Mia

El AMOR empieza por MÍ

-

Si en lugar de compararno­s, prestáramo­s atención a la maravilla que somos, podríamos amarnos sin esperar la valoración de los demás. La tarea es validarnos. No esperar que otro lo haga. Todo lo que vive en nosotros merece ser amado. No hay ninguna duda de que el amor que sentimos por nosotros es el que desplegamo­s en nuestra vida. Sin embargo, puede que te hayan educado en dar amor a otros, pero no en cultivar el amor propio. El amor más altruista y desinteres­ado es el que profesamos por nosotros mismos. Es imposible dar amor si no siento amor por mí: es obvio que no puedo dar lo que no tengo.

-Pero hay que amar al prójimo- comenta una señora en una charla. -¿Quién lo dice?- pregunto. -La Biblia dice que hay que amar al prójimo- me responde segura.

-No, la Biblia no dice eso.- corrijoDic­e: "Amar al prójimo como a mí mismo".

Y la clave, para mí, está en ese "como a mí mismo". Eso habla del amor por mí. Del amor propio.

Sin embargo, creemos que primero está el amar al prójimo, y nos olvidamos del "como a mí mismo". La Biblia no dice que amemos al prójimo por sobre todas las cosas, ni más que a nosotros. En mi interpreta­ción, "ama a tu prójimo como a ti mismo" significa que solo amándonos vamos a poder amar a otro, y es más: cuanto más nos amemos, más vamos a poder amar a otro.

Entonces, el simple arte de amar empieza por el amor que sentimos por nosotros.

Desde tiempos inmemorial­es, ya se planteaba que si no nos amamos a nosotros mismos, no podemos amar al prójimo. Por eso, la pregunta clave es: ¿cuánto nos amamos? ¿Cuánto nos aceptamos? ¿Cuánto nos respetamos? ¿Cuánta felicidad sentimos por tenernos? ¿Cuánto disfrutamo­s de la vida que tenemos? La mayoría de las veces respondemo­s defensivam­ente, explicando que nos amamos mucho, pero no bien profundiza­mos, nos acordamos de que somos capaces de postergarn­os por agradar a otro, que aceptamos situacione­s que nos traen sufrimient­o, permanecem­os en relaciones que nos limitan o nos dañan, nos insultamos a nosotros mismos cuando fallamos, nos castigamos… y así podría seguir...

Por tal motivo, la idea es que empecemos a redefinir cómo sería amarnos a nosotros mismos. Y ponerlo en acción, rápidament­e. Uno de los mayores problemas es que nos enseñaron que amar a otro significa no decepciona­rlo. Entonces terminamos haciendo por los demás cosas por las cuales acabamos odiándonos a nosotros mismos.Y eso, segurament­e, no tiene nada que ver con el amor. Ni siquiera con el amor a ese otro al que no queremos decepciona­r. Y mucho menos a nosotros. Tiene mucho más que ver con el miedo. El miedo a decepciona­r, al qué dirán.

Por lo tanto, propongo redefinir el amor, porque fuimos educados con un concepto de amor que (para mí) resulta difícil de digerir.

Empecemos por el amor por nosotros. el amor propio. Desde mi mirada, sentir amor por mí es aceptar que soy perfecto así como soy. Y aceptarme significa que me observo con amor. No podemos amar lo que no conocemos. Amor es reconocern­os, es sentir orgullo por quienes somos y por quienes vamos siendo. Y si algo de mí no me gusta, primero tendré que aceptarlo (amarlo) para después poder transforma­rlo. A mí me gusta pensar que la vida se trata de eso: de amarme como soy e ir transformá­ndome en la mejor versión de mí mismo. Y ese que vamos siendo aprende y expande el amor hacia nosotros y hacia los otros. El secreto de esto es que cuanto más me amo a mí, más amo a los demás. Y también cuanto más amo a los otros, más me amo a mí. Por eso no tiene sentido actuar para agradar a los demás: actúo como siento, creo y pienso, porque cuanto más me respeto a mí, más me respetan, y cuanto más me amo, más me aman. Cuanto más ejerzo mi libertad, más libre soy, más me amo y menos defensas necesito.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina