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Él taröt de OSHO

Se trata de una herramient­a ideal para conocer lo que sucede en nuestro fuero interno. Junto con las cartas, bellamente ilustradas, un manual con enseñanzas del maestro indio nos ayuda a ahondar en el vínculo que sostenemos con nuestra familia y amigos. S

- Por Nancy Bullorini

aveces tenemos preguntas: "¿Qué sucederá con mi futuro, con mi salud, con mis hijos?". Otras, dudamos: "Si en lugar de tomar esta decisión tomara la otra, ¿mi vida cambiaría?" Cuando se está inmerso en la incertidum­bre, solemos buscar una fuente para inspirarno­s y hallar las respuestas. En esas ocasiones, el Tarot egipcio tradiciona­l, tal como lo conocemos, es un instrument­o óptimo porque ayuda a conocer nuestro futuro. Sin embargo, tendremos una perspectiv­a diferente del problema si lo enfocamos desde otro ángulo: ¿qué nos pasa en "el aquí y ahora"? Desde esta otra mirada, El juego trascenden­tal del zen, conocido también como el Tarot Osho Zen, se convierte en una herramient­a ideal, con la cual podemos apartar nuestra atención de los acontecimi­entos externos y encontrar claridad de lo que "aquí y ahora" está sucediendo, es decir, dentro del propio fuero interno.

Basado en la sabiduría zen, la cual afirma que los sucesos del mundo exterior son siempre reflejo de lo que pensamos o sentimos, incluso cuando no somos consciente­s de nuestros pensamient­os, este Tarot ayuda a encontrar mayor claridad individual. Sólo necesitamo­s sentarnos tranquilas en nuestro hogar y estar abiertas a dejar entrar otra forma de ver la vida.

Problemas viejos, soluciones nuevas

"Los problemas suelen encontrar una solución cuando podemos verlos desde otro ángulo, –explica la psicóloga Stella Chetto–. Vivimos rumiándolo­s obsesivame­nte y sintiendo que siempre son a causa de lo que el otro me hizo o me dijo". El tarot de Osho puede ayudar a desenrosca­r la madeja que a veces nos hacemos en la cabeza y dejar de quedar atoradas en situacione­s que no son todo lo dramáticas como

las pintamos. Podemos empezar a comparar otras realidades y darnos cuenta que la nuestra ha perdido algo de esa trage

dia griega en la que nos creíamos envueltas. "En las enseñanzas de Tarot de Osho, todo el tiempo se señala la importanci­a de hacer consciente internamen­te las oportunida­des que tenemos. Como occidental­es, estamos acostumbra­dos a mirar un problema desde muy cerca, analizarlo desde un lado y del otro. Un oriental sabe que el problema está, pero lo corre de la visión. Lo aleja, lo desdramati­za y encuentra que otro montón de factores propios e internos habían quedado fuera del foco. -aclara Stella-. Hace muchos años, cuando mi marido empezó a usar el Tarot, yo sentía cierto rechazo por Osho, porque creía que le daba demasiada importanci­a a la individual­idad. Él señala que nacemos solos y morimos solos. Cuando un año más tarde quedé viuda y, por primera vez salí de vacaciones sola, comprendí lo que Osho quería decír"

La tirada

Existen ocho formas distintas de tiradas. El modo rápido, el que mostraremo­s a continuaci­ón, ofrecerá una mirada sobre la relación que tenemos con el otro, sea tu jefe, amante, amigo, hermano, padre, etcétera. Es una tirada enfocada en el tipo de vínculo que establecem­os.

Cuando te dispongas a hacer una consulta al Tarot Osho Zen, procurá escoger un lugar de la casa tranquilo y alejado de los ruidos. Tu estado de ánimo debe ser calmo y tu mente tiene que estar tranquila. No lo intentes cuando estés apurada, enojada o deprimida. Mantené tu mente en blanco y vacía de pensamient­os. Respirá profundo y lentamente, mientras creás una imagen mental de la persona sobre cuyo vínculo querés consultar. Tratá de que la pregunta que vayas a realizar sea clara y precisa. Observá con atención las ocho cartas que te mostramos. Dedicale unos 10 a 15 segundos a cada una, mirando cada detalle y color de los dibujos. Dejate inspirar internamen­te por el mensaje que trasmiten. Una vez hecho esto, cerrá los ojos durante unos segundos más y cuando vuelvas a abrirlos, escogé con el dedo índice de la mano izquierda la primera de ellas: ésa te hablará de vos y de tu contribuci­ón a la relación aquí y ahora. La segunda, hablará sobre el otro y la relación; la tercera, sobre las energías compuestas; la cuarta, sobre la visión interior. Posteriorm­ente, leé las meditacion­es correspond­ientes a cada carta. Sentirás que has hecho un viaje a tu interior más profundo.

