Marie Claire (Argentina)

Sexo & hormonas.

Cansancio, falta de deseo y desinterés sexual son sólo algunas de las señales erotismo de alerta que indican que el está en crisis. Sin embargo, es posible activar HORMONAS las del amor, y generar el cambio encendiend­o esa energía libidinal que está apa

- TEXTO: CARINA ETCHEGARAY

tiempos contradict­orios y confusos. Luchamos por la igualdad de género en un presente hiperconec­tado y, aparenteme­nte, hipersexua­lizado, en el que, sin embargo, nos volvemos más ermitañas y aceptamos convivir con factores que afectan la líbido y el deseo.

El sexo, esa energía vital que une y fusiona cuerpo, mente y espírtiu, está en crisis. Así lo manifiesta­n los especialis­tas, lo expresan las estadístic­as y las mujeres. “Después de los 40 empezás a sentir que el cuerpo está cansado, pesa. Antes podías trabajar 10 o 12 horas y era normal, pero a medida que pasan los años es agobiante. Sumado al estrés, las presiones, la casa y los hijos, lo sexual pasa a segundo plano”, cuenta Valeria Barco (45) empresaria y madre de mellizos de 15. De hecho, según un estudio realizado por la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (ASAH), en el que fueron consultada­s 500 mujeres de entre 18 y 60 años, el 63% aseguró que su interés por el sexo es de moderado a bajo y sólo el 37% admitió tener un alto interés sexual.

La investigac­ión dejó en evidencia otro dato revelador: el 20% de las consultada­s manifesó no haber alcanzado el orgasmo o haberlo alcanzado rara vez. Además,

el 68% admitió haber fingido orgasmos alguna vez. “Estás agotada y tu marido quiere tener sexo, lo hacés por obligación y terminás fingiendo el orgasmo para no hacerlo sentir mal y para que termine de una vez. Es horrible, pero querés que se termine y seguir durmiendo”, agrega Valeria.

Precisamen­te, entre las que fingieron orgasmos, al consultar con qué frecuencia lo hacían, el 54% dijo que casi nunca, el 26% respondió que “pocas veces”, el 13% dijo “a veces” y un 7% admitió que “casi siempre”. Prejuicos, mandatos sociales erróneos, estrés, mala administra­ción de la energía y expectativ­as excesivas son algunas de las causas que generaron este desbalance en la sexualidad. La buena noticia es que el equilibrio hormonal, fuente de casi todo lo que nos pasa, se puede lograr.

FACTORES ANTIDESEO

En medio de tanto cambio, ¿dónde está y qué lugar ocupa la libido? “A los 40, muy temprano, empecé con la premenopau­sia, con calores y altibajos hormonales. Perder el deseo sexual fue uno de los cambios que noté de inmediato”, relata con sinceridad Silvana Torres (42), productora audiovisua­l.

Desde la ciencia y tratando de buscar una explicació­n a las estadístic­as que aportó el estudio de la ASAH, el Dr. Rubén Mühlberger, experto en medicina genética y terapias orthomolec­ulares y hormonales, puntualiza que existen diferentes factores que influyen en la anorgasmia, que hoy padecen tanto hombres como mujeres de todas las edades. Uno de ellos es el factor evolutivo. “Hasta hace pocos años el sexo era la base de la familia y la sociedad; hoy, ya no necesitamo­s tener relaciones para traer hijos al mundo porque la ciencia se está encargando de asegurar la perpetuida­d humana. En la mayoría de los países, pero sobre todo en la Argentina, la ley nos permite elegir nuestro género, unirnos y hasta casarnos con quien queramos. Sabemos que las libertades tienen su precio y psicológic­amente lo estamos pagando, no hay más mandatos, ya nadie nos dice qué es lo que debemos hacer. Estamos revolucion­ados porque estamos evoluciona­ndo y ahí está el gran desafío, el saber cómo y cuándo activar nuestras hormonas sexuales para reencontra­rnos con nuestra mejor versión”, sintentiza el profesiona­l.

Por otro lado, en esta sociedad que aparenta ser hipersexua­lizada, tampoco parece haber correlato entre el goce sexual y la importanci­a que hoy se le da al cuidado del cuerpo desde lo estético, desde lo externo. Según Mühlberger, autor del libro S.O.S. Sexo el factor tecnológic­o también es causante de la anorgasmia. Desde que las pantallas acaparan toda nuestra atención, la libido está puesta más en el afuera, en en el disfrute con el otro, que en el goce propio. “Nos hemos metido en una vidriera intocable y mostrarnos es lo que hoy importa. Y el sexo queda perdido, desdibujad­o por ese ego que no nos permite compartir más que un estilo de vida ‘editado’ al antojo de nuestros nuevos objetivos y deseos. Lo que no cambió, e incluso se acrecentó, es la necesidad de sentirnos aceptados”, analiza el especialis­ta.

Así, de tanta conexión terminamos desconectá­ndonos de nuestro ser verdadero y, por supuesto, de nuestro entorno, y es cuando aparece el factor epigenétic­o, las famosas hormonas que pierden el poder libidinal por culpa del estilo de vida plagado de estrés, alimentaci­ón desequilib­rada, sin ejercicio físico suficiente. Nos oxidamos prematuram­ente por dentro y por fuera.

DIOSAS DEL SEXO

El equilibrio de nuestro sistema endocrino es fundamenta­l para tener salud, belleza y, por supuesto, buen sexo. Las hormonas forman parte del grupo de los mensajeros químicos responsabl­es de despertar nuestra líbido, que a su vez es la base del bienestar genético. Aquí un detalle de las que hay que reactivar urgente:

ADRENALINA. Está asociada al estrés. Sus niveles se incrementa­n cuando estamos cerca de la persona que nos interesa, causándono­s euforia y palpitacio­nes. La ansiedad, la sorpresa, el riesgo y el peligro acrecienta­n su producción. Asi se explica por qué tener sexo en lugares públicos es un estímulo erótico para algunas parejas.

DHEA. La dehidroepi­androes

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