Que difícil es adelgazar
Aunque creas que solo se trata de que no te cosés la boca, atendé a este dato: desde que cambiamos el teléfono fijo por el celular, caminamos 110 km menos por año. Hay más causas para tener en cuenta.
Según las últimas cifras oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso y más de 650 millones son obesos. “En las últimas dos décadas, mantener un peso saludable se ha convertido en un desafío cada vez más difícil de alcanzar. No estamos diciendo que tenemos excusas para no estar en nuestro peso correcto, porque el que toma la decisión de cuidarse, logra los resultados; pero sí que el mundo y los hábitos de vida actuales tienden a llevarnos al sobrepeso. Vivimos en sociedades “obesogénicas”, es decir, que nos empujan de una u otra manera hacia el sobrepeso”, explica el Dr. Rubén Salcedo, director médico de Clínica Diquecito.
Tecnología y sedentarismo
Los avances tecnológicos han sido significativos en los últimos años y han permitido que muchas áreas de nuestras vidas mejoren notablemente. Sin embargo, también nos han llevado a tomar una actitud sedentaria, ya que cada vez se necesitan menos acciones físicas para lograr los mismos resultados. Pensemos solamente en la comida a domicilio, el control remoto reemplazando los pasos para cambiar de canal, las compras de supermercado a un click de distancia, las escaleras mecánicas, solo por citar algunos ejemplos. ¿Cuánta actividad física hemos dejado de realizar a causa de estas comodidades obtenidas?
Según Salcedo, “la Organización Mundial de la Salud sugiere que mínimamente caminemos 10.000 pasos al día para tener un buen estado físico. Con el programa de podometría que viene incorporado en la mayoría de los celulares, podemos darnos cuenta de que difícilmente llegamos a la meta y que rara vez superamos los 4 a 5 mil pasos diarios. Como contraste, la comunidad religiosa Amish, que está opuesta a la tecnología, camina entre 14 y 18 mil pasos por día”.
Solo la incorporación del celular, hace ya cerca de 20 años, y el abandono del teléfono fijo nos llevó a caminar 110 kilómetros menos al año. “Al movernos cada vez menos, la masa muscular se va atrofiando, reduciendo su tamaño. Mientras más dejamos de usar nuestros músculos, menos calorías quemamos”, sostiene el experto.
Días más largos
Otro de los factores que han hecho que el sobrepeso se incremente es la reducción de las horas de descanso o, visto desde otro punto de vista, la extensión de la jornada. A diferencia de como se vivía un siglo atrás, la luz eléctrica ha ampliado significativamente la cantidad de horas activas del día y esto nos ha llevado a dormir mucho menos que lo que dormían nuestros padres y abuelos. Esta situación tiene al menos dos implicancias muy negativas como explica el especialista: “Al dormir menos de 7 horas (es el mínimo recomendado), alteramos la producción de dos hormonas muy importantes: la Leptina y la Grelina. La primera es la encargada de indicarle al cuerpo la saciedad; la segunda, en tanto, es la que estimula la sensación de hambre, la cual se eleva cuando el descanso es insuficiente. Por eso es que cuando dormimos poco, al día siguiente, solemos tener mucha más hambre de lo habitual y comemos desmedidamente.”
Por otro lado, al extender nuestras jornadas, alargamos también el tiempo de exposición y acceso a los alimentos. Si a esto le sumamos la sobrecarga de nuestras agendas, el incremento de los eventos sociales, veremos que a más cantidad de horas de actividad, mayor tiempo de acceso a la comida y mayores posibilidades de sobreingesta. “Los ganaderos y agricultores, para engordar al animal, lo dejan con la luz prendida durante todo el día. Eso hace que el tiempo de exposición a la comida sea mayor y coman más. Y eso mismo pasa, a otra escala, con nosotros”, ejemplifica Salcedo.
Estrés permanente
Este desequilibrio instala un estado de tipo depresivo y el organismo tiende a buscar algún tipo de gratificación externa para no deprimirse que puede ir desde la sobreingesta de alimentos, o más bien alimentos altos en grasas, hasta la dependencia a drogas duras. En otras palabras, mientras más estresados estamos, incrementamos las chances de refugiarnos en la sobrealimentación como vía de escape y gratificación.
Alimentos industrializados
Los mismos que nos han simplificado la vida, nos han llevado a situaciones de exceso de peso. Está comprobado que cuando reemplazamos la comida casera por otras más industrializadas del mismo tipo, incorporamos en promedio un 30% de calorías extras. “El marketing de los alimentos tiene también una incidencia muy grande en este aspecto. Cuando vamos a comprar a un supermercado, todo está finamente calculado para encontrarnos, a la altura de nuestros ojos, con ciertos alimentos que no son necesariamente los más saludables, pero que terminamos comprando. Incluso, se usa más luz blanca que amarilla para que pestañemos menos e incrementemos el tiempo de exposición a los productos”, explica el médico.
Estimulantes del apetito
Numerosos alimentos industrializados tienen en su composición química estimulantes del apetito como el glutamato de sodio: esta sustancia hace que uno empiece a comer y le cueste parar. “No es una sustancia prohibida y consigue que sea muy difícil controlar el apetito”, concluye Salcedo
La Organización Mundial de la Salud sugiere que mínimamente caminemos 10.000 pasos al día para tener un buen estado físico.