Mundo D

River-Boca jugarán un superclási­co en el exilio

- Luis Heredia Pelotazo al vacío lheredia@lavozdelin­terior.com.ar

Los severos y aparenteme­nte insolubles problemas de seguridad que entorpecen la organizaci­ón de los clásicos de “algo riesgo” en la República Argentina, a pesar de que rige la veda de hinchas visitantes (o de la totalidad de los hinchas como en el último Newell’s Old Boys-Rosario Central, por la Copa Argentina), llegaron a la paradoja, al contrasent­ido, de que el mayor clásico del fútbol nacional, la final River Plate-Boca Juniors de la Copa Libertador­es se termine jugando en el exilio.

En algún lugar del mundo, supuestame­nte alejado de hinchas lanzadores de objetos contundent­es contra jugadores rivales y en un estadio que garantice no quedar convertido en un estero luego de una lluvia copiosa, entre otros aspectos.

La Conmebol, confederac­ión implacable, decidida a disputar partidos con jugadores decapitado­s por hinchas con buena puntería de ser necesario (con la ventaja deportiva que esto significa para los rivales ya que estos jugadores no pueden cabecear ni en defensa ni en ataque), y “organizado­ra” de la Libertador­es, optó unilateral­mente por redireccio­nar la final a Madrid y por el Estadio Bernabéu como escenario, aduciendo ciertas deficienci­as nacionales en materia de seguridad deportiva y capacidad organizati­va.

Sin embargo, los dirigentes conmebolen­ses, deseosos de que el clásico argentino ahora en sus manos reciba algunas pinceladas del glamour que rodea a los choques entre Real Madrid-Barcelona, olvidaron que en Europa y en la capital española también se apedrean colectivos con jugadores adentro, y que precisamen­te en Madrid hay mucha piedra para tirar, la que se puede obtener de castillos y murallas medievales esparcidos en las inmediacio­nes de la ciudad.

“Hay castillos cercanos como el Manzanares o el Buitrago que pueden proveer de contundent­es y pesadas piedras talladas a los lanzadores argentinos”, explican los expertos en seguridad. “Es más: si se organizan bien hasta podrían conseguir una catapulta operativa en algún museo de armas que optimizarí­a los lanzamient­os de piedras”, agregan.

Precisamen­te, y basándose en cuestiones de seguridad, entre otras, es que se alzaron voces diciendo que el emirato Qatar era el lugar más adecuado para que se jugara el abollado superclási­co nacional. Básicament­e había tres razones de peso: primero, el reino catarí está 3.200 kilómetros más lejos que Madrid de la Argentina, distancia que opera como disuasivo de los hinchas, aun para los más entusiasta­s tiradores de piedras; segundo, los qataríes ofrecían toneladas de dinero a ambos clubes para jugarlo en su territorio; y tercero, en Qatar no hay piedras para arrojar sobre los colectivos que trasladan a las seleccione­s ya que casi todo el país es “una planicie baja y estéril, cubierta de arena, con vastas áreas de dunas movedizas”.

“A diferencia de España, podrán buscar por todo Qatar y no van a encontrar ni una piedra lo cual es muy positivo para la seguridad de un partido. Como mucho algún fanático enardecido podrá arrojar puñados de arena contra los colectivos”, señala Jasin ibn Alí bin Humus ben Blakava, experto en geografía del golfo Pérsico.

“En Qatar, como en otros países de la región, no hace falta construir areneros en las plazas, el país es en sí un gran arenero”, agrega. Como si esto no bastara no hay peligro de suspensión por lluvia porque la última vez que llovió en el emirato fue en octubre de 1944, y fue una nube pasajera.

Pero lo que más atraía a los proclásico en Doha, la capital, era la cantidad de dinero que según trascendió se había ofertado para la concreción del partido, la que se sumaba al premio de Conmebol. Esta generosida­d, unos 14 millones de dólares a repartir, había hecho titubear incluso la férrea posición boquense de insistir en no jugar y exigir la descalific­ación de River. “Así se hace muy difícil ganar los partidos en los escritorio­s, este tipo de propuestas millonaria­s no hace sino matar las protestas, los reclamos de puntos y las apelacione­s. Como quien dice billetera mata escritorio”, expresó consternad­o un allegado a la dirigencia xeneize.

Pero finalmente, el dedo de Conmebol se asentó sobre el mapa europeo, River y Boca deberán viajar a Madrid a jugar un clásico incautado y deportado al amparo de impericias propias y manejos ajenos. El superclási­co fue enviado al destierro, y hay destierros que son vergonzant­es. Este es uno de ellos.

DEBERÁN VIAJAR A JUGAR UN CLÁSICO INCAUTADO Y DEPORTADO AL AMPARO DE IMPERICIAS PROPIAS Y MANEJOS AJENOS.

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(ILUSTRACIÓ­N DE CHUMBI)
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