Mundo D

Una onda expansiva de la que el deporte no es ajeno

- Gpuente@lavozdelin­terior.com.ar

Nadie puede mirar para otro lado y pensar que lo que está pasando es un problema ajeno. Que a mí no me va a tocar. La onda expansiva que provocó la denuncia por violación que realizó la actriz Thelma Fardín está tocando todos los ámbitos y el del deporte no queda afuera. En especial, el fútbol.

La iniciativa de ayer de los equipos femeninos de Boca y de River, que mostraron un mensaje unificado con el “Mirá cómo nos ponemos”, es para exhibirla con letras mayúsculas.

Ellas, como millones más, se quieren hacer escuchar. Muchos clubes del fútbol argentino ya venían pronuncián­dose de la misma manera. Hasta la AFA apoyó el pedido del “No es no”.

El reclamo va más allá del colectivo de actrices que acompañaro­n la denuncia de Thelma Fardín. Atraviesa la sociedad toda, más allá de las ideologías, creencias religiosas o políticas. El “no es no” también fue compartido por Paulo Dybala en sus redes sociales y tuvo más de 60 mil interaccio­nes con sus usuarios de todo el mundo.

El lema “No es no” y “Mirá cómo nos ponemos” se está haciendo escuchar y ya era tiempo.

Es hora de escucharno­s. De analizar las cosas que hacemos. Por ejemplo, en una cancha de fútbol. Vos que están leyendo estas líneas, seas hombre o mujer, ¿alguna vez te pusiste a pensar en los insultos en los estadios? ¿O en una discusión en cualquier ambiente? “Andate a la con... de tu madre”, “la con... de tu hermana”, “hijo de mil p...”, “la p... que te parió”. Casi todos las injurias que se vienen a la cabeza para expresar bronca o para denigrar al rival de turno hacen referencia a la mujer. ¿Por qué? Ocurre desde hace décadas. Es una construcci­ón cultural que ha pasado de generación en generación. Y está mal.

¿Será el momento de pensar y repensar todo? De eso no hay dudas. La forma de relacionar­nos no va a cambiar de un día para otro, pero por lo menos esta onda expansiva que generó la denuncia de la actriz Thelma Fardín nos servirá para reflexiona­r sobre hábitos y costumbres instalados hace años, que se hacían con naturalida­d y que ahora debemos pensar y abandonar.

El fútbol, como gran parte de la sociedad, es machista. Siempre se vio a la mujer como un acompañant­e del hombre a los estadios. Sin embargo, hoy se observa a muchas mujeres que van solas a las canchas porque son tan o más pasionales con el club de sus amores que los hombres que asisten a los partidos.

Muchas cosas están cambiando. Faltan muchísimas más.

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