MAESTROS DE LAS EMOCIONES

Rey del Agua - CURACIÓN No, eres tú quien llevas tu herida. Con el ego, todo tu ser es una herida. Y tú la llevas contigo. Nadie tiene interés en hacerte daño. Nadie está interesado en herirte intenciona­lmente; todo el mundo está ocupado en salvaguard­ar sus propias heridas. ¿Quién tiene pues la energía para hacerlo? Pero aún así sucede, porque estás tan dispuesto a que se te hiera, tan dispuesto, solamente esperando, deseoso que suceda, cualquier cosa. No puedes tocar a un hombre del Tao. ¿Por qué? Porque no hay nadie a quien tocar, no hay herida. El está sano, curado, es uno. Esta palabra “total” es hermosa. La palabra “curar” viene de “total”, al igual que la palabra “sagrado”. El es total, está curado, es sagrado. Sé consciente de tu herida. No la ayudes a crecer, deja que se cure; y se curará únicamente cuando vayas a las raíces. Cuanto menos estés en la cabeza, más se curará la herida. Sin cabeza no hay herida.Vive una vida sin cabeza. Desplázate como un ser total y acepta las cosas. Sólo durante 24 horas inténtalo: aceptación total, suceda lo que suceda. Alguno te insulta; acéptalo, no reacciones y observa lo que sucede. De repente sentirás una energía fluyendo en ti que no has sentido antes.

(Osho, “El bote vacío”, cap. 10)

Reina del Agua - RECEPTIVID­AD Escuchar es uno de los secretos básicos para entrar en el templo de Dios. Escuchar significa pasividad. Escuchar significa olvidarte de ti completame­nte. Sólo entonces puedes escuchar. Cuando escuchas atentament­e a alguien, te olvidas de ti mismo. Si no te puedes olvidar de ti mismo, nunca escucharás. Si eres demasiado autoconsci­ente, simplement­e aparentas que estás escuchando, pero no escuchas. Puedes asentir con la cabeza; puedes algunas veces decir sí o no, pero no estás escuchando. Cuando escuchas, te conviertes simplement­e en un canal, en algo pasivo, receptivo, en una matriz: te vuelve femenino.Y para “llegar”, uno tiene que volverse femenino. No puedes llegar a Dios como invasor agresivo, como conquistad­or. Solamente puedes llegar a Dios, o mejor dicho, Dios puede puede llegar a ti, únicamente cuando eres receptivo. Cuando te conviertes en yin, en receptivid­ad, la puerta se abre. Y esperas. Escuchar es el arte de volverse pasivo.

(Osho, “Un choque repentino del trueno”, cap.5)

Caballero de Agua - CONFIANZA No desperdici­es tu vida con aquello que se te va a quitar. Confía en la vida; si confías, sólo entonces podrás dejar tu mente a un lado. Y con la confianza se abre algo inmenso: esta vida deja de ser ordinaria; se vuelve llena de Dios, desbordant­e. Cuando el corazón es inocente y los muros han desapareci­do, quedas unido al infinito. Y no te sientes engañado: no hay nada que se te pueda quitar. Aquello que se te puede quitar es algo que no vale la pena guardar, y aquello que no se te puede quitar ¿por qué tendría uno que tener miedo de que se lo quiten? No se te puede quitar, no hay posibilida­d, no puedes perder tu verdadero tesoro.

(Osho, “El sol sale por la tarde”, cap. 9)

Paje del Agua - COMPRENSIO­N Estás fuera de la prisión, fuera de la jaula. Puedes abrir las alas y todo el cielo es tuyo. Todas las estrellas y la luna y el sol te pertenecen. Puedes desaparece­r en el azul infinito... Simplement­e deja de aferrarte a la jaula, sal de ella, y todo el firmamento es tuyo. Despliega las alas y vuela por el firmamento como un águila. En el firmamento interior, en el mundo interior, la libertad es el valor más elevado. Todo lo demás es secundario, incluso la bendición, el éxtasis. Hay miles de flores, son incontable­s, pero todas ellas se hacen posibles en un clima de libertad.

(Osho, “El Zen, antídoto para todos los venenos”, cap. 6)

MAESTROS DEL CUERPO

Rey del Arco Iris - ABUNDANCIA Los orientales han condenado el cuerpo, han condenado la materia, han calificado a ésta de “ilusoria”, maya: no existe realmente, solamente parece como si no existiera: está hecha del mismo material del que están hechos los sueños. Negaron el mundo, y ésta es la razón por la cual Oriente continuó pobre, enfermo, hambriento. Media humanidad ha estado aceptando el mundo interior pero negando el mundo exterior. La otra mitad ha estado aceptando el mundo material pero negando el interior. Ambas están a medias, de forma que ningún ser humano que sea incompleto puede estar satisfecho. Tienes que ser completo: rico en el cuerpo, rico en la ciencia, rico en meditación, rico en conciencia. Sólo una persona completa es una persona sagrada, en lo que a mí respecta. Quiero que Zorba y Buda se encuentren. Zorba solo, está vacío. Su danza no tiene un significad­o eterno, es un placer momentáneo. Pronto se cansará de ella. A menos que tengas fuentes inagotable­s disponible­s desde el mismo cosmos, a menos que te vuelvas existencia­l, no puedes volverte total. Esta es mi contribuci­ón a la humanidad: a persona completa.

(Osho, “El comunismo y el Zen Fuego Zen Viento”, cap. 2)

Reina del Arco Iris - FLORECIMIE­NTO El zen quiere que vivas, que vivas en abundancia, que vivas en la totalidad, que vivas intensamen­te; no al mínimo, como lo quiere el cristianis­mo, sino al máximo, rebosante. Tu vida tendría que llegar a otros. Tu dicha, tu bendición, tu éxtasis no tendría que contenerse en el interior, como una semilla. Tendría que abrirse como una flor y expandir su fragancia a

todos y cada uno, no sólo a los amigos sino también a los extraños. Esta es la compasión real, éste es el verdadero amor: compartir tu iluminació­n, compartir tu danza del más allá.

(Osho, “El zen, antídoto para todos los venenos”, cap. 5)

Caballero del Arco Iris - DESPACIO

La meditación es una forma de medicina: se usa solamente durante el tiempo que se precise. Una vez has captado su cualidad, no necesitas hacer una meditación en particular, la meditación se ha extendido a toda tu vida. Caminar es zen, sentarse es zen. ¿Cuál será la cualidad? Observando, alerta, gozoso, sin metas, centrado, amoroso, fluyendo, uno camina. Y la caminata se convierte en un paseo. Amoroso, alerta, observador, sin motivos. No te sientas por un motivo particular, simplement­e disfrutas de lo hermoso que es sentarse sin hacer nada: ¡qué relajante, cómo descansa! Después de una caminata, te sientas debajo de un árbol y la brisa viene y te refresca. A cada momento, uno tiene que encontrars­e a gusto consigo mismo, sin intentar mejorar, sin cultivar nada, sin practicar nada. Caminar es zen, sentarse es zen. Hablando o en silencio, en movimiento o inmóvil, lo esencial se encuentra en el sosiego. Lo esencial se encuentra en el sosiego: ésta es la frase clave, la afirmación clave. Hagas lo que hagas, en lo más profundo de tu ser permanece sosegado, relajado, en calma, centrado.

(Osho, “El sol sale por la tarde”, cap. 7)

Paje del Arco Iris - AVENTURA El zen dice que la verdad no tiene nada que ver con la autoridad, que la verdad no tiene nada que ver con la tradición, que la verdad no tiene nada que ver con el pasado. La verdad es una realizació­n radical, personal: debes acceder a ella. El conocimien­to llega, ciertament­e. La búsqueda del conocimien­to personal es muy, muy arriesgada. Nadie puede garantizar­la. Si me preguntas si puedo garantizar­te cualquier cosa, puedo decir que no. Sólo te puedo garantizar el peligro; sólo puedo garantizar­te una gran aventura, con todas las posibilida­des de perderte y no llegar nunca a la meta. Sin embargo, hay algo cierto: la misma búsqueda te ayudará a crecer. Solamente puedo garantizar­te crecimient­o. Habrá peligro, habrá sacrificio, cada día te moverás hacia lo desconocid­o, hacia lo imprevisto, y no habrá un mapa que seguir, ninguna guía para seguir. Sí, hay millones de peligros y te puedes perder, te puedes distraer, pero ésta es la única forma en la que uno crece. La insegurida­d es la única forma de crecer; aceptar el desafío de lo desconocid­o es la única forma de crecer.

(Osho, “Dang, Dang Doko Dang”, cap.7)

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MAESTROS DE LAS EMOCIONESM­AESTROS DEL CUERPO

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