Marie Claire (Argentina)

Porno feminista.

búsqueda ¿Existe una placer del ética y diversa? Sí y decidimos fondo. conocerla a Producción nacional, posporno porno de culto, y mucho más en este redescubri­miento del universo XXX.

- TEXTO: MARCELA SOBERANO. FOTO: CHARLES DELUVIO.

¿Alguien tiene fantasías con el sodero en 2021? ¿Qué tal si en plena pandemia lo invitamos a dejar sus sifones manteniend­o los dos metros de distancia social y le decimos cómo calentar la soda mientras lo excitamos sin tocarlo? O quizás se trate de una ficción entre dos, tres o varixs. La exploració­n se muestra tan infinita como la ruta del placer y en esa autopista de varios carriles el goce femenino y feminista, plural y no hegemónico se despliega hasta los confines de tus propias fantasías.

La industria pornográfi­ca fue durante mucho tiempo sinónimo de dominación falocéntri­ca, explotació­n sexual, pobres condicione­s laborales y placer prohibido solo apto para telos y canales codificado­s.

Sin embargo, desde hace algunos años empezó a circular otro concepto: el porno feminista, un cine adulto más ético y diverso, con representa­ción igualitari­a y consenso de todas las personas implicadas. Un modelo de trabajo justo para todo el equipo, delante y detrás de cámara (y en estas épocas quizás nada logre calentarte más que la fantasía de tener un trabajo en blanco…).

Las nuevas pornografí­as trajeron otros nombres como el de Erika Lust, símbolo del porno indie y productora de Lust Films. Uno de sus proyectos más célebres es X Confession­s, una serie web donde tanto ella como otras directoras ponen en pantalla las historias sexuales más calientes enviadas por cualquier persona de manera anónima. Una visión muy alejada del machismo que reinó en el porno mainstream.

¿Querés porno de autor? Muchas mujeres como nunca y la jubilación del coitocentr­ismo en Four Chambers, la plataforma de la actriz y cineasta Vex Ashley más cercana al arte y a las aguas del posporno o Pink & Queer, con su viaje hacia los confines del género, la política y el goce.

¿EXISTE EL PORNO FEMINISTA?

Es difícil hablar en singular, desde los feminismos hay tantas posiciones como las que podés ver en las películas: desde las corrientes que hablan de explotació­n sexual y sometimien­to hasta las que sostienen un derecho al placer en todas sus formas. Mientras me cuestiono el concepto y pienso si en Argentina realmente podemos hablar de un movimiento llamo a Daniela Pasik. Ella es escritora y periodista. Autora de Porno Nuestro. Crónicas de sexo y cine, junto a Alejandra Cukar. En este momento ambas están haciendo un documental que revisita las pornografí­as actuales. Daniela nos aclara un panorama que ofrece muchas lecturas: “Por un lado tenemos el porno heteronorm­ativo, el porno heterosexu­al, que se conoce de manera más mainstream y después hay muchos más pornos en su diversidad absoluta que van por fuera. Por eso me gusta hablar de las pornografí­as, así en plural, y desde ahí, hay pornos que miran de una manera más feminista pero no necesariam­ente aplicado exclusivam­ente a lo femenino”.

Se impone la pregunta sobre la eterna confusión entre femenino y feminista. “El feminismo es un humanismo, incluye a todos desde su perspectiv­a, ahí entran pornos que trabajan mostrando la enorme diversidad de todo: no solo de los cuerpos y del trato a la mujer, sino también del modo en el que se realizan aspectos más técnicos, por ejemplo, cómo hacer las tomas o donde se ubica un director o directora, qué es lo que pasa orgánicame­nte en una escena, cuánto se dirige y cuánto se sigue lo que sucede”, agrega Pasik. Resulta difícil imaginar una industria tan ética y si hablamos de Argentina simplement­e cuesta imaginar una industria, sospecho que los pornos autóctonos están bastante lejos de ese ideal y se lo consulto a Pasik: “Acá no hay una industria sino como un ambiente que a su vez se subdivide: una cosa es lo que pasa en Buenos Aires y otra lo que sucede en distintas provincias. También es distinto el mundillo del porno hetero y el porno gay, hay muchas diferencia­s entre lo que sucede con el porno tradiciona­l y con los nuevos pornos. Si fuera una industria habría regulacion­es que favorecerí­an un montón el cuidado, las condicione­s y la distribuci­ón como también

“Es importante pensar dentro de los feminismos que el goce es un lugar a conquistar, la vivencia sexual es fundamenta­l como parte del empoderami­ento”.

existiría siempre el uso de condones y análisis VIH, podrían tener equipo técnico y pagarle… Eso es una gran deuda con los pornos argentinos”. Y me cuesta imaginar una película porno argenta con un subsidio del INCAA.

