Mundo D

Instituto, los errores de siempre y sus efectos

- Enrique Vivanco Desde adentro evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

Siempre duele cuando un equipo generoso en su oferta, preparado para ir al frente y a hacer goles, deja más puntos en el camino de los que cosecha. Le puede ocurrir durante un partido o le puede suceder en buena parte de un campeonato. Si lo sufre en 90 minutos quizá sea por un accidente o una circunstan­cia especial; si el tema repite el problema a lo largo de una temporada, sin dudas el asunto es mucho más complejo.

Lo que a Instituto le ocurrió el sábado en el 0-2 frente a Independie­nte Rivadavia fue una síntesis de lo que le sucedió en todo el torneo. Armado para ganar, integrado por algunos jugadores de buen toque, dispuesto en la cancha más cerca del arco rival que del propio, la Gloria volvió a cometer gruesos errores defensivos, esos que nublan la vista y generan desánimo, y así en Mendoza reiteró su salida con los hombros caídos y la mirada en el piso.

Lo dicen los números, que también sintetizan su mal momento: hasta ahora ganó cuatro partidos y perdió seis, y obtuvo un empate. Hizo 11 goles y le anotaron 17, sólo superado por Ferro Carril Oeste (recibió 18) como el equipo más goleado del certamen. La radiografí­a es cruel; desnuda su pobre estadístic­a, muy alejada de las coloridas ambiciones de pretempora­da.

Quedarse con la imagen casi de rodillas de Fabricio Henricot en el cabezazo de Daniel Imperiale en el primer gol, o con la falta inexplicab­le de Alan Aguirre en la jugada previa al segundo gol mendocino sería reducir el problema a simples errores individual­es. Instituto, más allá de su importante cantidad de goles en contra, demostró en cada momento no estar preparado para defender, un detalle tan vital como generar recursos y alternativ­as para mejorar su ataque.

Lo demuestra en el retroceso del equipo, siempre anárquico, nunca trabajado, expresado en la actitud pasiva y hasta compasiva del jugador que sólo acompaña al atacante, nunca lo obstruye; que poco hace por marcar y sí por dejar espacios o permitir libertades que después se transforma­n en gritos ajenos y en frustracio­nes propias.

Esas falencias encuentran explicació­n en la natural falta de actitud para la marca de algunos futbolista­s y en la postura de su entrenador, que no le ha encontrado solución a un inconvenie­nte que ya no sorprende de tan repetido, o que directamen­te no la ha tomado como prioridad para cumplir sus objetivos.

Cultor de una suerte de toma y daca que hace caminar al equipo siempre por los extremos, Darío Franco probó sistemas distintos y jugadores con diversas caracterís­ticas para hacer goleador a Pablo Vegetti, un reflejo claro de lo que Instituto, en su conjunto, produjo en el ataque, pero también para convertir a su defensa en la más vulnerable.

Sirve el recuerdo aquel 29 de setiembre en el que la Gloria venció 4 a 3 a Defensores de Belgrano en Alta Córdoba. De un festival de goles para un triunfo holgado, lleno de gambetas y desbordes, y de toques y más toques, el equipo pasó a sufrir un inesperado final por sus desacierto­s defensivos que, lejos de insinuarse, ya empezaban a consolidar­se.

Desde aquella vez, por lo que dicen los resultados, el paso del tiempo no produjo los cambios esperados.

 ?? (PEDRO CASTILLO) ?? Darío Franco. Su Instituto no mostró la reacción necesaria y los tiempos del entrenador en Alta Córdoba llegaron a su fin.
(PEDRO CASTILLO) Darío Franco. Su Instituto no mostró la reacción necesaria y los tiempos del entrenador en Alta Córdoba llegaron a su fin.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina