Mundo D

Empate para el final de Instituto

La Gloria cerró la temporada con un empate ante Gimnasia (M). Se retiró “Vitrola” López y vendrá un gran recambio.

- Hernán Laurino hlaurino@lavozdelin­terior.com.ar

Muy poco se recordará del partido que se jugó anoche en Alta Córdoba entre Instituto y Gimnasia de Mendoza, por la última fecha de la Primera B Nacional 2018/19.

Y a esta altura poco importa lo que se pueda decir de los rendimient­os, de cómo se dio el partido. Porque el local, lastimosam­ente, no jugaba por nada. Ni siquiera para sumar puntos a futuro.

El marcador dirá que fue un empate 1 a 1 que le puso punto final al certamen. Que se festejó el primer gol de Mateo Bajamich y poco más.

Fue, entonces, una noche cargada de simbolismo­s para lo que vendrá. Y también un cierre de ciclos en forma masiva.

Porque fue Víctor López quien le puso cierre a su importante trayectori­a como profesiona­l. A los 40 años, “Vitrola” dijo adiós entre homenajes y silencios. Y un legado que deja: su hijo Franco es zaguero de la cuarta de AFA y estuvo allí con el resto de su familia para su reconocimi­ento.

También fue el adiós de muchos (casi todos) los refuerzos que llegaron para esta temporada. Muchos ni estuvieron en cancha, como Alan Aguirre o Sebastián Navarro. Otros tuvieron su chance de despedirse habiendo pasado sin pena ni gloria por el club. Y obviamente no cambiaron su pálida imagen.

Quedará en el anecdotari­o una bandera en la popular que pidió por el único héroe que hay en todo este lío: Pablo Vegetti, a quien todos en el club quieren retener para lo que viene (anoche estuvo en la cancha y fue el más buscado por la gente). Su continuida­d sería un golpe de efecto de la nueva dirigencia. “Vegetti, Iacc es tu casa”, decía la bandera.

Y es ahí, en la conducción, donde también anoche se cerró una etapa. Fue el último partido de la gestión del presidente Gastón Defagot, quien enderezó al club en su estructura pero falló en el fútbol. Y más aún en esta temporada centenaria, donde el enfrentami­ento mánager-entrenador al inicio de la campaña (Franco contra Klimowicz) arrasó con todo desde sus cimientos. Sí, dos personas que no se hablaban armaron un equipo. ¿El resultado? Basta mirar la tabla de posiciones.

Pero, claro, la ilusión en Alta Córdoba se pega con Plasticola y se rearma para la próxima temporada. Con los Watson, los Agüero, los Bajamich, los Braida, y esa fábrica llamada La Agustina que con poco siempre genera mucho.

¿Y Mateo Klimowicz? Algunos temen que anoche se hayan visto sus últimas gambetas en el Monumental, ya que el fútbol de Europa llama por su talento. Habrá que esperar, ya que su presencia sería vital para lo que viene.

El partido de Instituto ante Gimnasia de Mendoza no será recordado por casi nadie en unos años. Apenas fue ponerle punto final a otra campaña indigna para la historia del club.

La gente se acostumbró a aguantar lo inaguantab­le. La paciencia se hizo callo. Y ya estarán imaginando cómo será la próxima B Nacional, el nuevo entrenador y la renovación de caras en el 11 que saldrá a defender la camiseta albirroja.

Instituto necesita todo eso y repensar qué quiere hacer con su fútbol. Elegir un Norte, una idea, y que todos vayan detrás de ella. Con refuerzos que estén a la altura de un Vegetti. Y sin olvidarse de los suyos. Que como siempre, están ahí para tapar los errores de los demás.

Hasta agosto, Instituto. Hasta que todo comience, otra vez.

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