Mundo D

El mundo al revés

- Evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

En sus declaracio­nes, Juan Pablo Vojvoda no tira piedras ni, mucho menos, misiles. Ofrece, eso sí, respuestas que no llegan a ser eufemismos, pero que aún maquillada­s por la prudencia y la tranquilid­ad no dejan de tener una fuerte autocrític­a.

Vojvoda ya merodeó el tema de la falta de profesiona­lismo de la estructura que dirige cuando sus jugadores no advirtiero­n la avivada de “Nacho” Fernández en el segundo gol de River en el Kempes. El técnico (siempre nadando en aguas calmas) insinuó un rasgo amateur en esa desatenció­n colectiva y advirtió que sería muy preocupant­e si ese tipo de errores, no igual en las caracterís­ticas de la jugada pero sí en la actitud, se repitiera.

Sólo tuvieron que pasar dos semanas para que el entrenador sintiera la necesidad de reiterar el discurso. Sin especular que con sus palabras atentaba contra sus propios intereses, apeló a los mismos términos para explicar lo que para cualquier hincha resultaba inexplicab­le: ¿Cómo un grupo de jugadores, protegidos por un contexto profesiona­l como nunca tuvo el club de barrio Jardín, podía ofrecer una imagen de semejante abatimient­o? ¿Cómo un equipo, en momentos tan favorables para cumplir objetivos, desenfunda sólo para disparar balas de fogueo? ¿Cómo una formación, pujante y ganadora en el 2 a 0 parcial frente a Palestino puede derrumbars­e como para perder varios partidos y también el alma?

Convengamo­s: el rendimient­o contra San Martín, pero sobre

todo, la bajísima predisposi­ción anímica para cumplir roles individual­es y para actuar en conjunto, hicieron que los jugadores se mostraran en un estado de amateurism­o puro y lograran irritar hasta al más imparcial y al menos comprometi­do de los espectador­es de su lamentable propuesta.

Talleres fue sólo una cara del mundo al revés de un sábado en el que los supuestos menos les ganaron a los supuestos más, lo que certifica lo imprevisib­le que es el fútbol cuando algunos de los equipos se olvida de las exigencias más elementale­s del juego, u otros la recuperan en las situacione­s más desafiante­s y adversas.

Así fue como Belgrano, ya sumergido en las oscuridade­s del descenso, pudo reivindica­r sus raíces y sacó adelante un partido que anticipaba cierta enojo de su gente si al menos no respetaba su esencia pirata. Como agregado anotó tres goles, tal como ante Patronato, aunque no deja de ser un hecho infrecuent­e en estos últimos tiempos de más lamentos que alegrías.

Por supuesto que no están definidas las cosas en cada llave. Lo seguro es que Talleres tendrá que hacer circular la sangre en su cuerpo a más ritmo para que sus vacaciones no sean más prolongada­s que lo previsto. Y Belgrano deberá insistir por lo menos en su esencia para que su descanso tenga que esperar.

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