Entusiasmo
“EL QUE SE HA GENERADO EN TORNO A ESTA INVESTIGACIÓN, UNIENDO ESFERA
ES ALGO QUE AL MENOS NO A ESTA ESCALA”.
REALMENTE de volver a casa y de generar acá algo similar a lo que había visto afuera”.
Y así volvió a su primer amor, la Fundación Infant con la que nunca dejó de colaborar y que hoy la tiene como responsable de sus servicios de investigación en vacunas y como parte fundamental del nuevo estudio de plasma de cara a la actual pandemia de covid-19.
Para entender este proyecto, algunos conceptos básicos: mientras no exista vacuna (y en esa “carrera” están embarcados los principales laboratorios y organismos sanitarios del mundo) hay una alternativa que puede ser muy efectiva: la utilización de anticuerpos “prestados” (no generados por el propio organismo en cuestión) para frenar la propagación del virus y convertirlo, por ejemplo, en un simple resfrío. Para ello, el plasma de pacientes recuperados, ese líquido viscoso por donde “navegan” los anticuerpos en la sangre, se vuelve un activo esencial, un potencial “salvador de vidas” serial. Se trata, por ahora, de una hipótesis científica, con muchos fundamentos detrás, y sobre todo, con un increíble equipo de gente dispuesto a validarla. “Empezamos a armar el estudio con un grupo reducido de gente, pero enseguida lo comenzamos a compartir con hospitales, fundaciones, instituciones y a todos les parecía una idea súper poderosa e importante y que nadie estaba haciendo algo así. Y en pocos días, esas cinco personas (entre las que se encuentran colegas como Gonzalo Pérez Marc, Diego Wappner, Silvina Coviello y Alejandra Bianchi) se transformaron en 20, luego en 100 y hoy somos más de 500 personas, entre profesionales de la salud y voluntarios, involucrados en las diferentes áreas del estudio. Es uno de los proyectos más ambiciosos de la historia científica argentina”, cuenta Romina y no hace falta ser muy perspicaz para imaginar el impacto directo que tuvo esa dinámica en su propia vida.
Ella se ríe y comenta: “Hace más de 100 días que trabajo de corrido, duermo muy poquitas horas y casi no distingo una jornada de la otra, no sé qué es un fin de semana, mucho menos un feriado”, cuenta desde el otro lado de la pantalla y en medio de un estricto ais
lamiento también provocado por este trabajo. La aparición de un caso cercano de coronavirus (algo típico de la vida en hospitales) hizo que todo el equipo central esté trabajando ahora de manera remota.
El estudio engloba a hospitales públicos y clínicas privadas tanto de la ciudad como del Conurbano, organizaciones e instituciones médicas del país y el exterior y a los gobiernos de Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Y también a muchos donantes silenciosos que ayudaron a armar, en tiempo récord, una estructura logística increíble: capacitaciones masivas por Zoom, campañas de donación y de extracción de plasma, diagnósticos exprés, transportes en velocidad de material biológico por toda el área metropolitana de la ciudad y un titánico procesamiento de datos y resultados.
“El entusiasmo que se ha generado en torno a esto, uniendo esfera pública, privada y voluntariado es algo que realmente nunca vi. Al menos no a esta escala”, señala Romina a la vez que calcula que los primeros resultados concluyentes estarán disponibles durante el próximo mes de agosto.
Meticuloso en cada uno de sus procesos, el estudio fue diseñado para cumplir a la perfección con los más altos estándares científicos y es por eso que todos los testeos deben ser multicéntricos (realizados en hospitales públicos y privados de diversas zonas), aleatorios (un sistema electrónico al azar define a quién se le administra el plasma y a quién no) y a doble ciego. “Esto significa -explica Romina- que ni el paciente ni el médico deben saber quién está recibiendo el plasma y quién el placebo, eliminando así todo tipo de sesgos. Nuestro objetivo es claro: buscamos generar la mayor y mejor evidencia posible para demostrar si el plasma funciona o no como barrea ante la enfermedad. Creemos que sí y que cuanto antes el plasma sea administrado más posibilidades de bloquear un cuadro grave habrá, pero todo eso hay que demostrarlo científicamente. En eso estamos”, comenta con una contagiosa mezcla de esperanza y rigurosidad.
Consultada sobre si aparecieron en todo este proceso los miedos al contagio, Romina replica rápidamente: “Sí, claro que aparecieron. Si bien a esta altura sabemos que la mayoría de los casos de covid-19 son leves, en el fondo nadie sabe a qué número de la estadística pertenece. Por eso son vitales y muy necesarias todas las medidas de prevención sanitaria. Además, ahí vuelve a condensarse esa idea que te comentaba antes de lo colectivo, me cuido por mí, pero también por todos”.