Pompeyo Audivert en “Habitación MacBeth”: trance de teatro
Se presentó en el teatro Real la primera función de este clásico de William Shakespeare, con una ovación para el protagonista.
Una sala a oscuras, con sus butacas repletas. El público, en silencio absoluto, se entrega a algo más que una pieza teatral. Lo que acontece en el escenario es una sesión de espiritismo. El médium es Pompeyo Audivert y la obra es Habitación MacBeth.
Se presentó el fin de semana pasado en el teatro Real con entradas agotadas, pero hay planes de que regrese en un par de meses.
El mismo Audivert ha señalado este unipersonal como una “experiencia mediúmnica-teatral”. Y está en lo cierto. Es que Audivert es aquí más que un actor, es una criatura líquida que sublima su materia en escena, al servicio de un clásico al que transforma en un cuerpo vital.
Macbeth, la tragedia de cómo un barón y su esposa urden planes oscuros para saltearse casilleros en el camino al poder, inspirados por los vaticinios de tres brujas, es señalada como una de las obras con más elementos sobrenaturales de William Shakespeare y, a la vez, como una de las más políticas. El retrato del poder por el poder es aquí inoxidable: la ambición, la traición, la conspiración y la debilidad del rey son verosímiles. Humanas y universales.
La inteligente adaptación de los textos originales permite que la propuesta sea asimilada enseguida. La ductilidad del actor permite que la escena parezca poblada por los siete personajes que encarna, en una especie de maratón interpretativa. Sin embargo, no se percibe una “mutación”, ni un pasaje de uno a otro: conviven todos en él, como un cuerpo ocupado por múltiples voces.
La puesta es austera, un lienzo despojado sobre el cual la música interpretada en vivo en el chelo por Claudio Peña crea las atmósferas dramáticas. La iluminación completa el trabajo, clave para enfatizar el perfil expresionista del rostro y maquillaje del actor. Algunos pocos elementos se suman (un espejo, una silla, un marco), apenas para apuntar espacios y roles. Lo necesario y justo. De las varias capas que tiene
Habitación Macbeth, hay al menos dos que se destacan: la manera en la que resuena en la actualidad el relato político de este texto de hace cuatro siglos; y la manera en la que la misma obra reflexiona sobre la actuación y la teatralidad: el ser y el parecer, la representación de nuestros espectros, el ritual al servicio del público.
“Para engañar al mundo, compórtate como él”, dice Lady Macbeth en el escenario. Y se recuerda entonces por qué este es un clásico.