EDITORIAL
Tal vez te pase, como a nosotras cuando llegó el momento de "hacer la tapa", que pienses que hablar y mostrar moda, tendencias, lo nuevo sea un sinsentido carente de respeto y buen gusto en un país que trata de sobrevivir a un tsunami económico, político y social. Pero, tal vez como nosotras, termines pensando que es una forma de defender la alegría, como diría Mario Benedetti.
No seremos los primeros ni los únicos. Chanel tuvo que reconvertirse después de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Te sorprenderías si leyeras algunos blogs de moda de Venezuela y no actuales sino de 2015 (www. letroupeblog.com/2015/05/moda-entiempos-de-crisis). En 2009, Europa mostraba pasarelas austeras porque eran tiempos duros y decían que era nuevo para ellos y no para Latinoamérica, acostumbrada a vivir en crisis.
En los peores tiempos, se debiera pelear por la alegría. Es el mejor momento para defender la música, el arte, un buen libro, la belleza, la moda porque la alegría es de esas pocas cosas que no debieran sacarnos. Por eso, ¡moda porque sí!, porque la podemos ver y disfrutar, inspirarnos y poner en marcha la creatividad para llegar a usar eso que vimos y tanto nos gustó, no negarnos el inmenso placer de ver un desfile, una pasarela, el genio de un diseñador. Después, volveremos a la realidad de que no podemos comprarnos nada pero nadie nos habrá sacado aquella alegría.
El BAFWEEK también fue un espejo de esta realidad. Tal vez no se vio mucho nuevo pero sí mucho lindo. Una idea madre que llama a reinventar lo
que tenés, a gastar en un detalle que te ponga de moda de nuevo eso que tenés de hace tres veranos, a usar materiales accesibles en diseños ponibles. Les dejaremos a los que saben el análisis de la moda de hoy en la Argentina pero solo con los ojos del sentido común quedó claro que esta nueva temporada fashion trajo propuestas racionales, que se pueden usar todo el día y convertir en equipos.
Si no podemos más que mirar y disfrutar, celebremos eso y tomemos fuerza para seguir cambiando la historia y conseguir que algún día la alegría sea completa.