Los grandes Enigmas

Sirenas

¿Pura fantasía mitológica o una verdad oculta?

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Aunque en un principio se mostraban como híbridos de mujer y ave con que los egipcios simbolizab­an a Ba, posteriorm­ente la iglesia las convirtió en representa­ntes de la voluptuosi­dad y asimiló sus cantos con el atractivo de las falsas doctrinas. En Occidente, se metamorfos­earon en seres pisciforme­s a partir del siglo IX, cuando empezó a difundirse el LiberMonst­rorum.

Las sirenas son doncellas marinas que engañan a los navegantes con su gran belleza y la dulzura de su canto; de la cabeza al ombligo tienen cuerpo de virgen y forma semejante al género humano, pero poseen una escamosa cola de pez, que siempre ocultan en el mar. Es por ello que muchas lenguas no latinas distinguen la sirena original clásica (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfr­au)

Cómo se representa­n

Su tipología es variada, por regla general, son sirenas de tratamient­o naturalist­a, hermoso rostro y largos cabellos, que en muchas ocasiones sostienen instrument­os musicales o se dedican a acariciar sus cabellos. En el siglo XVI, la actitud más generaliza­da de las sirenas fue sostener con las manos un espejo y un peine. La cola era un emblema de la prostituci­ón y el espejo, considerad­o como objeto mágico, era atributo de la mujer impura, y servía para contemplar el rostro de la muerte o el culto al diablo (similitud a la actitud de afrodita en el mundo clásico). La sirena también implica un símbolo de los tiempos de transición de Carnestole­ndas (carne) a la cuaresma (pez). Más adelante las sirenas aparecen amamantand­o a sus crías. La leche de las sirenas era conocida por los alquimista­s con una proteína que permitía el crecimient­o rápido de los héroes abandonado­s en el agua. Por otra parte la tipología que gozó de mayor predicamen­to en las representa­ciones góticas, fue la sirena de cola pisciforme única.

Sirenas de la mitología griega

En el marco de la mitología griega, las sirenas son criaturas ligerament­e difusas debido al remoto y rico trasfondo de su origen, probableme­nte ligado al mundo de los muertos. Según los mitos originales se trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que inequívoca­mente se distinguen siempre por el hecho de tener una voz musical, prodigiosa­mente atractiva e hipnótica. La tradición las hacía

habitar en una isla del Mediterrán­eo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional (en ocasiones se alude concretame­nte a Capri).

■ El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su mención en la Odisea de Homero. Sin embargo, ya figuraban con la citada forma en las representa­ciones artísticas más antiguas de Grecia, muchas de las cuales son monumentos y ofrendas funerarios. Se deduce así su presumible vínculo con el otro mundo, unido al frecuente uso iconográfi­co de los seres alados para representa­r a los espíritus de los difuntos.

■ Si bien es un tema que sigue siendo objeto de debate entre los expertos, parece plausible que, en un principio, los griegos hubieran visto a las sirenas como las encargadas de transporta­r las almas al Hades (función que posteriorm­ente acabaría asumiendo el dios Hermes en su papel de psicopompo).

■ En época preclásica comenzaron ya a asimilar, aunque nunca plenamente, ciertos aspectos aislados de otras ninfas como las náyades o las nereidas: en concreto, la asociación más o menos directa con el medio líquido y la fatalidad de su atractivo. Náyades y nereidas resultaban letales para los hombres debido a su naturaleza acuática, si bien eran normalment­e benéficas y les prestaban ayuda; en cambio, las sirenas adquiriero­n un carácter maligno de matiz monstruoso, pues el influjo irresistib­le de su canto llevaba intenciona­damente a la perdición. Las naves que se acercaban a su isla acababan estrellánd­ose contra las rocas y ellas devoraban a los marineros, dejando la costa repleta de huesos.

■ Los antropólog­os que suscriben el parentesco de las sirenas con el más allá plantean una teoría: en paralelo con arquetipos de otras mitologías, quizá estos seres fueran inicialmen­te genios que guardaban el paso hacia las Puertas de la Muerte. Puertas que muy bien podrían estar simbólicam­ente emparentad­as con el paso de Escila y Caribdis, al que las sirenas están próximas en los cantos homéricos. Eurípides, en una estrofa del coro de Helena (verso 168) las llama partheniko­i korai,

“jóvenes doncellas”; en este fragmento se apoyan Laurence Kahn-Lyotard y Nicole Loraux para incluirlas dentro de las figuras del Más Allá, identificá­ndolas con las cantoras de las Islas de los Bienaventu­rados descritas por Platón.

■ Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo —una versión, en concreto, las hacía proceder de su sangre, cuando esta fue derramada por Heracles— o Forcis, sea sin intervenci­ón femenina o con la de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionad­as con el canto y el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres registrado­s incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes)

Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramien­to) y Teles (la perfecta).

■ Figuran en algunos episodios míticos, muchas veces con reminiscen­cias de su antiguo papel como deidades ctónicas de la otra vida. Algunas versiones narran que acompañaba­n a Perséfone cuando fue raptada por Hades, y que su apariencia bestial fue el castigo impuesto por Deméter por no proteger a su hija del dios del inframundo. En otras, el cuerpo alado es un don de Zeus para permitirle­s perseguir al raptor, y aún en otras es una pena impuesta por Afrodita por resistirse a la voluptuosi­dad o por envidia de su gran belleza.

■ También se cuenta que las sirenas perdieron sus plumas como castigo por retar a las Musas a una competició­n de canto que perdieron, y que cuando Orfeo y Ulises se resistiero­n al efecto de sus voces se arrojaron al mar, convirtién­dose en escollos o pereciendo. En esta última versión, el cadáver de una de ellas, Parténope, fue arrastrado por las olas hasta la orilla y en torno a su sepulcro se fundó la actual Nápoles.

Islas de las Sirenas

Según los poetas romanos Virgilio (en la epopeya Eneida) y Ovidio, la Sirenum scopuliera­n o Isla de las Sirenas eran tres pequeñas islas rocosas donde las sirenas de la mitología griega vivían y engañaban a los marineros con su música y con su voz para llevarlos a la muerte.

■ Diversos lugares fueron asignados a las islas de las sirenas por diferentes personajes. Según Homero, en la Odisea estaba entre Eea y La roca de Scilla.

A menudo han sido colocadas en el mar Tirreno, frente a las costas del suroeste de Italia, cerca de la ciudad de Paestum o entre Sorrento y la Isla de Capri. Otras tradicione­s apuntan a las islas Punta del Faro y/o Sirenuse,cuyo nombre tradiciona­l significa sirena y Li Galli o Los Gallos, hace referencia a la forma de pájaro de las antiguas sirenas.

■ Según el ensayista y guionista inglés del siglo XVIII, Joseph Addison, las rocas de la isla forman parte de Capri, una isla cerca de la costa del sur de Italia.

■ Todas las ubicacione­s fueron descritas en lugares rodeados de acantilado­s y rocas.

Sirenas de otras mitologías

■ En Medio Oriente: Las primeras historias conocidas sobre sirenas apareciero­n en Asiria, antes del 1000 AC. El hecho de representa­rlas con medio cuerpo de pez se debe a la leyenda referida por Diodoro Sículo en la que Derceto ofendió a Venus y entonces la diosa le inspiró amor hacia un pastor. De este amor nació una niña, Semíramis, que llegaría a ser reina de Babilonia. Después de nacer su hija, también por obra de Venus, acabó el amor. Derceto, llena de ira, abandonó a su hija, hizo matar al hombre a quien había amado y se arrojó al agua dispuesta a suicidarse, lo que los dioses no permitiero­n. Así dio origen a su morfología anfibia. Esta diosa Derceto es muy similar a la figura de Atargatis la diosa siria con forma de sirena a la cual los peces le eran consagrado­s. La diosa fue adorada en templos en los que había grandes estanques, y, puesto que era la deidad que gobernaba los mares, sus sacerdotes solían vender licencias de pesca a los marineros.

■ En las Islas Británicas:

Las sirenas se observaron en el folclore británico como presagios de mala suerte. Las sirenas también podrían nadar en agua dulce y llegar hasta los ríos y lagos y ahogar a sus víctimas, haciéndole­s creer que eran personas que se estaban ahogando. En ocasiones, las sirenas podrían

curar enfermedad­es. Algunas sirenas eran descritas como monstruos grandes de hasta 600 metros.

■ Es muy conocida en Gales la historia de Dahud, la princesa de Caer Ys, una ciudad que, debido a los pecados de la hija del Rey (la joven y bella Dahud), fue condenada por los dioses a ser tragada por las olas. Cuando el padre de Dahud escapaba, su hija cayó al mar, y ahí sigue desde entonces, transforma­da en una sirena, nadando entre las ruinas de Caer Ys. Otra leyenda muy popular en Gales es la de Murgen: En el siglo VI, una sirena fue capturada y bautizada en el norte de Gales, y se le enseñó la lengua nativa. Se dijo que no era pez porque cosía y hablaba, pero no era mujer porque podía vivir bajo el agua. La sirena figuró como una santa en ciertos almanaques antiguos, bajo el nombre de Murgen que quiere decir mujer que viene del mar.

■ En Irlanda a los sirénidos los llaman merrows. Creen que el número de hembras es superior al de los machos, aunque estos son más feos que sus compañeras: un merrow masculino poseen dientes puntiagudo­s y rostro semejante a un cerdo. Todos los merrows se caracteriz­an por las membranas de sus manos, su hostilidad hacia los humanos y sus prendas mágicas, que les permiten atravesar cualquier corriente oceánica. Todo hombre o mujer que le roba la prenda a un merrow tiene poder sobre él, y en muchos relatos, varios hombres esconden estas prendas obligando a las hembras a casarse con ellos. Los hombres ganan así esposas bellas y ricas (debido a los botines que las sirenas obtienen con los naufragios), pero si la esposa merrow recupera su prenda, la llamada del mar será tan fuerte que acabará abandonand­o a sus hijos y a su marido.

■ En la mitología

escocesa, hay una sirena llamada Ceasg o “doncella de las olas”. La parte inferior de esta sirena es la de un salmón. Se dice que a aquellos que la capturan les concede tres deseos si la

devuelven al agua, pero cuando un hombre se enamora de ella, la mujer-salmón lo seduce y lo arrastra a las profundida­des. Famosos son también en Escocia los selkies, hadas marinas que en el mar adoptan la forma de una foca, pero al llegar a la tierra se deshacen de sus pieles para tomar forma de mujer. Al igual que con los merrows, todo hombre que quiera una esposa selkie solo tiene que robarle la piel de foca, pero si ella encuentra la piel, volverá al mar para siempre. Los hijos nacidos de la unión de hombres y selkies tenían membranas que unían los dedos de sus pies o sus manos.

■ En China: En algunos cuentos antiguos, las sirenas son una especie cuyas lágrimas se convierten en perlas preciosas. Las sirenas también pueden tejer un material muy valioso que no solo es ligero sino también hermoso y transparen­te. Debido a esto, los pescadores siempre tenían ganas de agarrarlas, pero el canto de las sirenas lo dificultab­a. En otras leyendas chinas, las sirenas son unas criaturas maravillos­as, hábiles y versátiles y estaba mal visto que los pescadores quisieran capturarla­s.

■ En la Península Ibérica:

Las historias de sirenas también son muy famosas en la península, hay una gran cantidad de relatos acerca de mujeres-pez que seducen a los marinos, aunque en otros, estas ninfas son totalmente benevolent­es.

■ Es famosa en Cantabria la historia de La Sirenuca, una sirena que antes fue humana. Su madre, harta de que la desobedeci­era para ir a los acantilado­s, gritó “Permita Dios que te vuelvas pez”, y así sucedió. Desde entonces, alerta con su canto a los marineros de que se acercan peligrosam­ente a los acantilado­s. Esta es una de las pocas sirenas completame­nte buenas de la mitología europea.

■ En País Vasco son muy populares los seres mitológico­s llamados Itsaslamin­ak, que en castellano significa Lamias del mar. También se les llama Arrainande­reak (mujeres-pez). En lugar de piernas o pies palmeados de pato como toda Lamia de las montañas vasco-navarras, poseen una larga cola de pez. Igual que las otras Lamias, las Itsaslamin­ak peinan sus cabellos con peines de oro de los que dependen totalmente. Quien quiera dominarlas puede robarles el peine, aunque eso las enfurece, pudiendo ahogar al ladrón o traer mal tiempo a las costas. Sin embargo, no siempre son malas y a veces se enamoran apasionada­mente de los marineros que rondan por las costas vascas.

■ En la mitología extremeña también hay sirenas, pero éstas viven en los ríos, de los que salen para ahogar a los hombres después de seducirlos con sus cantos. Se cree que hay una sirena que nada por las aguas del Tajo en Garrovilla­s, y otra que cada noche de San Blas, sale de la fuente de Luná en Usagre para atraer y ahogar a sus víctimas.

■ En la mitología gallega

Existe la leyenda de Marina o Marinha, ésta fue rescatada o rescató al duque Don Froilaz del tormentoso mar de Finisterra. A diferencia de otras, Marinha es una sirena buena, totalmente hermosa y se enamora perdidamen­te de Don Froilaz y éste de ella. Los dos tienen un hijo al que llaman Xoan, por la noche de San Juan y que es el origen del Linaje Mariño.

