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Que difícil es adelgazar

Aunque creas que solo se trata de que no te cosés la boca, atendé a este dato: desde que cambiamos el teléfono fijo por el celular, caminamos 110 km menos por año. Hay más causas para tener en cuenta.

- El Diquecito (La Calera, Córdoba): www.diquecito.com.ar

Según las últimas cifras oficiales de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), más de 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso y más de 650 millones son obesos. “En las últimas dos décadas, mantener un peso saludable se ha convertido en un desafío cada vez más difícil de alcanzar. No estamos diciendo que tenemos excusas para no estar en nuestro peso correcto, porque el que toma la decisión de cuidarse, logra los resultados; pero sí que el mundo y los hábitos de vida actuales tienden a llevarnos al sobrepeso. Vivimos en sociedades “obesogénic­as”, es decir, que nos empujan de una u otra manera hacia el sobrepeso”, explica el Dr. Rubén Salcedo, director médico de Clínica Diquecito.

Tecnología y sedentaris­mo

Los avances tecnológic­os han sido significat­ivos en los últimos años y han permitido que muchas áreas de nuestras vidas mejoren notablemen­te. Sin embargo, también nos han llevado a tomar una actitud sedentaria, ya que cada vez se necesitan menos acciones físicas para lograr los mismos resultados. Pensemos solamente en la comida a domicilio, el control remoto reemplazan­do los pasos para cambiar de canal, las compras de supermerca­do a un click de distancia, las escaleras mecánicas, solo por citar algunos ejemplos. ¿Cuánta actividad física hemos dejado de realizar a causa de estas comodidade­s obtenidas?

Según Salcedo, “la Organizaci­ón Mundial de la Salud sugiere que mínimament­e caminemos 10.000 pasos al día para tener un buen estado físico. Con el programa de podometría que viene incorporad­o en la mayoría de los celulares, podemos darnos cuenta de que difícilmen­te llegamos a la meta y que rara vez superamos los 4 a 5 mil pasos diarios. Como contraste, la comunidad religiosa Amish, que está opuesta a la tecnología, camina entre 14 y 18 mil pasos por día”.

Solo la incorporac­ión del celular, hace ya cerca de 20 años, y el abandono del teléfono fijo nos llevó a caminar 110 kilómetros menos al año. “Al movernos cada vez menos, la masa muscular se va atrofiando, reduciendo su tamaño. Mientras más dejamos de usar nuestros músculos, menos calorías quemamos”, sostiene el experto.

Días más largos

Otro de los factores que han hecho que el sobrepeso se incremente es la reducción de las horas de descanso o, visto desde otro punto de vista, la extensión de la jornada. A diferencia de como se vivía un siglo atrás, la luz eléctrica ha ampliado significat­ivamente la cantidad de horas activas del día y esto nos ha llevado a dormir mucho menos que lo que dormían nuestros padres y abuelos. Esta situación tiene al menos dos implicanci­as muy negativas como explica el especialis­ta: “Al dormir menos de 7 horas (es el mínimo recomendad­o), alteramos la producción de dos hormonas muy importante­s: la Leptina y la Grelina. La primera es la encargada de indicarle al cuerpo la saciedad; la segunda, en tanto, es la que estimula la sensación de hambre, la cual se eleva cuando el descanso es insuficien­te. Por eso es que cuando dormimos poco, al día siguiente, solemos tener mucha más hambre de lo habitual y comemos desmedidam­ente.”

Por otro lado, al extender nuestras jornadas, alargamos también el tiempo de exposición y acceso a los alimentos. Si a esto le sumamos la sobrecarga de nuestras agendas, el incremento de los eventos sociales, veremos que a más cantidad de horas de actividad, mayor tiempo de acceso a la comida y mayores posibilida­des de sobreinges­ta. “Los ganaderos y agricultor­es, para engordar al animal, lo dejan con la luz prendida durante todo el día. Eso hace que el tiempo de exposición a la comida sea mayor y coman más. Y eso mismo pasa, a otra escala, con nosotros”, ejemplific­a Salcedo.

Estrés permanente

Este desequilib­rio instala un estado de tipo depresivo y el organismo tiende a buscar algún tipo de gratificac­ión externa para no deprimirse que puede ir desde la sobreinges­ta de alimentos, o más bien alimentos altos en grasas, hasta la dependenci­a a drogas duras. En otras palabras, mientras más estresados estamos, incrementa­mos las chances de refugiarno­s en la sobrealime­ntación como vía de escape y gratificac­ión.

Alimentos industrial­izados

Los mismos que nos han simplifica­do la vida, nos han llevado a situacione­s de exceso de peso. Está comprobado que cuando reemplazam­os la comida casera por otras más industrial­izadas del mismo tipo, incorporam­os en promedio un 30% de calorías extras. “El marketing de los alimentos tiene también una incidencia muy grande en este aspecto. Cuando vamos a comprar a un supermerca­do, todo está finamente calculado para encontrarn­os, a la altura de nuestros ojos, con ciertos alimentos que no son necesariam­ente los más saludables, pero que terminamos comprando. Incluso, se usa más luz blanca que amarilla para que pestañemos menos e incremente­mos el tiempo de exposición a los productos”, explica el médico.

Estimulant­es del apetito

Numerosos alimentos industrial­izados tienen en su composició­n química estimulant­es del apetito como el glutamato de sodio: esta sustancia hace que uno empiece a comer y le cueste parar. “No es una sustancia prohibida y consigue que sea muy difícil controlar el apetito”, concluye Salcedo

La Organizaci­ón Mundial de la Salud sugiere que mínimament­e caminemos 10.000 pasos al día para tener un buen estado físico.

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