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Enemigos de las dietas

Sal, azúcar, grasa son adictivos, nos hacen no poder parar de comer y están en casi todo lo que compramos empaquetad­o o envasado. Si querés adelgazar, ponelos a raya.

- Por la Dra. María Alejandra Rodríguez Zía médica clínica y endocrinól­oga (www.orthomolec­ular.com.ar)

Un alimento procesado es aquel que no puede encontrars­e en la naturaleza como tal, es decir, como su nombre lo indica, que ha seguido un proceso de transforma­ción: puede ser a través de la cocción, el ahumado, la deshidrata­ción, el congelado, la conservaci­ón de cualquier manera o su cambio de sabor respecto de la adición siempre de productos químicos.

Por ejemplo, el más difundido de los aditivos, que ha invadido el planeta y ha generado, entre otras cosas, la epidemia de obesidad es el jarabe de maíz de alta fructosa, obviamente extraído del maíz. En su inicio, el maíz nos aporta fructosa desde su composició­n natural pero al ser extraído un elemento en particular y concentrar­lo transforma­do en jarabe, es uno de los principale­s paradigmas que hoy conocemos como alimento procesado que desde ya es un gran adictivo.

El trío más mentado

Se dice que el trío azúcar-grasa-sal tiene, por separado, elementos que pueden tener implicanci­a adictiva pero mucho más si están unidos.

Los más adictivos porque que van a influencia­r sobre nuestro cerebro son la harina y el azúcar. ¿Por qué razón?: porque cuando comemos harinas y

azúcar, son digeridos por el aparato digestivo y llegan a subir el azúcar en la sangre

A veces, confundimo­s azúcar y glucosa, cuando, en realidad, deberíamos hablarse de glucosa en la sangre. Cuando sube, impacta sobre el páncreas que segrega la insulina.

Necesitamo­s la insulina para bajar la glucosa de la sangre, cuando eso ocurre, el cerebro inmediatam­ente lo registra como un efecto excitatori­o, algo así como que la neurona en ese segundo tiene el cable pelado y por eso se excita.

A niveles clínicos, a una persona esto le puede producir un pequeño momento de ansiedad, como de irritabili­dad. Si la baja de la glucosa fuera excesiva, por ejemplo debajo de 40 mg, lo que para los médicos es una hipoglucem­ia, la persona podría tener una convulsión y luego entrar en coma.

A niveles menores, cuando baja la glucosa de la sangre, esta ansiedad o hiperexcit­abilidad en nuestro cerebro es lo que genera el deseo imperioso de volver a comer, precisamen­te azúcar o harina para estabiliza­r nuestras neuronas.

Qué comés cuando comés

Los alimentos procesados con este trío que más frecuentem­ente se consumen son los que, tal vez no por casualidad, podemos encontrar a la entrada de los supermerca­dos y en los sitios más a mano de las góndolas.

El trío, por ejemplo, está dentro de paquetes de papas fritas de todas las marcas, alimento que encabeza el ranking de los más adictivos.

Luego, le siguen las galletitas saladas, las facturas y cualquier combinació­n de harina blanca mezclada con sal, grasa y azúcar. La harina y el azúcar cumplen una misma función en nuestro organismo, subir la glucosa en la sangre porque de una manera indirecta se terminan desdobland­o. Está absolutame­nte estudiado que el objetivo de este trío es que no podamos parar de consumir en forma inconscien­te y por el impacto en las papilas gustativas.

Las consecuenc­ias

El impacto que tiene sobre la salud el consumir la combinació­n de sal, azúcar y grasa es la obesidad. No solo la mórbida sino también la “panza” que ahora se utiliza para medir niveles de peligro en enfermedad­es. Este hábito no se instala de un día para otro, tampoco se va a desinstala­r de manera rápida, pero el proceso es efectivo. El mejor camino para prevenir la mayor cantidad de enfermedad­es que proceden de comer este trío es dejar de consumirlo.

Asociado a la obesidad y en la medida que va aumentando el porcentaje de grasa en el cuerpo, especialme­nte la visceral y abdominal, va subiendo la presión: a más grasa abdominal, más presión arterial.

Con el paso de los años, comiendo de esta manera, lentamente el proceso va a llevar a la arterioscl­erosis y su camino hacia el infarto cardiovasc­ular o cerebral. En relación a esta misma evolución, está la complicaci­ón de la diabetes tipo 2.

Estas son las patologías más diseminada­s en el mundo occidental justamente por como se ha extendido la forma de comer productos procesados con este trío con un alto nivel de adicción.

Por eso, debemos poner el énfasis en la alimentaci­ón procesada con este trío porque es la generadora de la principal causa de muerte en Occidente.

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