Mundo D

Pérez, en el ojo de la tormenta

El volante de Boca fue uno de los jugadores más afectados por el ataque de los hinchas de River. “Esto tenía que ser una fiesta, no una guerra”, afirmó.

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Pablo Pérez (33 años, nacido en Rosario) segurament­e no pudo dormir con tranquilid­ad la noche anterior al River-Boca que tenía que jugarse ayer.

Como cualquier futbolista, ante un partido de tamaña importanci­a, se hace difícil pasar la noche.

Se cruzan muchos recuerdos, las batallas ganadas y perdidas que lo trajeron hasta aquí y la lucha que fue su carrera para llegar a transforma­rse en un referente y capitán del Xeneize.

Ese combo de sensacione­s habrán invadido su cuerpo deseando encontrars­e pasadas las 19 de ayer levantando la Copa Libertador­es y hasta, quien te dice, haciendo un gol clave, importante, decisivo.

Todas esas imágenes desapareci­eron cuando el colectivo que trasladaba a Boca iba camino a la cancha de River y un piedrazo impactó en el vidrio cerca del propio Pérez. Inmediatam­ente todo pasó a ser desesperac­ión. “Llamá al médico, llamá al médico”, gritaba uno de sus compañeros.

Luego, todo sucedió a la velocidad de la luz para Pérez que pasó a ser uno de los epicentros de una tarde demasiado triste, demasiado vergonzosa.

En un raid, Pérez fue trasladado al Sanatorio Otamendi para que fuera revisado y los doctores pudieran constatar el grado de su lesión ocular: ahí se supo que padece una úlcera en la córnea del ojo izquierdo.

Luego, volvería a la cancha para que los médicos de la Conmebol constatara­n la dolencia que presentaba en su ojo.

“Esto tenía que ser una fiesta, no una guerra”, dijo Pérez ante los micrófonos, cuando ya era de noche en el Monumental y el Xeneize dejaba la cancha.

“No quiero hablar más porque tengo una calentura...”, completó, cuando le consultaro­n si podría jugar hoy.

El mediocampi­sta xeneize, al igual que sus compañeros, estaban en el ómnibus cuando los agresores les tiraron piedras que rompieron varios vidrios. Al jugador se lo tuvo que atender y ponerle un parche en el ojo.

“Me dijeron que tengo irritado, que son unos puntos del ojo que está lastimado”, cerró Pérez, que fue el principal afectado de una tarde triste. Lejos estuvo de ser la fiesta que todos esperaban y la que Pérez soñó.

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(TWITTER) Testimonio. Pablo Pérez, capitán de Boca, regresó de la clínica con uno de sus ojos tapado.

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