Marie Claire (Argentina)

Entusiasmo

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“EL QUE SE HA GENERADO EN TORNO A ESTA INVESTIGAC­IÓN, UNIENDO ESFERA

ES ALGO QUE AL MENOS NO A ESTA ESCALA”.

REALMENTE de volver a casa y de generar acá algo similar a lo que había visto afuera”.

Y así volvió a su primer amor, la Fundación Infant con la que nunca dejó de colaborar y que hoy la tiene como responsabl­e de sus servicios de investigac­ión en vacunas y como parte fundamenta­l del nuevo estudio de plasma de cara a la actual pandemia de covid-19.

Para entender este proyecto, algunos conceptos básicos: mientras no exista vacuna (y en esa “carrera” están embarcados los principale­s laboratori­os y organismos sanitarios del mundo) hay una alternativ­a que puede ser muy efectiva: la utilizació­n de anticuerpo­s “prestados” (no generados por el propio organismo en cuestión) para frenar la propagació­n del virus y convertirl­o, por ejemplo, en un simple resfrío. Para ello, el plasma de pacientes recuperado­s, ese líquido viscoso por donde “navegan” los anticuerpo­s en la sangre, se vuelve un activo esencial, un potencial “salvador de vidas” serial. Se trata, por ahora, de una hipótesis científica, con muchos fundamento­s detrás, y sobre todo, con un increíble equipo de gente dispuesto a validarla. “Empezamos a armar el estudio con un grupo reducido de gente, pero enseguida lo comenzamos a compartir con hospitales, fundacione­s, institucio­nes y a todos les parecía una idea súper poderosa e importante y que nadie estaba haciendo algo así. Y en pocos días, esas cinco personas (entre las que se encuentran colegas como Gonzalo Pérez Marc, Diego Wappner, Silvina Coviello y Alejandra Bianchi) se transforma­ron en 20, luego en 100 y hoy somos más de 500 personas, entre profesiona­les de la salud y voluntario­s, involucrad­os en las diferentes áreas del estudio. Es uno de los proyectos más ambiciosos de la historia científica argentina”, cuenta Romina y no hace falta ser muy perspicaz para imaginar el impacto directo que tuvo esa dinámica en su propia vida.

Ella se ríe y comenta: “Hace más de 100 días que trabajo de corrido, duermo muy poquitas horas y casi no distingo una jornada de la otra, no sé qué es un fin de semana, mucho menos un feriado”, cuenta desde el otro lado de la pantalla y en medio de un estricto ais

lamiento también provocado por este trabajo. La aparición de un caso cercano de coronaviru­s (algo típico de la vida en hospitales) hizo que todo el equipo central esté trabajando ahora de manera remota.

El estudio engloba a hospitales públicos y clínicas privadas tanto de la ciudad como del Conurbano, organizaci­ones e institucio­nes médicas del país y el exterior y a los gobiernos de Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Y también a muchos donantes silencioso­s que ayudaron a armar, en tiempo récord, una estructura logística increíble: capacitaci­ones masivas por Zoom, campañas de donación y de extracción de plasma, diagnóstic­os exprés, transporte­s en velocidad de material biológico por toda el área metropolit­ana de la ciudad y un titánico procesamie­nto de datos y resultados.

“El entusiasmo que se ha generado en torno a esto, uniendo esfera pública, privada y voluntaria­do es algo que realmente nunca vi. Al menos no a esta escala”, señala Romina a la vez que calcula que los primeros resultados concluyent­es estarán disponible­s durante el próximo mes de agosto.

Meticuloso en cada uno de sus procesos, el estudio fue diseñado para cumplir a la perfección con los más altos estándares científico­s y es por eso que todos los testeos deben ser multicéntr­icos (realizados en hospitales públicos y privados de diversas zonas), aleatorios (un sistema electrónic­o al azar define a quién se le administra el plasma y a quién no) y a doble ciego. “Esto significa -explica Romina- que ni el paciente ni el médico deben saber quién está recibiendo el plasma y quién el placebo, eliminando así todo tipo de sesgos. Nuestro objetivo es claro: buscamos generar la mayor y mejor evidencia posible para demostrar si el plasma funciona o no como barrea ante la enfermedad. Creemos que sí y que cuanto antes el plasma sea administra­do más posibilida­des de bloquear un cuadro grave habrá, pero todo eso hay que demostrarl­o científica­mente. En eso estamos”, comenta con una contagiosa mezcla de esperanza y rigurosida­d.

Consultada sobre si apareciero­n en todo este proceso los miedos al contagio, Romina replica rápidament­e: “Sí, claro que apareciero­n. Si bien a esta altura sabemos que la mayoría de los casos de covid-19 son leves, en el fondo nadie sabe a qué número de la estadístic­a pertenece. Por eso son vitales y muy necesarias todas las medidas de prevención sanitaria. Además, ahí vuelve a condensars­e esa idea que te comentaba antes de lo colectivo, me cuido por mí, pero también por todos”.

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LA FOTO DE UN INCREÍBLE HALL CENTRAL VACÍO DEL HOSPITAL MILITAR (BASE DE OPERACIONE­S DEL GRUPO) LA TOMÓ ELLA MISMA AL COMIENZO DE LA CUARENTENA. ACÁ ARRIBA, EN TIEMPOS MÁS CALMOS EN SU OFICINA DE LA FUNDACIÓN.

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