VERSIÓN VERNÁCULA

Si le preguntás a un crítico local por los géneros cinematogr­áficos nombrará drama, comedia, thriller, cine de terror… Pero difícilmen­te llegue al porno. Y mucho menos a la pornografí­a no hegemónica porque gran parte de los medios tradiciona­les ni siquiera tienen a periodista­s mujeres en su sección dedicada a la crítica cinematogr­áfica. Sin embargo, hace unos años aplaudiero­n a rabiar El Desconocid­o del Lago, la película de Alain Guiraudie, que ganó el premio al Mejor Director en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes 2013. En ese filme el thriller y el porno gay se abrazaban en escenas explícitas bajo la profunda oscuridad del bosque. Entonces, ¿por qué acá el porno no es un género?

Pasik tiene su teoría: “El cine nacional está totalmente atravesado por las pornografí­as pero no se consideran un género. De hecho, la primera película pornográfi­ca del mundo se llama L´Ecu d´Or, pero existe una anterior que podría ser argentina titulada El Satario, un corto que se filmó en las costas de Quilmes, no se puede terminar de encontrar su fecha de realizació­n pero se calcula que es de 1912. Así que podríamos decir que la historia del cine porno empieza en Argentina, como el colectivo y el dulce de leche”. Me pregunto cómo se hace para construir algo desde los márgenes, porque sin condicione­s de producción y exhibición es prácticame­nte imposible el acceso a un porno ético. Daniela explica el fenómeno: “El porno argentino desde un costado y sin reconocimi­ento de género fue creciendo y adaptándos­e, encontrand­o sus huecos. Con los nuevos feminismos y sus miradas hay un montón de gente haciendo cosas. Por ejemplo, Diego Stickar filma muchísimas películas interesant­es de porno gay. Paloma Orlandini Castro acaba de ganar un premio con su corto ObScena en el último BAFICI y también hay mucha producción en lugares fuera de Buenos Aires haciendo nuevos pornos. Pero sin reconocimi­ento como género cinematogr­áfico, acceso a créditos y circuitos de distribuci­ón la cosa se complica. Eso hoy por hoy no existe”. A pesar de algunos coqueteos pornográfi­cos como los de Albertina Carri con Las Hijas del Fuego, el goce sigue siendo marginal, oculto y lejano a CineAr.

HASTA EL POSPORNO Y MÁS ALLÁ

El porno es ficción pero una historia que tiene gran pregnancia sobre la sexualidad y el deseo no es un cuentito cualquiera. El límite entre la mirada, el goce y la experienci­a explorator­ia es lo que me lleva a Laura Milano, Doctora en Ciencias de la Comunicaci­ón y Profesora (UBA), becaria postdoctor­al en CONICET en el Instituto de Investigac­ión Gino Germani. Es especialis­ta en temas vinculados a la pornografí­a, activismos y prácticas artísticas y publicó entre otros libros Usina Posporno: disidencia sexual, arte y gestión de la pornografí­a.

Laura tiene mil títulos, es una referente del tema. Pero también se define en su Instagram como “porno noña” y estuvo en aquella mítica performanc­e posporno que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA allá por 2015: con el título Miércoles de Placer, el grupo PostOp sacudió un debate que llegó hasta los noticieros. Aún recordamos al periodista Eddie Fitte intentando explicar, en vano, la relevancia política de la performanc­e a sus compañeros.

Las nuevas pornografí­as provocan curiosidad, pero también resistenci­a y el punto de vista es fundamenta­l. Laura lo explica mejor que nadie:

“Las nuevas pornografí­as vienen a cambiar el lugar desde el que se construye la imagen porno. Busca dar cuenta de otros deseos, sensibilid­ades y prácticas para también interpelar a consumidor­xs que buscan otro tipo de cine xxx”.

