EDITORIAL

Ya promedia noviembre, el clima va y viene, la plata va pero no vuelve y vos ahí estás, con el estrés anticipado de fin de año ya en tu cara, tus músculos y, por supuesto, tus neuronas. Ese viajecito que antes hacías a mitad de año lo fuiste corriendo porque más vale un buen viaje de vacaciones que varios volando, y ya estrujás el almanaque a ver si las "vacas" llegan antes... Sea cual fuera tu situación, lo cierto es que a esta altura del año, aunque no se pueda, mejor relajarse y gozar... O al menos, si no podés gozar, ¡relajate!

No sé si en esta edición vas a encontrar demasiadas cosas para lograrlo, pero el sólo hecho de tomarte tu tiempo para, tecito o mate mediante, sentarte a leer la revista suma para cortar la locura diaria. Pero si estás algo depre o bajoneada, te aconsejo leer de entrada la nota de Joan Collins (48-49). ¿Quién puede olvidar a la actriz que dio vida a una de las más grandes villanas de la tele, en aquella serie que todos recordamos llamada "Dinastía", cuando odiábamos a su Alexis Carrington mientras le copiábamos sus blusas con hombreras? Pues bien, sólo para que no te desanimes, sabé que tiene 85 años y un marido de 52, que al parecer no está con ella por dinero porque tiene tanto o más que su mujercita... ¡Y que se llevan genial! Yo elijo creerle. Porque a Joan, queridas, yo lo creo absolutamente todo. Y desde ahora, se ganó aún más mi admiración, porque ella, que jamás se deja ver sin su peluca negra, maquillada y espléndida, se animó a hacer en un corto el personaje de una anciana que vive en un asilo, y ella misma mostró su look, con una mañanita de lana, zapatillas, calcetines y más arrugas y canas de las que debe lucir en su casa, al natural. Eso, Mirtha o Susana no lo harían jamás... Lección de diva total y real.