Una instagramer que apuesta a la deco infantil.
Comenzó de casualidad a ambientar su hogar y hoy es una referente de las redes en deco infantil. Valeria Rodero o @a.petitblog cuenta su historia y muestra los espacios adaptados a su pequeña hija.
Todo empezó como una excusa para conectarse con sus seres queridos. Valeria Rodero (37) y su marido estaban viviendo en Madrid, ella estaba embarazada de Amanda -que ahora tiene 3 años- y lejos del resto de su familia. “El desarraigo me cuesta una barbaridad. Tengo un hermano y dos hermanas -una de ellas es mi melliza-, me crié en un barrio, siempre fuimos muy unidos y estar lejos me costaba. Así que empecé a sacar fotos de mi día a día para mostrarle a los míos cómo era mi casa, cómo sería el cuarto de mi bebé… el primer conjunto que le puse cuando nació. Esa ‘gimnasia’ un poco me sirvió para volcar esta pasión por la decoración. Al vivir lejos, era imposible que ellos estuvieran todo el tiempo, sin embargo sentía que estaban a través de las fotos”. Esa “pasión por el estilismo”, como ella la llama, es la temática de su cuenta de Instagram: @a.petitblog, que aúna deco y kidsinspo. “Aunque sigo trabajando freelance para una productora, esto realmente me apasiona. La gente me dice ‘se nota que le ponés amor’ y sí. Es que desde que me levanto, empiezo a acomodar las cosas y saco algunas fotos y eso que hago me alegra el día; después puedo seguir con mi otro trabajo, continuar mi vida de mamá o lo que sea, pero con otra actitud”, comenta.
El hogar e stá donde habita el corazón
Valeria y Maxi se conocieron en la capital española trabajando en publicidad hace 14 años. Ella primero había estudiado escenografía y vestuario, pero su formación
laboral siempre se dio en el ambiente publicitario. El viaje Madrid-Buenos Aires, Buenos Aires-Madrid es una constante en sus vidas. En una de sus vueltas al país, cuando acababan de armar su casa en Coghlan, a Maxi le salió nuevamente una oferta en España. “Me dijo ‘nos vamos’ y yo le respondí ‘pero nos llevamos la casa’. Me acuerdo de que acababan de entregarme finalmente la cama. Hasta ese momento habíamos estado durmiendo con el colchón en el piso, porque el diseño y confección de la cama -una vez que encontré la que me gustaba- tardó como 4 meses. ¡Y mi marido me vino con ese planteo! La gente me decía que dejara todo porque en una visita a Ikea me armaba la casa de nuevo, pero yo sentía que éste era mi hogar. Las cosas tardaron 3 meses en llegar. Era otra arquitectura, otra vista, otra locación, pero el mismo hogar y yo me sentía en mi casa”. Fue en esa estadía en Madrid en que nació Amanda y esos mismos muebles y artículos que se habían ido con ellos, son los mismos que hoy decoran nuevamente su departamento de Coghlan.
Decoración emocional.
“Para mí es importante que los hogares te den un abrazo al entrar. Me gusta mucho la calidez, por eso tengo muchos muebles en madera en su estado más puro, con sus vetas e imperfecciones, las flores, la naturaleza, el verde. Me gusta que se respire eso aunque viva en el medio de Capital. Me cuesta mucho soltar. Tengo cosas que heredé de mi mamá, a quien perdí siendo muy chica, por eso la tengo presente en todos los ambientes de la casa, a través de los objetos”, cuenta. En su living comedor, también hay unos afiches promocionales de su abuelo paterno que era boxeador, un dressoire que su amiga decoradora le descartó cuando remodeló su casa y la silla de mimbre que completa su escritorio
“Tengo una hija de 3 años, es obvio que a veces en mi casa hay desorden y comida en el suelo. El único recaudo que tomo es que las cosas que muestro sean armoniosas”.
se la regaló su hermana porque ya no la usaba. “No soy de ir a anticuarios ni a ferias, pero tampoco a shoppings para llenar algún espacio. Las cosas te encuentran también, me gusta darme ese tiempo para que lleguen”. Llama la atención que en su living no haya televisor. En su lugar, hay espacio para que Amanda juegue: un mueblecito de cocina, una mesita baja con silla para que dibuje, canastos que guardan peluches y otros juguetes. “La tele ahí nos hubiera quitado un montón de momentos, porque llegás y la prendés”, asegura.
Pese a ser instagramer, Valeria es súmamente tímida, se muestra poco en fotos y evita hacer de su vida un show y de su cuenta, un mero negocio. “Mi usuario es de deco y, más específicamente, de casas con niños. A veces la gente me pide ‘maternidad real’ pero Instagram es una construcción, una fuente de inspiración, no es un lugar real. Yo tengo una hija de 3 años, es obvio que a veces en mi casa hay desorden, comida en el suelo, el único recaudo que tomo es que las cosas que muestro sean armoniosas. Para mí, lo real es que me encanta estar en mi casa porque la puedo habitar, sin el extremo de que me pinten las paredes, no? Pero me encanta que sea vivida: que haya olor a comida, que los objetos que están sean funcionales, que se usen y, sobre todo, que se disfruten”.