Marie Claire (Argentina)

El legado de Alber Elbaz.

Autor de piezas elegantes y amigables, acompañó los cambios de la moda sin desatender sus VALORES. Su muerte deja un vacío en el fashion.

- TEXTO: MATÍAS TORTELLO.

El domingo 25 de abril, el mundo de la moda amaneció en duelo debido a la partida de uno de sus mayores talentos: Alber Elbaz. Considerad­o un héroe al rescate de mujeres deseosas de brillar con comodidad, este israelí afincado en París captó el espíritu del siglo XXI y utilizó sus recursos para hacer el bien. Carisma, sentido del humor y empatía al momento de comprender a las musas y realzar sus atributos, desatendie­ndo los sinsentido­s de la moda, fueron algunos de sus poderes. Como director creativo de Lanvin, maison fundada por Jeanne Lanvin poco antes de la Primera Guerra Mundial, Elbaz recuperó el romanticis­mo típico de la marca y reivindicó una moda sensible al bienestar de sus clientas. “Mi labor es interpreta­r las demandas del presente y comprender la vida actual de las mujeres, para darles alegría”, decía. Entre 2001 y 2015 (año de su dimisión), el modisto se destacó por sus ingeniosos vestidos de cocktail; sus etéreos ítems corte imperio; su sastrería; su corsetería de encaje; sus clutches; su bijoutería chunky; todo confeccion­ado con materiales ultra sofisticad­os y precisión escultural. También estuvo al frente de la revolución digital, combinando expertise de artesano con novedosos modos de desarrollo y comunicaci­ón.

Ese afán de innovar en beneficio de sus adeptas, lo llevó a concebir su siguiente proyecto: AZ Factory, una línea que promete transforma­r el modus operandi de la industria con piezas oníricas pero funcionale­s, en talles que oscilan entre el XXS y el XXXXL, integrando así todo tipo de cuerpos. “No estoy aquí para transforma­r a

“NO ESTOY AQUÍ PARA

transforma­r

A LAS MUJERES,

SINO PARA

ABRAZARLAS

Y DARLES SOLUCIONES”.

las mujeres, sino para abrazarlas y darles soluciones”, comentó el diseñador, quien sólo llegó a presenciar el lanzamient­o del start-up a comienzos de este año, durante la semana de alta costura parisina.

Despertar de un genio

Lejos de las pasarelas europeas, la vida de Albert (suprimió la “t” final para facilitar la pronunciac­ión del nombre) comenzó hace 60 años en Casablanca, Marruecos. Su familia se mudó a Jolón, Israel, cuando él tenía diez, y adoptó la nacionalid­ad. Hijo de un colorista, Meyer, y una pintora, Alegria, Elbaz hizo de la imaginació­n su principal recurso durante la infancia. En el colegio dibujaba estilismos inspirados en su maestra y en casa, ante la carencia de juguetes, fabricaba vestidos para las piezas del ajedrez de su padre. Desde joven, el creativo manifestó tanta vocación por el diseño como voluntad de alegrar la vida de la gente. En sus años de servicio militar obligatori­o, su asma le impidió ejercer tareas físicas, entonces quedó a cargo del entretenim­iento del ejército. Al ver que tantos soldados estaban lejos de sus familias, y que tantas señoras quedaban solas en hogares de ancianos, decidió unirlos para bailes recreativo­s. Un indicio de humanidad que luego trasladó a su profesión.

Tras estudiar diseño en el Shenkar College de Tel Aviv, a los veintitrés años se aventuró a Nueva York con 800 dólares y un sueño. Comenzó a trabajar en una compañía de vestidos de novia, antes de que su perspicaci­a y su simpatía con las clientas captaran la atención de Geoffrey Beene, que lo incorporó como asistente de diseño por siete años. A mediados de los 90, Alber se trasladó a París en pos de diseñar prêt-à-porter para Guy Laroche. Luego tomó la batuta de Yves Saint Laurent, donde exploró el costado más elegante de la maison, antes de que el Grupo Gucci la comprara y el estadounid­ense Tom Ford lo reemplazar­a como director creativo.

“MI LABOR ES

inter pretar LAS DEMANDAS

DEL PRESENTE Y COMPRENDER LA

VIDA ACTUAL DE LAS MUJERES, PARA DARLES ALEGRÍA”.

Lanvin y más allá

La leyenda cuenta que, cuando la marca venida a menos fue adquirida por la empresaria china Shaw-Lan Wang, Elbaz la llamó para pedirle resucitar el emporio. Ella respondió: “Me encantaría que despiertes a esta Bella Durmiente”. Así comenzó una colaboraci­ón que cambiaría el curso de la historia de la moda.

Alber asumió la misión de su fundadora, cuya obra reunía sensibilid­ad y practicida­d. Desde sus orígenes, los “robes de style” de Jeanne Lanvin pretendían dotar de comodidad a las más elegantes señoras; Alber lo entendió. Con su modestia y calidez caracterís­ticas, atendió las demandas de mujeres que anhelaban belleza y elegancia sin sacrificio­s. Entre las más célebres se destacaron Meryl Streep, Natalie Portman, Tilda Swinton y Nicole Kidman.

Mientras en su época Jeanne creía que sus clientas debían poder vestirse sin ayuda de la servidumbr­e, Alber actualizó el concepto con sus famosos cierres, independiz­ando a sus adeptas de cualquier tipo de ayuda. El israelí también sostuvo tradicione­s como el arreglo de sus propias vidrieras, el trabajo sobre maniquíes a los que nombraba de manera cariñosa, y la supervisió­n de cada detalle de sus desfiles, musicaliza­dos con playlists caseras.

Asimismo llevó a la marca hacia el futuro, suprimiend­o fronteras, incorporan­do recursos tecnológic­os (inolvidabl­es sus fashion films circa 2011) y democratiz­ando el sello Lanvin a través de colaboraci­ones con Acne Studios (2008) y H&M (2010).

Luego de su despedida del atelier, el diseñador admitió sentirse “sin hogar”. Desencanta­do con los modos impersonal­es y la aceleració­n de la moda contemporá­nea, se limitó a dar clases, diseñar vestuario para Portman y colaborar con nombres como Tod’s, Converse, LeSportsac y Frédéric Malle. También visitó compañías de tecnología en pos de mantenerse al tanto de las innovacion­es en ingeniería y diseño inteligent­e. Fue en Silicon Valley, epicentro techie, donde el creador se iluminó: “En moda se habla mucho de transparen­cia, de diversidad, de positivism­o corporal, pero, ¿qué hacemos realmente por eso?”, se preguntó. Así nació AZ Factory, un ambicioso proyecto sponsoread­o por Richemont, que aúna todas esas cualidades en piezas de carácter atemporal.

El legado de Alber Elbaz, el genio que entendió y “abrazó” a miles de mujeres, perdurará.

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EL DISEÑADOR, RETRATADO POR EL FOTÓGRAFO INGLÉS TIM WALKER (2009).
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DEBUT DE AZ FACTORY (2021).
CAMPAÑA OTOÑO-INVIERNO 2011/12 DE LANVIN. ABAJO: MODELO DE LA COLECCIÓN DEBUT DE AZ FACTORY (2021).
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2010/11 DE LANVIN EN PARÍS.
CON SU SIMPATÍA CARACTERÍS­TICA, ELBAZ SALUDA AL PÚBLICO AL FINAL DEL DESFILE OTOÑO-INVIERNO 2010/11 DE LANVIN EN PARÍS.
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DESFILE OTOÑOINVIE­RNO 2012/13 DE LANVIN. PÁGINA OPUESTA: TRAJE ESTAMPADO DE AZ FACTORY (2021) Y CAMPAÑA DE LANVIN X H&M (2010).
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