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Saber agradecer

- Por Tony Kamo* Del libro “Los 10 escalones hacia la felicidad”, Urano (www.edicionesu­ranoargent­ina.com)

Todos nosotros lo hemos hecho alguna vez: no apreciamos lo que tenemos en su justo valor; solo nos lamentamos por lo que no tenemos o no hemos alcanzado todavía. Esa actitud o visión de la vida nos hace infelices e insatisfec­hos crónicos, y tiene un nombre: falta de gratitud.

La gratitud con mayúsculas no se limita a "dar las gracias" cuando te hacen un regalo o un favor, o te dan el cambio de lo que acabas de comprar en la tienda, o te pasan el pan o la sal cuando estás comiendo. Esa no es más que una frase de cortesía. La gratitud de la que quiero hablarte en este tema supone un cambio de perspectiv­a de ciento ochenta grados. Es una actitud ante la vida. Es dar las gracias por el simple hecho de estar vivo. Es interpreta­r todo lo que nos ocurre desde una actitud positiva y no dejar nunca que influyan en nuestro ánimo de forma negativa.

La gratitud es sentir aprecio por la persona que nos ha prestado su ayuda sin esperar nada a cambio. Debe nacer desde el corazón. Muchas veces lo que valoramos de la conducta del otro no es tanto el acto en sí mismo como la amabilidad y el desinterés que nos ha demostrado.

El primer paso, sin duda, es la humildad. Para sentirnos verdaderam­ente agradecido­s, debemos ser capaces de reconocer que no somos autosufici­entes, que necesitamo­s de otras personas. El ser humano no puede ser feliz solo en el universo, necesita de la comunidad. Cuando reconocemo­s esto, es cuando valoramos de verdad lo que los demás hacen por nosotros.

Por eso, hemos de aprender a dar, pero también a pedir ayuda y a recibirla. Porque entonces no solo nos sentimos agradecido­s, sino que el que da, por norma general, se siente mucho mejor. Por ese motivo, debemos dejar que otras personas nos ofrezcan ayuda.

Dar las gracias cada día por lo que somos y tenemos es un ejercicio gratifican­te. Son tantas y tantas las cosas buenas que nos pasan en la vida, empezando por el amor que recibimos de nuestros padres desde el momento de nacer.

Sostiene Álex Rovira: "La gratitud es amable, es decir, invita a amar. Tanto para el que la expresa como para el que la recibe, la gratitud abre la puerta a compartir, reconocer y celebrar el valor de lo vivido y la presencia del otro".

El amor, la protección y el cuidado con que nos obsequian nuestros seres queridos suelen ser muy habituales en nuestra vida. ¿Y cuántas veces se los agradecemo­s?

El siguiente paso, por lo tanto, es comenzar a expresarle­s esa gratitud.

En principio bastaría con un simple gracias, sincero y de corazón, aunque existen muchas formas distintas de mostrarte agradecido con alguien: Una sonrisa o un abrazo. Una carta de agradecimi­ento. Un notita con una frase (por ejemplo, "Gracias, eres el mejor") colocada en un sitio visible para la otra persona. Unas flores o un obsequio sencillo. Una llamada por teléfono o incluso un mensaje por el móvil. Un plato favorito cocinado con mucho amor. Un viaje sorpresa. Una cena romántica con velas. Hay un sinfín de formas de dar las gracias, de todos los tipos y para todas las ocasiones. ¡Puedes ser todo lo creativo y original que quieras! Lo importante es reconocer esa emoción y demostrar al otro tu gratitud.

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