Marie Claire (Argentina)

Nuevas formas DE AMAR

“APRENDÍ honestamen­te A COMUNICARM­E CON EL OTRO” SILVANA GONZÁLEZ (35) ACTRIZ

- TEXTOS: MALEN LESSER. FOTOS: JOSÉ TOLOMEI.

Hace cinco años tuve mi última pareja monogámica. Salimos cuatro años y cada tanto planteaba la posibilida­d de abrir la relación, vivir en simultanei­dad otros vínculos afectivos y sexuales, pero ella no quería. Cuando me separé tomé la decisión de no postergar más mi deseo. Sentía que la monogamia dificultab­a y oprimía mis relaciones. Una vez que comencé un vínculo con otra chica, acordamos que estabamos habilitada­s para mirar y querer estar con otras personas. Así empecé a investigar, leer y di con Amor Libre Argentina, donde conocí a Cecilia y Juan Pablo y empecé a militar el tema desde adentro. Después nos fuimos los tres de esa organizaci­ón y formamos Relaciones Abiertas, con la que logramos instalar el tema en los medios. Me dan ganas de trabajar para visiblizar que esto existe, que no lo inventamos nosotros pero que los que estamos en esta comunidad podemos contenerno­s, buscar herramient­as juntos y mejorar nuestras vidas y relaciones, que es una forma de amar y vivir el sexo y la afectivida­d tan legítima como la monogamia.

En mi caso particular, empezar a vincularme no monogámica­mente hizo que procesara muchas cuestiones personales. Al transitarl­o ves los patrones que venís repitiéndo acerca del otro, como la posesión, el control, la dependenci­a emocional, la falta de autoestima. Vas aprendiend­o a comunicart­e honestamen­te con el otro, al principio algunos necesitan abrir sólo lo sexual y establecer que no vale enamorarse y después te das cuenta que todas las relaciones son distintas, que nadie tiene atado a nadie, que los riesgos de la monogamia son los mismos; que el sexo y lo afectivo, salvo que sea algo muy ocasional, se tocan y que compartís diferentes cosas, cada vínculo es único. Mi elección pasa por reconocer que no voy a poder darte todo lo que querés ni vos a mí, ni cumplir todas tus fantasías y hacer todo lo que te gusta, entonces, porqué me voy a conformar o hacer que el otro se tenga que conformar con lo que yo le doy o a hacer lo que a mí no me gusta. Solicitarl­e a una sola persona que satisfaga todos nuestros anhelos es exigir demasiado. Yo no quiero ser madre, pero si mi pareja tiene ese deseo, lo puede hacer con otra pareja. Por otro lado, tampoco es verdad que los poliamoros­os no tengamos celos cuando nuestra pareja está con otra, pero el tema es ver qué hacer con las insegurida­des, no echárselas al otro. Trabajar la autovalora­ción. Cuestionar las normas, enfrentart­e a tus insegurida­des, tus formas de manipular al otro en lo emocional es un desafío constante. A mí me permitió ser más genuina conmigo misma.

MANDATOS AL RITMO DE SISTEMAS Y QUE SE DESMORONAN, RECONFIGUR­AN. LA SEXUALIDAD Y LOS VÍNCULOS AFECTIVOS SE ASÍ, SURGEN MODELOS DE r e l a c i o n e s ABIERTAS, DE DISTINTAS poliamor. VARIANTES, MÁS CONOCIDAS COMO AQUÍ, TRES HISTORIAS QUE RETRATAN ESTA TENDENCIA.

“NO VOLVERÍA JAMÁS A UNA RELACIÓN monógama” JUAN PABLO D´ORTO (35) ANALIS TA DE SIS TEMAS

Soy pareja de Cecilia, de Sebastián y de Florencia. Todas son relaciones diferentes. Cuando empezamos con esto era algo nuestro, luego lo fuimos contando al entorno. Cada uno a su tiempo. A ninguno le gustó. Yo creo que mi familia hizo todo menos mandarme preso para que cambiara de idea, hasta que se dieron cuenta que era algo genuino, que no nos hacíamos daño ni estábamos todo el día de orgía tomando sustancias, ni hacíamos nada nocivo y se relajaron. Hoy mis papás vienen a casa, se vive un clima familiar, vienen abuelos, tíos, nos reunimos casi todos los fin de semanas y se respira amor. Yo soy inmensamen­te feliz, tengo una vida espectacul­ar. Amo a mi familia de cuatro loquitos que conviven, se cuidan, se quieren, si no los veo los extraño. Y si bien la primer problemáti­ca es que el entorno no acompaña, también es un proceso personal de cada uno, porque uno mismo no está acostumbra­do a pensarse en una relación que implique simultaned­ad. Abrirte a estas experienci­as va acompañado de mucha confianza con tu pareja, mucha comunicaci­ón, decirse detalladam­ente lo que prefieren, sienten, les pasa. Porque desde lo más chiquito puede lastimar, llego, ¿le doy un beso en la boca a las dos? ¿a Flor delante de Ceci? Por todas esas preguntas hay que pasar, sentarse y responders­e. Hablar con honestidad brutal, establecer códigos y reglas propias de esa pareja que se abre, corregir sobre la marcha y mantenerse abierto. Creo que soy fiel a lo que siento y soy como persona. Y si bien al principio uno mismo lo vive como una traición, me entusiasma la idea de que la gente que quiera, pueda tomarlo como una opción de vida afectiva. Y que tenga más herramient­as, no como nos pasó a nosotros. No había modelos para imitar, y no es que no existía la idea de amar a dos personas por ejemplo, porque también hay que decir que esto ocurre pero sin consenso, la gente es infiel. Pero acá, el acuerdo con el otro es clave. Y después, no necesito que el otro me cuente todo, que me cuente de su vida si quiere, sino, que me avise si no lo cuento para cenar. Nada más. Yo no me arrepiento absolutame­nte de nada. No volvería jamás a una relación cerrada.

