En busca del Edén
Diseñar el jardín ideal no siempre es fácil. Una paisajista explica cómo lograrlo dependiendo del espacio y las necesidades del usuario
Antes de empezar a armar nuestro jardín es importante tener en claro cuáles son nuestros requerimientos y cuál es el presupuesto disponible con el que contamos. La falta de planificación puede llevarnos a tener un espacio que no pueda ser disfrutado en la medida de nuestras necesidades. No es lo mismo un lugar pensado para hacer reuniones familiares y fiestas, que otro para que los chicos jueguen, o uno más productivo con árboles frutales, huerto y hierbas aromáticas. Las funciones que le queramos dar influirán en la zonificación, circulación y en su diseño final. Así, un jardín mediano o pequeño, se relaciona mayormente con la vivienda a la cual pertenece, mientras que otros más amplios –típico de countries o barrios cerrados- deben conjugarse con un espacio mayor y con lo que ellos expresan.
En cuanto al presupuesto, lo mejor es invertir en aportar suelo de buena calidad o mejorar el existente. La calidad de la tierra es esencial para el futuro crecimiento de las plantas y para que ellas desarrollen todo su potencial.
En su justa medida
Al pensar en nuestro espacio verde, es clave encontrar el equilibrio entre la unidad y la variedad. Esto quiere decir que la armonía y la proporción puedan conjugarse bien con el contraste, movimiento, proporción y todo aquello que produzca una llamada de atención en el observador.
Si tenemos un jardín simétrico, armónico y sin contrastes, puede resultar poco atractivo. Por el contrario, si está plagado de contrastes y movimiento puede inducir a estrés y a no querer quedarse ahí.
Un manera de conseguir unidad es generando “ritmo”, repitiendo un elemento o característica como color, textura y forma en un mínimo de tres veces en lugares estratégicos. Tener en cuenta que las composiciones simétricas generan una unidad, pero pueden resultar aburridas o monótonas si no se hace algo para llamar la atención, como utilizar colores o texturas contrastantes. Los diseñadores de paisaje llaman “tensión” a la repetición de dos elementos, y no tres o más, que pueden ser idénticos o de características similares. Esta tensión ayuda a dar unidad porque nuestro ojo une esos elementos haciendo que el resto acompañe y pase más inadvertido.
Decisiones a tomar
Si se pretende tener un jardín variado, hay dos caminos para lograrlo: aportándole movimiento al diseño a partir de diagonales o curvas, o generando contrastes de color, follaje, textura, forma y tamaño. Algunos consejos importantes:
Elegir plantas de acuerdo al tamaño y la forma final, lo que significa conocer a partir de los libros, viveros o jardines vecinos cómo van a ser dentro de unos años, para evitar que invadan espacios que no le correspondan o que proyecten sombra en lugares no deseados. Esto va a permitir que no se gaste dinero en comprar plantas que posteriormente deberán quitarse.
Determinar si se quiere que el jardín permanezca siempre verde e inalterable durante el año, o que los cambios vayan alertando la llegada de cada estación. Para lo primero se debe optar por árboles y arbustos persistentes o herbáceas perennes de poca o nula floración; mientras que la elección de plantas caducas, proterantes (florecen sin hojas como el membrillero de jardín o prunnus), gramíneas ornamentales - como aquellas de floración llamativa - va a marcar distintos períodos a lo largo del año.
El color se puede aportar por medio de las flores o por el follaje. Si lo que se busca resaltar, son las flores, el follaje debe ser lo mas neutro posible para que éstas se destaquen. Si en cambio se quiere destacar el follaje, tener presente que cuanto mayor contraste de tonalidades haya, menor variedad de flores se requerirán.
Otro punto importante es decidir si se busca un jardín unificado o contrastado. Para el primero, utilizar distintas gamas de un mismo color generando un jardín monocromático o con colores adyacentes ( los que son vecinos en el círculo cromático). Por ejemplo: amarillo - amarillo anaranjado - naranja. Para contrastar elegir colores opuestos o complementarios, como pueden ser, por ejemplo, violeta y amarillo o azul y naranja.