El retorno de los brujos
La noticia contribuyó a llenar de terror las interminables noches de insomnio de los hinchas argentinos, ya de por sí espantados por el nivel de juego de la Superliga (sic). Concretamente, personal boquense especialmente entrenado en la detección de maldiciones y actos de brujería contra el primer equipo de la institución descubrió que en el vestuario asignado por River a los jugadores xeneizes había vestigios de al menos un ritual de magia destinado presumiblemente a disminuir (y casi a anular) sus capacidades futbolísticas.
“Hemos recolectado indicios que indicarían que al menos un brujo realizó una ceremonia destinada a provocar un encantamiento o reclutar espíritus pesados del inframundo para que operen contra los jugadores del club, incluidos los suplentes”, declaró a FM Salem, el experto Roberto Conjuro. Entre la valiosa y comprometedora evidencia recogida por el Cuerpo de Investigadores Xeneizes de lo Paranormal (CIXP), figuran: velas negras, rojas y multicolores, una caja de fósforos de madera, figuras de deidades afroecuatorianas, una estatua de bronce de tamaño natural de Satanás de aproximadamente 270 kilos de peso, un caldero con un extraño brebaje que está siendo analizado, una bolsa de leña, un sapo, un cebú sacrificado durante la ceremonia, copones y cálices de peltre utilizados para beber la sangre del animal ofrendado (o en su defecto fernet con Coca), un enano de jardín, un pentagrama invertido, símbolo de la brujería, pintado con aerosol en el piso, una cruz de sal (también en el piso), dos paquetes de sal gruesa, otro sapo, una tabla ouija, una daga ceremonial (tipo Tramontina) y muñecos con el rostro de jugadores boquenses perforados con agujas de crochet.
“Aparentemente, quien o quienes realizaron esta ceremonia querían que supiéramos que la habían hecho”, conjeturó el especialista mientras analizaba la evidencia. “Pero lo peor de todo fue dejar presentable el vestuario para que ingresaran los jugadores. Costó mucho sacar la estatua y sobre todo arrastrar hacia afuera el cuerpo del cebú para que pudiera entrar el plantel”, señaló.
En cuanto a si los jugadores de Boca se pusieron nerviosos o sintieron algún tipo de sensaciones inusuales como ahogos, posesiones o frío intenso en el lugar, un allegado al plantel dijo que si bien las puertas de los lockers del vestuario se abrían y cerraban solas y con inusitada violencia, no hubo mayores manifestaciones de hechos extraños. “Los referentes, munidos de crucifijos de plata y rociadores de agua bendita, fueron los encargados de ingresar al vestuario y después tranquilizar a los jugadores, sobre todo cuando se cortó la luz”, relató un testigo.
Frente al inusual espectáculo encontrado en el vestuario, dirigentes boquenses recordaron sugestivas pintadas realizadas en la previa del partido en diferentes puntos de Buenos Aires en las que se leía: “Nos van a ganar si son brujos”. La inquietante afirmación ahora cobra sentido. “Ahora cierra todo. Quienes escribieron eso sabían lo que había pasado en el vestuario, las siniestras fuerzas que habían sido invocadas. El que hizo esto no fue el Brujito de Gulubú, que a toda la población embrujaba sin ton ni son, o la bruja Cachavacha. Tampoco vamos a decir que fue Merlín o Lord Voldemort, pero está claro que se trata de un profesional que tiene fuertes y aceitados contactos con entidades del inframundo”, señaló otro especialista.
Pero la inquietud que quedó flotando sobre la superficie de mundo del fútbol fue si Gallardo realmente apela a este tipo de ayuda paranormal para lograr resultados deportivos. “Lo que nadie sabe, es que el verdadero apodo del técnico de River es ‘Muñeco Vudú’ Gallardo”, reveló el autor de la biografía no autorizada del Napoleón de las canchas argentinas. Según el investigador, no está claro el origen de este apelativo que finalmente quedó reducido al mote de “Muñeco”, pero no son pocos los que se preguntan si tiene que ver con los temidos cultos afrocaribeños.
La relación entre brujos y fútbol parece no cortarse, ni aun en ambientes hiperprofesionalizados como el de la Superliga, a tal punto que cuando una pelota va directo al arco y se desvía misteriosamente en el trayecto para terminar impactando en la cabeza de un fotógrafo (describiendo lo que los relatores consideran una “curiosa parábola”), muchos hinchas se niegan a pensar en la mala suerte, en las corrientes de aire o en que su delantero está poco fino. Por el contrario, creen que algo sobrenatural motivó el cambio de trayectoria del balón y que alguien o algo desde algún lugar que no es el campo de juego está operando en contra de su equipo y no precisamente con un control remoto.