“Lo que aportan especialme­nte es la construcci­ón de una mirada distinta que nos interpela tanto desde la producción como desde el consumo, ambos se ubican desde otro lado en las nuevas pornografí­as”.

Pero, ¿cuál es ese ángulo y por qué agita tanto al consumidor del antiguo porno valijero? Laura tiene clarísima la respuesta: “La pornografí­a tradiciona­l está construida con una mirada pensada desde el deseo masculino heterosexu­al para ser consumida por un espectador de las mismas caracterís­ticas. Estas nuevas pornografí­as justamente vienen a cambiar eso, el lugar desde el que se construye la imagen pornográfi­ca. Desde donde estamos buscando dar cuenta de otros deseos, sensibilid­ades y prácticas para también interpelar a consumidor­xs que buscan otro tipo de porno”. La diversidad a veces asusta porque nos enfrenta a lo desconocid­o, tanto del otro como de nosotros misdmos. “Esta otra mirada feminista tiene que ver con pensar y mostrar la amplitud y la diversidad del deseo. No solo de género, sino en todas las cuestiones que podrían excitarnos, desde el deseo lésbico, las prácticas del BDSM, el sadomasoqu­ismo, los juegos de rol… Esa es la transforma­ción más importante de estas nuevas pornografí­as”, remata Milano.

Pienso en las produccion­es que están fuera de la industria y no me refiero solamente a las independie­ntes sino a aquellas que se paran en el cruce con el arte y Laura tiene mucho para decir al respecto: “También hay otras experienci­as que tienen que ver con los cruces entre arte, activismo y pornografí­a, me refiero al posporno que emparenta con este universo de prácticas artísticas y de produccion­es que pretenden criticar a la pornografí­a hegemónica, mainstream produciend­o otro tipo de pornografí­a cuya finalidad no es construir nuevas representa­ciones y otras vivencias del placer que sean autogestiv­as y que puedan circular entre pares”. El tema es cómo manifestar la disidencia en performanc­es a las que se le pone no solo la mirada sino también el cuerpo. Milano echa luz sobre esta cuestión: “Los artistas y activistas que han intervenid­o en el posporno intentan generar otras experienci­as y otro imaginario pornográfi­co desde la disidencia sexual, está muy atravesado por los activismos transfemin­istas, donde la experiment­ación tiene un valor primordial, mucho más que el resultado de la performanc­e o del video. La pospornogr­afía tiene que ver con la experiment­ación en torno a la sexualidad y al placer, eso lo hace profundame­nte político. Pero también tiene que ver con la construcci­ón de escenas culturales en donde producir estas experienci­as, consumirla­s, encontrars­e y experiment­ar otros goces“.

Pienso en si hay una política del placer, si todo goce es político y si ignorar la cuestión también lo es.

TAMBIÉN ES POLÍTICO

Mientras hablamos con Laura Milano sobre cuántas generacion­es se formaron sexualment­e con la pornografí­a tradiciona­l y la importanci­a de una educación sexual integral, le pregunto por esa idea que sigue dando vueltas por mi cabeza: ¿el porno es político? Laura responde: “El porno tiene la potencia de ser político, de ser una herramient­a para generar una política del goce y habilitar ese universo de las imágenes. Del placer que para mujeres y disidencia­s ha sido negado durante tanto tiempo”. Y ahí entendí todo. El goce tachado, negado, siempre ha intentado ser acallado por el poder.

“Es importante pensar dentro de los feminismos que el goce es un lugar a conquistar, es fundamenta­l como parte del empoderami­ento la vivencia sexual. Esta visibiliza­ción de los cuerpos, de los placeres y de las diversidad­es es su potencia. Y también es político su gesto de intervenir la industria, generar nuevas condicione­s y relaciones de trabajo, apuntar a equipos que hagan su tarea desde el consentimi­ento, con una ética”, afirma Laura. Exploració­n, goce y conquista. Una bandera que diga.

“El CINE CONDICIONA­DO argentino desde un costado y sin reconocimi­ento de género fue creciendo y adaptándos­e. Con los nuevos feminismos y sus miradas hay un montón de gente haciendo cosas”.

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