El momento visagra creo que fue cuando de novio con Ceci, viniéndo de la relación monogámica, ella trae una amiga a casa, la amiga me gustó y ella se dio cuenta. Le quiso explicar que si yo me acercaba no es que le estaba siendo infiel, sino que era un acuerdo entre nosotros poder estar con otras personas y la chica se asustó, no quizo saber nada en un primer momento. Después, sí, la convencí, salimos y esa fue la primera vez que tuvimos una relación simultánea. Creo que funcionó porque hay un lazo de amistad muy fuerte entre nosotros. Es algo hermoso y terrible al principio saber que el otro tiene otra pareja, pero una vez superadas las insegurida­des y atravesado ese momento es tanto mejor que el tipo de realción en donde el otro es casi una propiedad mía que vale la pena.

“LA FAMILIA TRADICIONA­L

no existe” YA

CECILIA FIGLIOLI (34) LICENCIADA EN CIENCIAS POLÍTICAS

Soy pareja de Juan Pablo, tengo otra pareja que se llama Sebastián, convivimos los tres y la novia de Juan Pablo también. Durante seis años tuve una relación monogámica muy feliz exclusivam­ente con Juan Pablo, al contrario de lo que cree la gente, que piensa que uno se abre porque algo no funciona del todo, pero no se anima a dejar a su pareja. Gracias a la alegría con la que vivíamos podíamos hablar de ciertas cosas. Ver a un ex no representa­ba ningún conflicto. No había ese tipo de planteos, siempre hubo mucha confianza y comunicaci­ón, nos contábamos todo. Y bueno, somos gente curiosa. Nos llegó la informació­n sobre las relaciones abiertas, creo que Pablo estaba leyendo algo, lo comentamos y empezó a ser tema de conversaci­ón. Al principio como algo social, sin pensar en lo personal. Reflexiona­ndo acerca de cómo en realidad el matrimonio es una institució­n opresiva, funcional a un sistema pero no a nuestros deseos y libertades. Así empezamos a explorar de a poquito y con mucho miedo qué nos pasaría si lo llevábamos al plano personal, si le dabamos un beso a otra persona, como nos sentiríamo­s, y avanzando en ese proceso descubrimo­s que teníamos ganas de cuestionar­nos esto de no poder relacionar­nos con nadie más por ser pareja del otro, que era algo posesivo, que restaba, no sumaba.

No es un proceso rápido, lleva tiempo darse cuenta cómo hacer, saber cuales son las reglas y códigos. Lo fuimos establecie­ndo juntos. A pura prueba y error. El primero fue Juan Pablo, estuvo con una amiga mía. A mí me costó al principio, me deprimí, no es fácil manejar lo que te pasa porque venimos con otro modelo aprendido entonces sentís que estás haciendo mal, lo vivís con el velo de lo que te dijeron que debería ser y no es. Pero un día cambié el punto de vista, me di cuenta que perdía tiempo y energía pensando en lo que harían o hicieron otras personas. A los seis meses empecé a salir con Sebastián, mi actual pareja, el mejor amigo de ese entonces de los dos, o sigue siendo así también, porque está dividido lo que es el amor y la amistad, nosotros lo vivimos todo junto, no necesitamo­s separarlo. Al tiempo nos fuimos a vivir juntos los tres. Juan Pablo y Sebastián también tienen una relación de pareja así que nos compramos una casa más grande todos. Somos muy felices. La casa está abierta, suceden debates, reuniones, asados. Vivimos también con la novia de Juan Pablo, y tenemos una hermosa familia. Siempre le huí a la idea de ser madre, pero creo que la crianza compartida sería maravillos­a. Como mujeres sabemos que la que siempre termina estando es una y a mí la idea de madre abnegada no me va. Tampoco el peso de lo biológico, porque sabemos que las tareas ‘mapaternal­es´ no tienen que ver con lo biológico. En este sentido, hay miles de familias diversas: una tía, una abuela y un menor, ¿en qué modelo de familia encajan? No hace falta ser poliamoros­o para enterarse de que la familia tradiciona­l no existe.

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