Pulir la piel
Durante el baño de inmersión o la ducha...
podés enjabonar la piel con una esponja común o aprovechar para pulirla con un producto exfoliante, que además elimine células muertas.
La exfoliación es un paso previo para cualquier tratamiento que tiene beneficios adicionales: por una parte, refina la epidermis, ilumina, suaviza, alisa, activa la circulación y cierra el poro. Por la otra, la deja preparada para acusar los beneficios de tratamientos posteriores porque la limpia en profundidad liberándola de células muertas, exceso de grasitud, etc. Además, es un ritual cuyos resultados se ven y se notan al instante.
Se puede pasar un guante de crin o un cepillo,
friccionando suavemente y sin irritar, realizando movimientos rotativos y ascendentes e insistiendo en codos, rodillas y tobillos que son zonas hiperqueratósicas por excelencia. Esto se debe realizar en seco o con un producto que puede sustituir al jabón, como los geles de baño exfoliantes.
Luego de aplicar el gel con suavidad, enjuagar y finalmente, aplicar crema hidratante en todo el cuerpo.