Cuando la esperanza se hace ciencia
allá vamos, al año 2004, cuando Romina realizaba su residencia pediátrica en el Hospital Pedro Elizalde (ex Casa Cuna) del barrio de Constitución y se topó con una inicial epifanía. “Yo sabía que quería ser pediatra, pero la investigación siempre me había interesado y llamado la atención. Da la casualidad que ese hospital tenía como norma que los aspirantes realicen un trabajo de investigación durante cada año de la residencia. Y la experiencia me encantó, al punto de sentir: ‘esto es lo que quiero hacer’”, recuerda Romina y cuenta que gracias a ese marcado interés, el propio director de la residencia, Fernando Ferrero (uno de sus primeros mentores) le acercó una búsqueda laboral en la incipiente Fundación Infant, creada por un argentino que ya era eminencia en investigación pediátrica, el Dr. Fernando Polack.
La conexión entre ambos fue instantánea y Romina accedió así a su primera beca de investigación en lo que sería su metier: las enfermedades respiratorias graves. “En ese momento trabajábamos mucho con el virus de la bronquiolitis, pero al toque de mi experiencia allí, en 2009, comenzamos a ver los signos de lo que sería una importante pandemia, la de la gripe A H1N1, conocida también como ‘gripe porcina’. En marzo de ese año empezaron a surgir los primeros casos, yo aún trabajaba en guardias pediátricas y no podía entender la cantidad de pacientes que llegaban con cuadros febriles gripales, mucho más grandes y graves que lo habitual.
Y ahí nomás, junto a la red de residentes que teníamos en la Fundación nos propusimos con Fernando conocer cómo se comportaba ese virus en los chicos. Fue una investigación contra reloj y maratónica realmente, visitamos hospitales de todo el conurbano y en seis meses pudimos mapear al virus y a sus grupos de riesgo entre lo más chicos. Lo publicamos en revistas científicas y otros países usaron esa información para elaborar luego estrategias de vacunación cuando la vacuna estuvo lista al año siguiente. Y eso replicamos nosotros, y ahí nuestros resultados de mapeos (en los mismos hospitales de antes) fueron contundentes: en 2010, con el 96% de los grupos de riesgo vacunados, hubo cero casos de pacientes internados versus 251 del año anterior”, resume y vuelve a emocionarse por ese poder de impacto.
Sí, a Romina no hace falta que le expliquen la importancia de las vacunas, la conoce de sobra, por convicción