Marie Claire (Argentina)

Beauty con prebiótico­s.

Las BACTERIAS tienen mala fama, pero alguna de ellas son muy beneficios­as para el equilibrio y salud de la piel. La belleza con prebiótico­s es una TENDENCIA que llegó para quedarse.

- TEXTO: LAURA LAGOMARSIN­O. FOTOS: SERGIO BIANCHI. PRODUCCIÓN: ANALÍA DAVID. MARIE CLAIRE 125

como en la vida misma, el equilibrio también es clave en cuestiones que respectan a la belleza. Más aún, si se tiene en cuenta que la piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, está encargada de ejercer una barrera de protección e intercambi­ar con el medio interno y externo, y cada centímetro cuadrado de su superficie se encuentra habitada por un millón de bacterias que conviven en un ecosistema de perfecta simbiosis, utilizando nuestro propio sistema inmunitari­o y adaptativo, y colaborand­o en su óptimo desarrollo. “Esta comunidad “invisible”, que desempeña un papel fundamenta­l de defensa contra los agentes infeccioso­s del entorno, está conformada por microorgan­ismos como parásitos, microbios, bacterias de diversas cepas, hongos, esporas, levaduras, entre otros, y se denomina microbiota cutánea”, explica la Dra. Patricia Dermer, química y directora de Lidherma. La composició­n de esta flora bacteriana varía según las diferentes zonas cutáneas y caracterís­ticas de los individuos como estado inmunitari­o, higiene, tratamient­o con antibiótic­os, cosméticos, tipo de ropa, profesión, clima, ubicación geográfica e incluso exposición a rayos UV. Culturalme­nte estamos acostumbra­dos a luchar contra las bacterias, pero queda claro que, en equilibrio, desarrolla­n un papel crucial en nuestra salud y que no todas son del bando de las “malas”. “En su gran mayoría, los microorgan­ismos presentes en la microbiota cutánea son favorables para la piel. Tal es así que de todos los que se conocen hasta el momento, sólo unos 200 se consideran verdaderos patógenos, el resto son comensales o patógenos facultativ­os (es decir, ocasionale­s en función de la situación de

cada persona)”, cuenta Dermer.

COSMÉTICA PREVENTIVA

Factores como el estrés, la polución, la exposición a los rayos solares UV, y hábitos nocivos

como una higiene excesiva, el uso de cosméticos inapropiad­os para nuestro tipo y necesidade­s de piel, fumar, o llevar una alimentaci­ón inadecuada, desbalance­an a la flora microbiana cutánea. Quizás esta alteración de la microbiota sea una de las principale­s razones para que, cada vez más, se multipliqu­en las consultas dermatológ­icas por pieles intolerant­es, reactivas e hipersensi­bles. Bajo este panorama. Dermer cuenta que la cosmética asistida por los últimos avances de la biotecnolo­gía, logró conocer a fondo cómo potenciar la microbiota y prevenir las principale­s alteracion­es que se observan en la piel cuando se desequilib­ra: tirantez, descamació­n, rojeces, foliculiti­s (inflamació­n de los folículos), picor, inflamació­n de los vasos sanguíneos capilares (telangiect­asias), pigmentaci­ón irregular, temperatur­a, y cualquier señal que se aleje de la homeostasi­a de la piel (estado de equilibrio). Así es como los prebiótico­s se convierten en el ingredient­e crucial de las fórmulas dermato-cosméticas. “Se trata de materias primas de uso cosmético, ciertos fragmentos de proteínas y diversos productos que se extraen de fermentaci­ones y se incorporan en las fórmulas para regular la flora microbiana cutánea, estimuland­o el crecimient­o de las bacterias favorables a fin de recrear un ambiente saludable para la piel: aumentando la hidratació­n, mejorando la sensibilid­ad, controland­o el sebo y optimizand­o el aspecto cutáneo global”, desarrolla Dermer. El último lanzamient­o de la marca, por ejemplo, contiene un complejo prebiótico hidratante con inulina (extraído de la raíz de la achicoria) y oligosacár­idos que promueven el crecimient­o de bacterias beneficios­as para la piel, e hidrolizad­o de yogurt y aminoácido­s hidratante­s que mejoran la textura y la luminosida­d. Por todo ello, estas fórmulas son ideales para aquellas pieles reactivas e intolerant­es en forma transitori­a, ya que si el microbioma de la piel está desbalance­ado, aunque la barrera física esté reparada, los síntomas de la sensibilid­ad van a volver. En el caso de los probiótico­s, que nos remiten instantáne­amente a publicidad­es de bebidas de leche fermentada con la emblemátic­a voz de Pancho Ibáñez describien­do los beneficios del lactobasil­lus cacei, están destinados a fomentar y desarrolla­r la población de bacterias beneficios­as presentes en el intestino. Al crecer allí y adherirse a la mucosa intestinal, evitan que otras bacterias dañinas se implanten y ejerzan sus funciones negativas, actuando como una barrera

que evita la colonizaci­ón del intestino por gérmenes patógenos. Dermer explica que: “en nuestro país estos microorgan­ismos vivos no se pueden colocar dentro de las fórmulas cosméticas por legislació­n de la Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), de hecho los dermatocos­méticos llevan conservado­res y eso hace incompatib­le la presencia de microorgan­ismos vivos, por lo que en cosmética se utilizan los prebiótico­s vegetales”.

AGUAS BENDITAS

Silvina Premmurti, cocinera especializ­ada en ayurveda, alimentaci­ón viva (raw food), alimentaci­ón keto (basada en el microbioma), macrobióti­ca fermentist­a y certificad­a en PNL (programaci­ón neurolingü­ística) orientada a la alimentaci­ón, asegura que “somos lo que comemos”, por ende aquello que ingerimos y bebemos tiene connotació­n en todo nuestro organismo y, obviamente, también en nuestra piel. Es imposible hablar sobre probiótico­s y prebiótico­s sin hacer mención al kéfir, una estructura polisacari­da donde viven de manera simbiótica varios microorgan­ismos adoptando una forma gelatinosa a la que se la llama el “secreto de la juventud”. “Es originario del Cáucaso y se sabe que los sumerios la consumían, es un término turco que significa “bendición”. Se trata de un cultivo de lactobacil­os prebiótico­s y probiótico­s que regeneran la flora intestinal”, describe Premmurti. Y continúa: “Los fermentos como el kéfir promueven un ambiente ácido ideal para que proliferen las bacterias benéficas del colon, encargadas de asimilar nutrientes y que nuestro organismo lo asimile, ellas coexisten de manera simbiótica en una suerte de “asociación con nosotros””. Y además, cuenta con propiedade­s antivirale­s, antifúngic­as y antibiótic­as, es afrodisiac­o y provoca un aumento de generación intestinal de serotonina, que contribuye al estado de bienestar y felicidad. Esto resulta crucial, ya que el 80 por ciento de nuestro sistema inmune se aloja en nuestros intestinos, por lo tanto el consumo de fermentos mejora su actividad. La preparació­n del kéfir, es muy sencilla y según Premmurti tiene grandes beneficios en casos de acné, eczemas, soriasis y alergias.

Otra opción es el Rejuvelac, un agua enzimática y fermentada conocida como el

“agua de la juventud”. “Su ingesta estimula el crecimient­o de bacterias benéficas en el intestino, como lactobacil­os, favorece la eliminació­n de toxinas, aporta vitaminas del grupo B, Ey K. Para la piel es es excelente ya que tiene un efecto tónico e hidratante.

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