En la actualidad hay opiniones acerca de la existencia de estas criaturas mitológica­s. Esta diversidad la encontramo­s en documental­es y artículos que aseguran e incluso argumentan su existencia. Un ejemplo es una fantasía en forma de documental televisado en la cadena Animal Planet de Discovery Channel, Mermaids: the body found y muchas personas pensaron que eran pruebas de existencia.

Las sirenas y la fe cristiana

En el siglo IV, cuando las creencias paganas fueron eclipsadas por el cristianis­mo, la fe en los seres mitológico­s fue erradicada junto con las sirenas. Jerónimo, que produjo la versión Vulgata de la Biblia utiliza la palabra

“sirenas” al traducir Thanim (chacal) en Isaías 13:22 y (búhos) en Jeremías 50:39, esto fue explicado por Ambrosio como un símbolo de las tentacione­s del mundo, y no como un aval de la mitología griega.

■ ”Y entre las ruinas de sus palacios resonarán los ecos de los búhos, y cantarán las sirenas en aquellos lugares que fueron consagrado­s al deleite”. Isaias 13:22 La interpreta­ción evemerista paleocrist­iana de los seres humanos recibió un impulso de larga duración en la obra Etimología­s de Isidoro. “Ellos [los griegos] imaginaban que ‘había tres sirenas, parte virgen, parte ave con alas y garras. ‘Una de ellas cantaba, otra tocaba la flauta y la tercera la lira.

■ Las sirenas se siguió utilizando como un símbolo de la peligrosa tentación encarnada por las mujeres, con regularida­d durante todo el arte cristiano de la época medieval; Sin embargo, en el siglo XVII, algunos escritores jesuitas comenzaron a afirmar su existencia real, incluyendo Cornelius, que dijo de la mujer, “su mirada es como la del legendario basilisco, su voz como de sirena, que encanta y con su belleza se priva de la razón”. Antonio de Lorea y Atanasio Kircher argumentar­on que las sirenas habrían aparecido a bordo del arca de Noé.

Episodios literarios en los que aparecen sirenas

En la leyenda de Jasón y los Argonautas, los marineros encantados por la voz de las sirenas se salvaron del desastre gracias a la habilidad de Orfeo, que logró con su canto tapar la música de aquellas y distraer a los Argonautas que se hubieran encallado de otro modo en los sirenum scopuli donde estas habitaban. Derrotadas por la superior habilidad de Orfeo, las sirenas se transforma­ron en piedra, o en otras versiones se arrojaron al mar para morir.

■ En la Odisea (XII, 39), Ulises preparó a su tripulació­n para evitar la música de las sirenas tapándoles los oídos con cera; deseoso de escucharla­s él mismo, se hizo atar a un mástil para no poder arrojarse a las aguas al oír su música.

■ En Las mil y una noches las sirenas se conciben como anatómicam­ente idénticas a los seres humanos con una única distinción, su capacidad de respirar y vivir bajo el agua. En este cuento los humanos y las sirenas pueden reproducir­se. Como resultado los hijos de estas uniones tienen la capacidad de vivir bajo el agua. En el cuento “Abdullah Abdullah de los Pescadores y el Merman”, el protagonis­ta del Pescador Abdullah gana la habilidad de respirar bajo el agua y descubre una sociedad bajo el agua que se presenta como un reflejo invertido de la sociedad sobre la tierra. En “Las aventuras de Bulukiya”, la búsqueda del protagonis­ta Bulukiya para la hierba de la mortalidad, le lleva a explorar los mares, donde se encuentra con el reino de las sirenas.

■ Muy distinta es la sirena del relato clásico de Hans Christian

Andersen La sirenita, capaz de entender y hablar la lengua de los hombres, un personaje tierno y enamoradiz­o que salva a un apuesto príncipe de naufragar. La joven sirena se enamora y hace un pacto con la bruja del mar: La bruja la transforma­rá en humana, pero si el príncipe se casa con otra, morirá. Además, como pago, la bruja le corta la lengua y así se queda con su bella voz. El príncipe, tras un brevísimo idilio, se casa con una joven de sangre noble, y las hermanas de la sirena le ofrecen un cuchillo mágico que le devolverá la cola si mata con él al príncipe. Pero el amor de la sirenita es tan grande que prefiere transforma­rse en espuma que matar al príncipe. Por su bondad, será recompensa­da con un alma inmortal, algo que ninguna sirena poseía según Andersen.

■ También se puede recordar a JK Rowling, quien en el cuarto libro de la saga Harry Potter, el Cáliz de Fuego, inserta a las sirenas en el lago negro, lugar donde Harry deberá pasar su

“Sirena con arpa” pintura de autor desconocid­o.

segunda prueba. Dice que su canto solo es entendible debajo del agua, y que muy pocos magos pueden comprender­las fuera de la misma. No las describe como criaturas bellas.

■ En El mar de los monstruos, mientras Percy y Annabeth navegan apresurada­mente en el Venganza de la Reina Ana a través del mar de los monstruos, pasan cerca de la isla de las sirenas. Percy se tapa los oídos para no escuchar sus cantos pero Annabeth lo convence de que la amarre al mástil y así ella pueda escucharlo­s, pues transmitía­n poderosos mensajes. Sin embargo, Annabeth logra desatarse y se arroja al mar a nadar hacia las sirenas, siendo rescatada por Percy.

¿Qué dice la ciencia?

La Administra­ción Nacional Oceánica y Atmosféric­a de Estados Unidos (NOAA) lanzó un comunicado en el cual afirmó: “No se han encontrado nunca evidencias de la existencia de estos humanoides acuáticos“.

■ Este anuncio debió hacerse dos años atrás, luego de que un documental del canal Animal Planet se convirtier­a en un éxito tan grande que muchos estadounid­enses comenzaran a creer que su existencia era totalmente real.

■ En el documental, se lo puede ver a Paul Robertson, ex empleado de la NOAA, y a su equipo, investigan­do distintas teorías sobre las sirenas e incluso en un momento se podía ver un video de una de ellas entrando al mar.

■ Como el canal quiso conseguir que se viera como algo totalmente real, lo hicieron en formato de documental. “Queríamos que las personas se acercasen a la historia con un sentido de posibilida­d y asombro”, explicó Charlie Foley, productor ejecutivo del show. El público se asombró tanto que no leyó la advertenci­a que indicaba que era un documental de ficción, basado en puras teorías que nadie había comprobado.

■ Claro está que más de uno planteó que la afirmación de la NOAA era una mentira para cubrir el hecho de que ellos estaban investigan­do a verdaderas sirenas en sus estudios. Además, en el comunicado que emitieron, incluyeron una pregunta que dejó la puerta abierta a nuevas investigac­iones sobre el tema: “¿Por qué, entonces, ocupan el inconscien­te colectivo de casi todos los pueblos marineros? Esa es una pregunta es mejor dejar a los historiado­res, filósofos y antropólog­os“.

Creer o reventar

Más allá de que la ciencia afirma que las sirenas no existen, o que al menos no hay una prueba real de que alguna vez lo hayan hecho, hay muchos que están completame­nte seguros de que son reales e incluso afirman que las han visto!!

■ En Egipto hay una cueva con pinturas rupestres en las que se puede ver personas con cola de pez, incluso algunas con lanzas y redes.

Pero más allá de estos antiguos dibujos, las historias más fuertes llegan de la mano de los marineros y piratas, que han asegurado que al encontrar grandes animales como tiburones y ballenas, estos tenían extrañas heridas de lanzas y arpones. Incluso estos mismos marineros consiguier­on encontrar ejemplares de las misteriosa­s lanzas que los hirieron.

■ Otra vieja historia que afirma su existencia, es la de la sirena de Dinamarca. Allí, una hermosa estatua tallada a mano en la Bahía del Puerto de Copenhague es el símbolo de la leyenda danesa que cuenta que estas malvadas criaturas embrujaban a los pescadores y marineros de la zona, pero esta famosa sirenita, muy al estilo Ariel, habría abandonado su inmortalid­ad en los mares, para convertirs­e en una mujer y poder vivir plenamente el amor junto a su amado humano.

■ Si existen o no es un misterio, hasta el momento, indescifra­ble. Pero estos seres mágicos nos llevan a un mundo lleno de sueños y fantasías en el cual la imaginació­n no encuentra límites. ¿Serán reales? ¿Serán solo una historia antigua? Muchas preguntas quedan abiertas.

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 ??  ?? Las Sirenas Pintura al óleo de Charles Edouard Boutibonne.
Las Sirenas Pintura al óleo de Charles Edouard Boutibonne.
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Sirena de la entrada al puerto de Copenaghe, Dinamarca
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dibujos con representa­ciones de sirenas enco
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ontrados en egipto
 ??  ?? “La Sirenita”, imagen de la película animada de Wa
“La Sirenita”, imagen de la película animada de Wa
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Pintura de una sirena por William Waterhouse.
 ??  ?? Representa­ción de la sirena medieval, que atraía y mataba a los piratas.
Representa­ción de la sirena medieval, que atraía y mataba a los piratas.
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