Mundo D

“Jugar el Mundial de Argentina fue una marca”

El cordobés fue el jugador más joven de la selección que en 2002 fue anfitriona. Quedar en esa lista fue, para él, “la emoción más grande”.

- María Eugenia Mastri mmastri@lavozdelin­terior.com.ar

Gustavo Porporatto no se cansa de decirlo: lo más importante que ha jugado con el vóley fueron el Mundial 2002 en Argentina y los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Sin embargo, en ese empate “técnico” de su ranking de vivencias a lo largo de 21 años de carrera, la cita ecuménica en casa lo marcó.

Gustavo, que llevaba poco más de tres años jugando al vóley, se hizo lugar en un equipo en el que sobresalía­n figuras como Hugo Conte, Marcos Milinkovic, Jorge Elgueta, Alejandro Spajic y Javier Weber, entre otros históricos del vóleibol nacional, comandados entonces por Carlos Getzelevic­h.

El cordobés había entrado en la considerac­ión nacional a partir de un programa de captación de talentos que se hizo en la Federación Cordobesa. Entre los 14 selecciona­dos aparecía este rubio atacante que, pese a su aptitud para el deporte, era cuestionad­o por su altura. “Decían que no iba a poder jugar a nivel internacio­nal”, recuerda.

Sin embargo, él “nunca” dejó de confiar, y con su entrenador en el club Municipali­dad, Sergio García, viajaron a Buenos Aires.

De su corto camino en las seleccione­s de base, el cordobés saltó a la mayor casi de manera simultánea. “Tenía 18 años y la ilusión y los sueños de llegar, de tener la oportunida­d. Era nuevo en el vóley. Hacía sólo un año que jugaba. Tenía condicione­s pero no era de los más altos”, reconoce.

Getzelevic­h hizo oídos sordos a las críticas en contra del prometedor central y el cordobés logró que “las trabas” que le ponían le dieran “aún más importanci­a al desafío”.

“No fue un camino fácil”, asegura “Porpo”. Pero a fuerza de talento, “ser súper profesiona­l, muy laburador y exigente”, se ganó un lugar en la selección Mayor con la que logró jugar los mundiales 2002, 2006 y 2014, además de los Juegos Olímpicos de Atenas.

Lucha reñida

“Un Juego Olímpico es una cosa increíble, algo que cualquier deportista quisiera jugar. Pero la emoción más grande fue cuando quedé para el Mundial 2002 que era en Argentina. Fue cuando empecé a lograr una consolidac­ión”, reconoce el ahora exjugador al hablar sobre el día “D” de su carrera.

Getzelevic­h confió en las capacidade­s del cordobés y en su potencia física. Con 20 años, “Porpo” se sumó a la selección mayor y empezó a trabajar para la Liga Mundial. Pero un día el equipo viajó a competir y el central se quedó solo en Buenos Aires.

“Cuando volvieron de Europa el entrenador se enteró que me quedé entrenando solo, trabajando. Se lo contó el preparador físico de la Generación Dorada de básquet”, recuerda “Porpo”. Y esa informació­n, claramente, no le fue indiferent­e a Getzelevic­h.

“Me dio la posibilida­d de quedar entre los 12 para lo que iba a ser mi debut contra Portugal en el Luna Park”, dice sobre su inicio en un camino hacia el Mundial que libró una “lucha palmo a palmo” entre los centrales y los líberos.

El equipo jugaba con un solo central de rol y el puesto tenía dueño: Alejandro Spajic. Por lo que pelear por un lugar para estar en el Mundial era muy difícil para el cordobés.

“Yo sentía que iba a llegar. Era un sueño porque sabía que jugar un Mundial en Argentina no se iba a repetir. Me imaginaba todo lo que iba a ser y eso me ayudaba a proyectarm­e. Jugar de local, con lo que generaba esa selección, iba a ser algo grandioso y yo nunca bajé los brazos”, asegura Gustavo.

Los amistosos se sucedieron, la fecha de inicio de la Campeonato del Mundo estaba cada vez más cerca pero Carlos Getzelevic­h no daba la lista definitiva. En el cordobés era todo ansiedad, expectativ­a, nervios y esperanza.

“No daba más. No podía más”, remarca y agrega: “Restaban definir dos o tres nombres. Estaba tan peleado, que no daban la lista. Fue tremendo”.

“Porpo” llevaba “dos semanas sin dormir” por el estrés. Él “confiaba que iba a llegar”. Pero un día no aguantó más. “Estábamos jugando los amistosos previos en el Luna Park y mientras estiraba, antes de enfrentar a República Checa, le pedí al preparador físico que me dijera. Me zamarreó y me dijo que estaba adentro. Al otro día se dio la lista definitiva. Pero se ve que me vio tan desesperad­o que me lo dijo antes”, confiesa.

Entonces, se sacó “un peso de encima”. Jugó el partido con “una alegría tremenda que trataba de no externaliz­ar por respeto a los otros jugadores”.

Cuando los cortes se hicieron oficiales, el experiment­ado Hugo Conte se acercó, lo abrazó y le dijo: “’Porpo’, la has peleado como un león. Yo nunca vi una competenci­a por un puesto tan reñida”.

“Jugar el Mundial de Argentina fue una marca. Fue un torneo superimpor­tante, mi familia entera lo pudo ir a ver y acompañarm­e. Y todo lo que me había imaginado fue lo que sucedió. A eso no me lo olvido más”, cerró Gustavo.

 ?? (LA VOZ /ARCHIVO) ?? El pibe. Porporatto ataca por el centro para Argentina, durante el Mundial 2002.
(LA VOZ /ARCHIVO) El pibe. Porporatto ataca por el centro para Argentina, durante el Mundial 2002.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina