EL CULTO MARIANO Y LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN
Se denomina “culto mariano” a la veneración especial que la Virgen como Madre de Jesús merece. Así lo dice esta frase del Concilio Vaticano II, que representa el espíritu que ilumina a quienes sienten devoción por ella: “María, elevada por la gracia de Dios por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, como Madre de Dios Santísima, es honrada por la Iglesia con un culto especial, que difiere esencialmente del culto de adoración que se rinde al Verbo Encarnado, así como al Padre y al Espíritu Santo... Ese culto enteramente singular la Iglesia lo aprueba y favorece”.
María viene a buscarnos
El poder de la Madre de Jesús, figura femenina y protectora por excelencia, resguarda el corazón y nos da aliento. Desde el comienzo del cristianismo, la Virgen María se ha aparecido en diferentes lugares del planeta para comunicarse con los habitantes de la tierra y transmitirles mensajes.
Los testigos de estas apariciones de la Divina Madre han sido personas sencillas, de escasa preparación cultural y corazón simple y puro. En la mayoría de los casos, se trató de mujeres y niños, para quienes la experiencia no resultó fácil, sino traumática, como para Bernardita, la muchacha que vio a la Virgen en Lourdes y fue interrogada por las autoridades.
¿Qué quiere decirnos?
¿Por qué la Virgen trata de comunicarse con nosotros? Quizá, para advertirnos sobre los peligros que podemos correr si nos desviamos del sendero que nos conduce a la Luz. La Virgen se ha manifestado en diferentes lugares del planeta. Estas apariciones impulsaron diversos cultos marianos que llevan su nombre, según el sitio donde se la vio.
UNO DE LOS DEVOTOS CREYENTES EN LA VIRGEN MARÍA FUE EL PAPA JUAN PABLO II.