Mia

Protector mata glamour

- Marcela Tarrio Por

Qué temita el sol. Tan lindo, tan energizant­e y tan, pero tan dañino. No cabe otra: hay que protegerse, porque más tarde o más temprano, no hacerlo tiene consecuenc­ias graves. No hay otra salida, pero convengamo­s que es la parte más fea de las vacaciones. Porque es cierto que hay que usar protector solar todo el año, pero realmente, cuando salís a caminar o a pasear por tu barrio no cuesta nada, es como ponerse la crema nutritiva que te ponés a diario y sin chistar. Ahora, al bendito momento en el que en la playa tenés que sacar el pomito del bolso impoluto y aplicártel­o contra viento y marea lo he llegado a odiar tanto o más que a ese instante en el que abrís la heladera pensando en comer el helado de anoche y alguien te ganó de mano. ¿Soy gráfica?.

Si, ya sé que hay que ponérselo 30 minutos antes; es decir, podés aplicarte el aceite, bruma o cualquier otro tipo que elijas en tu casa, hotel o el baño de la playa, pero cada dos horas o después de meterte al agua, de vuelta la burra al trigo, y ahí te quiero ver a dónde va a parar tu glamour, especialme­nte si estás en la costa argentina, donde el viento sopla fuerte como dijo el sabio Pablito Ruiz.

Vos, diosa absoluta con tu traje de baño retop, tu capelina y tus gafas, haciendo malabares para que ninguno de estos tres ángeles de la guarda que velan para que no termines frita y ampollada se vuelen o llenen de arena. Al menos yo, ni loca uso capelina con tirita al cuello, que parezco la abuelita de Caperucita, y limpiar los anteojos en plena arenada y encremada es una misión más imposible que bajar la inflación. Ni hablar entonces de mantener limpito el envase de tu caro protector solar (caro de querido y de que vale una moneda...), a esa altura empanado como para milanesas, tan lindo que llegó a la playa. Y ahí no termina la cosa, porque al volver a casa, tenés que limpiar todo para que al día siguiente el karma vuelva a empezar... Digo yo, ya que inventan tantas cosas, por que no "lluvias protectora­s". Así como están las duchas públicas, podrían instalar en las playas rociadores de protector solar de todo tipo y factor. Ponés la monedita/billete y salís a salvo de febo y con las manos limpias. ¿Inviable? Bueno, entonces un muchacho/a que pase cada tanto y te embadurne con un aerosol a gatillo tipo bombero loco... A mí, imaginació­n me sobra; ganas de enchastrar­me, no. Yo les tiro la idea, ustedes, emprendedo­res, vean qué pueden hacer por nosotras...

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina