Creer es crear
Todo nace en nuestro sistema de creencias. Para tomar el control de nuestras acciones en la vida, hay que conocer por qué hacemos lo que hacemos.
El primer paso para poder tomar control de las acciones de nuestra vida es conocer por qué hacemos lo que hacemos. Todo nace en nuestro sistema de creencias, aquellas cosas que tenemos arraigadas en nuestros corazones y que limitan nuestro campo de acción. Cada acción que realizamos manifiesta algún tipo de creencia interna. Cuando alguien dice algo, emite un juicio o hace una aseveración, esconde la creencia del porqué dijo o pensó eso. Una creencia es un chip que nos dice qué debemos hacer o no debemos hacer, sin cuestionamientos o preguntas, simplemente se hace así… porque siempre se hizo así. Cuantas más veces repitamos la acción, más arraigada estará esa creencia, por eso muchas veces nos encontramos haciendo cosas sin pensar y cuando alguien nos pregunta por qué lo hacemos así, no tenemos respuesta coherente para otorgar, simplemente, siempre lo hicimos así. La mejor manera de cambiar una situación es buscar la razón por la que estamos en esa situación. Ahí aparecen nuestras creencias.
Existen tres niveles diferentes de creencias a la hora de analizar nuestros patrones:
El primer nivel se llama opinión: una creencia inestable que se nutre de información sin fundamento o asidero concreto es simplemente mi observación. Una opinión se desvanece cuando la refutamos con información.
El segundo nivel se llama creencia: las creencias tienden a estar justificadas, no necesariamente con argumentos lógicos pero sí por acciones del pasado. No siempre son puestas en tela de juicio o combatidas, sólo se pre- sentan y se fundamentan en el tiempo. Cuanto más repitamos las acciones más se afianzan las creencias. Así como las opiniones se caen fácilmente con una nueva mirada, las creencias son más complejas, ya que la observación sola no alcanza para cambiarlas, hace falta mucha más información y datos precisos. Con esa nueva información debemos cambiarla por una nueva creencia, o la vieja pauta sigue dentro. El último nivel es la convicción: Amerita un capítulo aparte.
Estar conscientes de cuáles son las creencias que nos rigen nos permite reformular los cursos de acción. Para poder cumplimentar con el primer escalón en la búsqueda de nuestro mejor presente, necesitamos conocer nuestras creencias, de esa manera liberaríamos los caminos para poder crecer. Toda falta de conocimiento de nosotros mismos bloquea los procesos de fluidez y nos limita en cuanto a las posibles vías de acción que podemos encontrar, por eso, necesitamos ser “flexibles”, para entender que no existe un único curso de acción; para comprender a cada persona con la que interactuamos, entendiendo que cada uno ve el mundo desde su propia perspectiva y ninguno está ni acertado ni equivocado, sólo es su propia mirada. La única verdad es la que cada uno manifiesta. Así, conociendo nuestras propias creencias y comprendiendo las verdades de los demás, crearemos vínculos mas sanos y relaciones más perdurables.
Toda falta de conocimiento de nosotros mismos bloquea los procesos de fluidez