Estamos trastornados
El crecimiento de los casos de trastornos de ansiedad no es una sensación ni una creación mediática: los padecen el 18% de los argentinos y el 80% de ellos, son mujeres
No es casual que estemos escuchando tan seguido hablar de trastornos de ansiedad: en nuestro país, el 18% padece alguno de ellos. Actualmente, estos desequilibrios se disparan en la franja que va de los 30 y los 40 años, afectando en un 80% de los casos a las mujeres. Según los especialistas, somos más vulnerables a la ansiedad no solo por nuestro particular mundo emocional y sensible sino por la actual exigencia de trabajar, atender a la pareja, el hogar y los hijos. En el caso de ellos, el incremento de la consulta por estos trastornos está relacionada con la exigencia de la vida laboral.
Una alarma descompuesta
La ansiedad es una respuesta natural ante el peligro y una emoción que nos protege al ponermos alerta y activar una serie de respuestas que nos permiten salvarnos, como la de salir corriendo, por lo tanto, es un mecanismo que tiene que ver con la supervivencia. Cuando el peligro desaparece, la alarma debiera silenciarse.
Cuando la ansiedad se convierte en trastorno, la activación es irracional, desmedida y desproporcionada en relación al objeto o situación temida. “El sistema nervioso de alguien que padece ansiedad patológica funciona como una alarma muy sensible que se activa ante una ráfaga de viento”, explica la Lic. Valeria Marzucco, psicóloga de la Fundación Fobia Club. La consecuenca del desequilibrio es un malestar psicofísico que incluye sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o preocupación excesiva. Frecuentemente, aparece una preocupación y tensión excesiva por todo, sumado a sensación de cercanía de la muerte en la mayoría de quienes padecen estos trastornos. “El gran desafío es aprender a convivir con la incertidumbre, el querer controlar todo”, sostiene Marzucco.
El ranking
Dentro del espectro de los trastornos de ansiedad están las fobias específicas,
el trastorno de angustia (pánico) con o sin agorafobia, el trastorno de ansiedad generalizada, el de ansiedad social, el obsesivo compulsivo y el de estrés postraumático.
Según Marzucco, los que más llegan a los consultorios de la Fundación Fobia Club son:
Trastorno de pánico: actualmente al tope del ranking de consultas. Se manifiesta con palpitaciones, sudor, sensación de mareo, despersonalización, falta de realidad, nudo en la garganta, opresión en el pecho, temblores, dificultad para respirar, etc. Quien lo padece suele experimentar un miedo intenso y sensación de muerte inminente. Como consecuencia de esto, es bastante común que el paciente inicie una peregrinación por distintos especialistas, como cardiólogos, gastroenterólogos, neurólogos, entre otros, hasta que se llega al lugar indicado.
Trastorno de ansiedad social (TAS): se puede definir como un miedo exagerado y desmedido a las situaciones sociales por temor a ser evaluado en forma negativa. Las situaciones más comunes son rendir un exámen por temor a interactuar con los otros, defender una postura, conquistar a alguien o ir a una entrevista laboral. Los síntomas físicos suelen ser rubor facial, temblor, mente en blanco, palpitaciones y sudoración y se puede llegar al pánico. Muchas veces, el cuadro se complica con adicciones, sobre todo con el consumo de alcohol, para alcanzar la desinhibición.
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG):
se dispara por preocupaciones excesivas y recurrentes en distintas áreas de la vida: el futuro, el trabajo, la familia, la seguridad, etc., frente a los que el paciente no puede dejar de preocuparse.
Estrés vs. ansiedad
Si bien a simple vista pueden confundirse, la ansiedad es una emoción que puede desequilibrarse, mientras que el estrés es la consecuencia del desequilibrio cuando ya se instaló.
El hecho de que a veces las situaciones de estrés pueden llevarnos a sentir ansiedad, mientras que detrás de muchos estados de ansiedad existen acontecimientos estresantes, motiva que se utilicen coloquialmente de forma indistinta. Hay que tener en cuenta que las situaciones estresantes varían según los sujetos, de tal forma que lo que es estresante para algunas personas, no lo es para otras.
El abordaje
El crecimiento de la aparición de trastornos de ansiedad obligó a la mayor divulgación científica e investigación sobre las diferentes maneras de abordarlos. Lo que se recomienda actualmente es hacer hincapié en el diagnóstico integral, que abarque test psicológicos, estudios médicos y dosajes de sangre para investigar distintas enzimas que podrían estar alteradas. “Todo trastorno es bio-psico-social, por lo cual, debería investigarse en todos los niveles”, sostiene Marzucco.
Para el tratamiento, hoy suele combinarse psicoterapia (cognitiva-comportamental) más psicofarmacología (siempre evaluando la severidad del cuadro).
Las palpitaciones y la taquicardia aparecen como síntomas que muchas veces se subestiman: “Ante cualquier caso y teniendo en cuenta nuestra salud, debemos cuidar nuestro corazón ya que estos trastornos impactan negativamente en la función cardíaca favoreciendo el desarrollo de enfermedades coronarias”, advierte la Lic. Adriana Alonso, especialista en Psicocardiología de la Fundación Cardiológica Argentina.
En cuanto a la prevención, se recomienda proyectar en la medida de lo posible pensamientos positivos, cuidar la salud física, aceptarse a uno mismo y no compararse con otras personas consideradas más favorecidas y aprender a expresar nuestras emociones. Por último, es importante realizar ejercicio físico y mantener una dieta equilibrada.
Fuente: “La ansiedad y los ataques de pánico”, de Pablo Oberhoffer (Edit. Andrómeda), “No puedo dejar de preocuparme.
¿Ud. Tiene Tag?”, de Valeria Marzucco (Edit. Galerna) y Centro de Estudios Especializados en
Trastornos de Ansiedad (CEETA).