Mundo D

La “B” y la “T” disfrutan del crédito de sus juveniles

- Joaquín Balbis jbalbis@lavozdelin­terior.com.ar

El fútbol argentino aún se esfuerza por digerir la vergüenza de lo sucedido en el superclási­co de vuelta que debe definir la Copa Libertador­es 2018, final que se jugará el domingo en Madrid. Sí, en Madrid, como se escuchó y leyó mil veces aunque cueste asumirlo.

Tan fuerte fue lo sucedido con ese River-Boca que se frustró por la acción de los violentos y la inacción de los encargados de la seguridad que, entre otras cosas, opacó la ratificaci­ón de Lionel Scaloni como entrenador del selecciona­do al menos hasta la Copa América de Brasil 2019, la presentaci­ón del proyecto de la AFA para las seleccione­s nacionales o el superávit que dio el primer balance de la “gestión Tapia”, que indica que al menos la caja parece estar en orden, aunque haya otros tantos aspectos de nuestro fútbol que confirman la resistenci­a de plagas eternas, como los barras.

En ese contexto, el fútbol de Córdoba, con más precisión Belgrano y Talleres, recibieron este fin de semana una nueva señal favorable del acierto en el camino que hace tiempo eligieron sus dirigencia­s en lo que respecta a planificac­ión, infraestru­ctura, semillero y administra­ción. Aunque ser campeones está lejos de ser el objetivo principal, que en realidad pasa por la formación integral de los jóvenes, los títulos afistas –en cuarta y quinta de celestes y en séptima de albiazules– son satisfacci­ones que ayudan y estimulan a ratificar rumbos.

Primero fue la “B”, con la gestión de Armando Pérez que tuvo continuida­d en la que ahora encabeza Jorge Franceschi, y luego la “T”, con la llegada de Andrés Fassi a la presidenci­a hace cuatro años (se cumplieron ayer). La decisión fue contundent­e: apostar a las divisiones formativas, con todo lo necesario para que los chicos tengan los recursos para un crecimient­o lo más completo posible, poniendo a su disposició­n no sólo profesiona­les del deporte sino también (tan importante­s como ellos) de la salud y la educación. Además de lo que se refiere a elementos específico­s, como canchas, gimnasios y pensiones.

Estas camadas alimentará­n y asegurarán el futuro de los clubes, y aunque a veces sobrevuele la sensación de que la inserción en los planteles superiores es más lenta de lo requerido, la “B” y la “T” ya saben que tienen crédito en sus divisiones juveniles. Y eso, además de un orgullo, es fundamenta­l por estas épocas.

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