La NUEVA MODA post Covid-19
Hay que asumirlo: nada volverá a ser cómo fue. No volveremos a ser cómo fuimos. Se veía venir y se tomaron algunos recaudos, pero el mundo se detuvo y el golpe fue más fuerte y doloroso de lo que se suponía.
Hubo una vez una industria que se creyó fuerte y poderosa. La historia, la vida, la sociedad y la calle, por nombrar algunas fuentes, le dieron ideas permanentes a la vez que se retroalimentaban constantemente de manera adictiva. El patriarcado, el cambio climático, el género fluido y la sostenibilidad fueron algunos temas que, lejos de debilitarla, la fortalecieron reconvirtiendo esa energía en ideas y producciones fabulosas para seguir soñando. Y, digamos todo, seguir vendiendo. Aún el mantra que atenta contra ella misma, “comprar menos y mejor” es un buen argumento de (nueva) venta. Pero a veces, y como en una película cuyo argumento plantea el peor de los futuros, la realidad noquea. Y fuerte.
La aparición del covid-19 quedará como uno de los terremotos que más resquebrajó y afectó a la moda. Y no solamente en términos económicos. Las marcas, los diseñadores, la industria entera se puso, y sigue, al servicio de la sociedad. Ya no se trata de proponer y proveer prendas, accesorios, artículos de lujo, de belleza y demás satisfacciones particulares. ¿Podemos decir que llegó el momento en que la moda está al servicio de quienes le dieron de comer durante mucho tiempo? ¿Es acaso esta situación global la que hizo que las grandes firmas piensen en la industria en función de quienes la sostienen más allá de crear piezas como dopaminas constantes? Lo es. Hoy #noscuidamosentretodos es algo más que un hashtag. Sin clientes no hay negocio y si la “rueda de la fortuna” se estanca, nos detenemos todos. Quizás, y ojalá, las próximas remeras de Maria Grazia Chiuri para Dior en vez de hablar solamente de feminismo también cuenten acerca de esta solidaridad. prar online con precios de hasta 250 euros con el logo Fendi a la vista. La confección de barbijos se multiplicó en todo el mundo a la par que la pandemia avanzó, desde los caseros de algodón estampado fabricados por la modelo Sara Blomqvist destinados a los hospitales de su comunidad hasta los que cosió una ex enfermera de 80 años en Eldorado, una localidad de la provincia de Misiones. En el mercado nacional Jazmin Chebar produjo 200 mil para colaborar con la comunidad local, los diseñadores Martín Churba, Cecilia Gadea y Camila Milessi de Kostüme entre otros, enseñaron vía tutoriales a fabricar tapa bocas caseros de autor. Hoy no hay marca que no confeccione este elemento que nos seguirá acompañando. En un nuevo ejercicio de estilo, estamos ante un accesorio cuyo valor, además de estético, salva vidas y se puede combinar con el look de cada uno. Y si no preguntémosle a Zuzana Caputova, la presidenta del partido liberal de Eslovaquia, quien tomó juramento a un ministro con un barbijo color magenta a juego con el vestido. En este caso la aparente frivolidad no es un tema de estado.
En lo que va la pandemia los hechos que ilustran la época definen a la perfección la situación. Los medios gráficos toman la posta con propuestas diferentes que hace apenas un año hubieran sido impensadas. ¿Cómo ilustraría Franca Sozzani esta historia en Vogue Italia? Para la ex directora ese espacio que le sirvió para denunciar la realidad cotidiana y enarbolar una pancarta política y social con imágenes de moda, en abril se volvió blanca, impoluta y pura. En palabras de Emanuele Farneti, su sucesor editorial, se trata de una portada que hace historia, es un mensaje de esperanza que marca un nuevo comienzo, un renacer. Ese mismo mes Vogue Portugal puso en tapa a una pareja besándose con barbijos en un claro gesto romántico que enmarca la realidad de una crisis sanitaria. Las tapas de revistas y los contenidos se enfrentan ante un nuevo desafío que exige altas dosis de creatividad para sobrevivir. Entonces, ¿cuál debería ser hoy el punto de vista de una revista de moda? Con esta nueva normalidad es momento de empezar a plantear y replantear los contenidos editoriales y, una vez más, barajar y dar de nuevo.
El E 10 de abril, con la crisis pandémica en la cresta de la ola, la maison Givenchy comunicó la salida de Clare Waight Keller K como directora creativa luego de apenas 3 años. Con C tanta realidad difícil merodeando, en la firma que creó c el vestido de novia de la duquesa de Sussex, nadie salió s todavía a nombrar a su reemplazante. Por otro lado, un u comunicado formal llegó de Saint Laurent en el que, de d manera precisa, decidieron no participar de ninguna actividad a relacionada al cronograma de desfiles de moda durante d el 2020. Lo que supimos conocer está en pausa y los calendarios de las semanas de moda cambiaron. Los desfiles Resort, esos shows que pasean las colecciones intermedias por el mundo, se cancelaron de cuajo inmediatamente. También los de la alta costura francesa de julio. ¿Qué pasará con los desfiles? La virtualidad tomó el don de mando y por ahora serán en formato digital con modelos similares a los que meses atrás implementaron
Shanghai y Moscú. Londres los realizará del 12 al 14 de este mes. A través de la Cámara Nacional de la Moda Italiana Milán confirmó formato con Milano Digital Fashion Week del 14 al 17 de julio. Ambas capitales y plataformas fusionarán las colecciones masculinas y femeninas verano 20/21. Según explicó la federación francesa de moda la semana de moda masculina será del 9 al 13 de julio y por Internet con filmes y videos. Con esta modernidad planteada en la mesa ¿tienen sentido los desfiles? Si lo pensamos en términos gananciales, sí. Solamente los casi 300 desfiles anuales franceses dan ganancias de alrededor de 440 millones de euros. A esto hay que agregarles más o menos 700 millones de las ferias que también son parte del calendario.
Los próximos shows virtuales serán en principio una opción para continuar y demostrar que la moda sigue viva y activa. Por obra y magia del marketing, la expectativa y la sed de eventos la prueba de fuego será exitosa. Los grandes ausentes serán los afamados periodistas, invitados vip e influencers con sus reinados en las primeras filas viralizando con fotos y videos la continuidad del desfile.
Si algo caracteriza a la moda es el espectáculo, el sentimiento, la piel de gallina cuando se apagan las luces y el cotilleo previo y posterior al desfile. ¿La virtualidad será realmente la única y mejor opción? La respuesta puede ser amarga.