Mundo D

Tiger mostró sus garras en Augusta

Woods se consagró en el Masters de Augusta 11 años después de ganar su último major. Dejó atrás escándalos y duras lesiones para volver a ponerse el saco verde.

- Doug Ferguson

DEBO DECIRLE ENFÁTICAME­NTE A TIGER: ‘BIEN HECHO’. ESTOY SUMAMENTE CONTENTO POR ÉL Y POR EL GOLF. ¡ESTO ES FANTÁSTICO!

Jack Nicklaus

AUGUSTA (EE.UU.). Héroe caído, deportista prácticame­nte paralizado, campeón de un major otra vez. Tiger Woods completó ayer su largo y tortuoso camino de regreso a la cima. El astro de 43 años entregó una tarjeta de 70 golpes, dos debajo del par, y se impuso por un impacto para conquistar por quinta vez el Masters de Augusta y conseguir el 15° título de un “grande” en su laureada carrera.

Pero Woods no ganaba en las grandes citas desde el Abierto de Estados Unidos 2008. Y su victoria de ayer sigue a un largo periodo en el que fue afectado por un derrumbe en el nivel de su juego, así como por lesiones debilitant­es y problemas personales bochornoso­s.

“Es abrumador, simplement­e por todo lo que ha ocurrido”, dijo el campeón.

Woods había sugerido que podía seguir compitiend­o con los mejores del mundo el año pasado, cuando triunfó en el Tour Championsh­ip. Fue su primera victoria en cualquier torneo desde 2013. Ahora está en la elite de nuevo. Y se ciñó el saco verde en Augusta, donde no se coronaba desde 2005.

En una ronda final que se disputó en grupos de tres y que comenzó desde los dos tees con la esperanza de concluir antes de que se abatiera una tormenta eléctrica, el sol brilló para Woods, quien remontó un déficit de dos golpes y tomó la ventaja por primera vez en el hoyo 15, ante el delirio de la multitud.

De pronto, imágenes que parecían estar sólo en el pasado, se volvieron actuales.

Una vez que aseguró el triunfo, Woods cargó a su hijo Charlie, de 10 años. Se abrazó también a su madre y a su hija de 11, Sam. Luego, prodigó muestras de afecto a todos los que se le cruzaron.

Entre ellos, algunos que se mantuviero­n a su lado durante un divorcio escandalos­o y un vergonzoso arresto por conducir bajo los efectos de una combinació­n de analgésico­s, consumidos con frecuencia a lo largo de los años en que se sometió a cirugías.

El golfista, quien tenía una imagen impecable, la perdió tras el escándalo sexual que derivó en su divorcio. Perdió también la salud, durante un largo periodo en el que fue cuatro veces al quirófano y en el que no tenía siquiera la capacidad de levantarse de la cama.

Durante dos años no jugó siquiera un major. Fue hace un bienio, en el Masters, cuando Woods dijo que necesitó una inyección de una sustancia que adormecía sus nervios tan sólo para asistir a la Cena de Campeones.

“El año pasado tuve suerte de jugar de nuevo. Uno antes, en aquella cena, yo sufría de verdad”, rememoró Woods. “Me perdí un par de años de este gran torneo. Ser campeón 22 años después de haber ganado el primer título es una experienci­a surrealist­a”.

Y ayer Woods volvió a aullar. No de dolor, sino de alegría al abandonar el campo, mientras resonaban los gritos de “Tiger”.

Muchos recordaron su primer triunfo en Augusta, en 1997. Entonces abrazó a su padre y comenzó a transforma­r el mundo del golf.

Ahora él es padre. Y quería que sus hijos lo vieran ganar y no que sea para ellos una leyenda de YouTube. “Logramos que ellos vieran cómo es ver que su papá gane un major. Espero que sea algo que no olviden jamás”, deseó ayer.

Ahora Woods está a tres títulos de majors de igualar el récord de Jack Nicklaus. Fue su 81ª victoria en la Gira de la PGA, por lo que está a una de la marca establecid­a por Sam Snead.

 ?? (AP) ?? Desahogo. Así festejó Tiger Woods su victoria en el Augusta National. Es su quinto triunfo en el Masters, el primer major de la temporada. La leyenda sigue viva, y el golf lo festeja.
(AP) Desahogo. Así festejó Tiger Woods su victoria en el Augusta National. Es su quinto triunfo en el Masters, el primer major de la temporada. La leyenda sigue viva, y el golf lo festeja.
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