Los animales de la granja

Los animals de la granja

- Escrito por Apolinar Moiche Ilustrado por Clara Gil

Érase una vez, cinco animales que vivían muy felices en una granja: el caballo, la vaca, la oveja, el cerdo y el pato. Los cinco eran muy amigos y les gustaba hacer cosas todos juntos. Un día decidieron ir al lago a pasar el día y a la mañana siguiente así lo hicieron. Salieron temprano, porque el lago estaba un poco lejos de la granja y durante el camino fueron cantando, jugando, descubrien­do muchos animales y plantas nuevos y disfrutand­o de los diferentes paisajes que se encontraro­n en el camino.

Mientras se acercaban al lago, el caballo, que llegó el primero, dijo:

-Yo, sólo voy a mojarme el cuerpo. No quiero mojarme ni la cabeza ni el cuello, porque si lo hago, las crines se me despeinará­n...

...y no me gusta estar despeinado.

Después llegó la vaca, y ésta dijo:

-Pues yo, me mojaré las patas, pero sólo por encima de los tobillos. No quiero mojarme la barriga porque como la tengo tan gordota, si me la mojo, me puedo constipar y no me gusta estar malita.

La oveja dijo:

-Yo sólo me mojaré las pezuñas. No quiero mojarme más porque como tengo tanta lana, si me mojo entera, tardará mucho en secarse y, además, me pesará mucho, y no quiero volver a casa con más peso, me cansaría demasiado.

El cerdo, que venía olisqueánd­olo todo y con muchas ganas de divertirse, dijo:

-Yo sólo me mojaré la cara, porque como soy un cerdo, me gusta tener el cuerpo sucio, sucio, sucio. Y se rio a carcajadas.

Al llegar el pato, miró a sus cuatro amigos, miró el precioso lago y dijo:

-Pues yo, primero voy a recorrer el lago nadando, después me zambulliré para saludar a mis amigos los peces y, por último, volaré por encima de vuestras cabezas para veros a todos desde arriba.

Y así lo hicieron.

Cada uno se mojó lo que quiso y todos disfrutaro­n de un soleado día en compañía de sus amigos.

Al llegar la tarde regresaron a la granja. Estaban cansados porque no habían parado ni un instante. Cuando llegaron a la granja, el granjero les estaba esperando con una cena deliciosa, lo que más le gustaba a cada uno de ellos. Antes de cenar se lavaron muy bien las pezuñas y las patas, y cuando terminaron la cena, se fueron cada uno a su cama a descansar. El granjero apagó la luz y les dijo:

-Buenas noches animalitos míos. Que descanséis y tengáis dulces sueños.

El granjero apagó la luz y antes de cerrar la puerta del establo, el caballo, la vaca, la oveja, el cerdo y el pato ya estaban soñando y descansand­o.

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