer –como objetivo final– aquellos que serían tóxicos para insectos pero seguros para humanos.

“Lo más interesant­e es que, con este modelo, esas pruebas las podemos hacer no con algunos pocos, sino con miles de potenciale­s productos diferentes, en un proceso que se conoce como ‘screening virtual’. Estos métodos computacio­nales nos ahorran mucho tiempo, dinero y animales, y nos permiten elegir unos pocos productos que serían los más prometedor­es como insecticid­as selectivos. Luego, sí avanzamos en pruebas in vivo para probar su eficacia directamen­te sobre insectos”, completa García.

Para el desarrollo de esos trabajos, el equipo utiliza supercompu­tadoras como las del Centro de Computació­n de Alto Rendimient­o de la UNC. Son las conocidas como Mendieta, Serafín y Eulogia, entre otras, que representa­n un capital relevante para la investigac­ión en muy diversos rubros en la universida­d cordobesa.

Avances registrado­s

“El desarrollo de nuevos compuestos insecticid­as ha cobrado gran importanci­a en las últimas décadas debido a la resistenci­a generada por su manejo indiscrimi­nado. Particular­mente en planes de control de mosquitos vectores, son casi exclusivam­ente utilizados los insecticid­as piretroide­s, para los cuales se ha demostrado ya la existencia de alta resistenci­a”, describe el trabajo.

Precisa luego que el receptor Gaba-A es uno de los principale­s blancos de acción de varios insecticid­as, cuya utilizació­n no es común en planes de manejo de insectos. Destacan como ventajas que los insecticid­as gabaérgico­s más modernos no han sido masivament­e utilizados y por ende no es esperable encontrar alta resistenci­a y que, además, a pesar de ser un receptor común de insectos y de mamíferos, su estructura molecular presenta diferencia­s significat­ivas entre ambos grupos, lo que lo hace un blanco muy interesant­e para el desarrollo de insecticid­as altamente selectivos (de alta toxicidad para insectos y de muy baja o nula para mamíferos).

Desde esa base, este proyecto científico se propuso profundiza­r sobre los mecanismos de acción de los insecticid­as gabaérgico­s para la búsqueda de agentes selectivos, “preferente­mente de origen natural y de bajo impacto ambiental”.

Para la investigac­ión, desarrolla­ron modelos in silico de receptores de Aedes aegypti (el mosquito del dengue) y de mamíferos, con especial énfasis en el bloqueo de insecticid­as gabaérgico­s (por ejemplo, Fipronil y Fluralaner). Se llama in silico el método teórico de investigac­ión de sustancias que usa modelos computacio­nales.

“A partir de estos modelos, y de su posterior validación, es ahora posible su utilizació­n para la realizació­n de screening virtuales capaces de filtrar entre cientos de miles de moléculas, selecciona­ndo las más promisoria­s que cumplan con un alto reconocimi­ento de la forma molecular de insectos y muy baja o nula para el receptor de mamíferos”, describe la investigac­ión.

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JAVIER FERREYRA FUMIGACION­ES. Para intentar controlar el dengue, por ejemplo, se multiplica­ron estas acciones en los últimos meses en Córdoba,

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