Argentina y una evolución con límites
Varias décadas atrás, las imágenes televisivas mostraban a jugadores europeos lanza dos a velocidad supersónica, en relación al correteo más lento y lleno de pausas del jugador argentino. Ver un compacto de goles alemanes, ingleses, españoles, franceses o italianos promovía la envidia y el asombro en los futboleros de estas tierras. ¡ Cómo podían tocar y llegar al arco a semejante velocidad!, era la exclamación.
En aquellas épocas la selección de nuestro país no tenía trato asiduo con las del Viejo Continente. Recién en el periodo en el que César Luis Menotti fue el entrenador, la casi obligación de ganar un Mundial en 1978 hizo imprescindible la necesidad de desafiar a esos rivales que parecían hacer ostentación de su poderío físico en cada movimiento.
Hoy, el fútbol, en algunos aspectos y a nivel global, se ha estandarizado. Los sistemas de juego no tienen tantas variaciones y el vértigo es una constante en todas las canchas. La preparación física ya no es un factor de desequilibrio y los descuidos o errores no forzados en muchos casos definen el resultado de los partidos. Por supuesto, los cracks están presentes. Sin ellos no habría magia y sorpresas ni profundos desniveles.
Con un nivel que de a poco fue mejorando y con una cadena interesante de empates y victorias, entre las cuales se insertó como un tesoro la Copa América, Argentina llenó con caritas felices todos los casilleros que le presentaron la Fifa y la Conmebol en 2021. Sin llegar en conjunto a un nivel superlativo, el equipo consiguió dos grandes objetivos: volver a reinar en América y asegurarse el boleto al próximo Mundial.
Ya en lo específico y como agregado, en este año Lionel Scaloni y su cuerpo técnico sacaron de la galera a Emiliano Martínez y a Cristian Romero, y ya con dos primeras figuras la defensa no fue tan vulnerable; en tanto que fue progresiva la preponderancia de Rodrigo De Paul en el medio campo. Se notó también la mesurada resurrección de Ángel Di María a partir del título en Brasil y una mayor regularidad en el resto de sus compañeros, que pudieron sostener la vara que elevaron los citados anteriormente.
En medio de ellos, Lionel Messi jugó su mejor partido del año en la selección en la victoria por 3 a 0 frente a Uruguay en el estadio Monumental y a lo largo del año dejó ver l as incipientes canas y arrugas con las que el fútbol matiza a quienes tienen una abultada cantidad de temporadas encima.
Más allá de todo lo citado, el dato que no ha sido tan analizado, y por lo tanto valorado, es que la selección parece haberse despegado de aquella inevitable dependencia con respecto a Messi, ya sea por sus problemas físicos o porque la continuidad de su alto nivel dista del de sus mejores épocas.
En este punto vale apuntar, además del arrojo y la personalidad de De Paul, que sería trascendental que más integrantes de la ofensiva ( Lo Celso, Lautaro Martínez, entre otros) puedan mejorar y hacer más constantes sus rendimientos para consolidar un equipo con mayores pretensiones.
En 2022 Argentina tendrá cuatro partidos más de eliminatorias que servirán para darle un perfil casi definitivo al equipo. En ese lapso habrá pruebas y, por qué, no alguna convocatoria sorpresa. Después de esos trances, podrían l legar los rivales europeos, ya tan rápidos como l os j ugadores argentinos, pero en muchos casos con una depurada técnica que antes sobraba en nuestro país y escaseaba en aquellas tierras.
¿ Un ejemplo? Francia, el actual campeón, cuenta con Benzema, Mbapeé, Griezmann, Kanté y Pogba. Esos nombres son algunos de los grandes futbolistas que integran otras selecciones y constituyen una buena medida como para ir presumiendo lo difícil que será competir en Qatar, aun con un Messi dando todo en su Mundial de despedida y con un grupo pujante y unido que tratará por todos los medios de no pasar desapercibido.