Proyectos y rutina EN LA PAREJA
Todos sabemos que no es fácil encontrar a la persona indicada, a ese ser que consideramos especial y con quien deseamos construir una pareja. Es una tarea ardua que consume tiempo y una búsqueda escabrosa entre relaciones fugaces, las que a veces se esfuman sin dejar una huella y otras veces nos marcan con sinsabores y desengaños difíciles de superar. Muchas veces nuestra autoestima se resiente y no nos creemos aptos para volver a amar, pero pasado un tiempo, recuperamos el valor y nos lanzamos a la vida nuevamente. Entonces un día, quizá cuando menos lo esperamos, vemos que hemos hallado a esa persona con quien recomenzar y decidimos arriesgarnos. Y luego de un tiempo de estar juntos, cuando estamos seguros de nuestros sentimientos y de que el otro en verdad llegó para quedarse, solemoss cometer el grave error dee dejar de alimentar la rela-ción y comenzamos a con-ducir en piloto automático.. Este es sin duda el errorr más frecuente, el que llevaa muchas veces a un lugarr inesperado. Creemos quee algo que nos costó tantoo tiempo construir no puedee desmoronarse de la nochee a la mañana y nos dejamosos estar. Olvidamos que unn edificio también demorara mucho en ser construido pero se puede derribar en un ins-ins tante.
Sin duda alguna, la forma más común en que se manifiesta ese “dejarse estar”, que finalmente aniquila a una relación, suele ser la rutina. Creemos que la pareja ya tiene cimientos suficientemente sólidos y enfocamos nuestra atención en cuestiones secundarias: factores económicos, laborales, la escuela de los hijos, etc. Perdemos de vista que la base de la familia es la pareja y que la base de esa pareja es el amor romántico. Es así que los cimientos se debilitan y el edificio cae y deja ante nosotros un montón de escombros.
¿Cómo evitar entonces que esto ocurra? En principio, fortaleciendo el romanticismo de la pareja. Es decir, recuperando momentos para volver a estar a solas compartiendo sentimientos, tal como en los primeros tiempos de esa relación. Es preciso crearse espacios para dejar a un lado los problemas cotidianos, para volver a apostar a la conquista del otro. Claro que nadie puede vivir abstraído del entorno y de sus dificultades, pero sí puede y debe rescatar momentos para compartir y disfrutar a solas con su pareja.
En ocasiones, también suele ocurrir que uno de los miembros de la pareja pasa a vivir, pura y exclusivamente, a través del otro. Esto se da en aquellas personas que dejan de lado su propia individualidad y que pretenden con el otro una especie de simbiosis, por cierto para nada saludable. Una persona sin intereses y proyectos personales puede caer presa de esta tendencia de vivir a partir de los logros y proyectos del otro. Esto la llevará a estar demasiado pendiente de las actividades de su pareja, tanto que podrá llegar a ser incluso una carga pesada para ese otro que empezará a sentirse asfixiado. Se debe tener en cuenta que una pareja está compuesta por dos personas, pero eso no significa perder la individualidad.
Es por eso que para que una relación se nutra y se fortifique, no basta con escapar de la rutina. También, es preciso contar con tres proyproyectos: un proyecto en común (compuesto por las metas y anhelos compartidos) y dos proyectos más (que serán propios de cada uno de los miembros de esa pareja y que dependerán de sus deseos individuales). Estar con otro ser y compartir y aspirar a un propósito en común no debe implicar dejar de lado metas individuales. De hecho, son esas mismas metas las que oxigenan muchas veces una relación.