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- Por Eduardo A. Hapke/ Miami

La historia o la fábula alemana del Flautista de Hamelin que se remonta al año 1824 cuenta que un flautista les prometió a los habitantes de un pueblo sacarle todas las ratas del lugar, a cambio de dinero. Y lo logró, un día el flautista comenzó a tocar una melodía extraña y todas las ratas del pueblo salieron de su escondite y siguieron al flautista hasta el río

Weser, donde todas murieron.

Esta historia se puede reproducir, lo que podría ser una alegoría platónica, en el siglo XXI y en la política de los Estados Unidos. El flautista de la Casa Blanca, que gobernó desde el 2017 hasta el 20 de enero de 2021 por la mañana, es una historia difícil de creer, pareciera ser una fábula. Pero no es tal, los que vivimos estos años en el país, nos dimos cuenta de la realidad que nos tocó vivir. Este flautista hizo que en los últimos años, gran parte de la política de los Estados Unidos lo siguiera hasta un gran río. Y así fue, la mayoría lo siguió hasta el borde del río y muchos de ellos sucumbiero­n en las aguas. El repaso de la historia y los electores dirán quien se cayó al río y quien no. En síntesis, quien sobrevivió.

LAS MENTIRAS DEL FLAUTISTA

Según un análisis del The Washington Post afirma que el flautista “tardó 827 días en superar las 10.000 afirmacion­es falsas y engañosas, lo que da un promedio de 12 afirmacion­es falsas por día”. Pero, por ejemplo, el 9 de julio, solo 440 días después, el presidente cruzó la marca de las 20.000, un promedio de 23 reclamos por día durante un período de 14 meses. Y las mentiras continuaro­n hasta su última melodía al pie de su vuelo oficial final. El flautista no solo vivía de fabulas, sino también de las mentiras.

El flautista de Washington llevó a todo (o casi todo) el centenarío partido republican­o (fundado en 1854) al río o al abismo. Lugar de donde les va a costar muchísimo sacar la cabeza debajo del aguar o trepar el acantilado.

Además de hundir a su propio partido llevó de las narices a sus seguidores a atacar la casa del pueblo, el mismo Congreso de los Estados Unidos. Luego de los desmanes que se produjeron el 6 de enero en el exteríor e interíor del edificio más de 200 de ellos fueron detenidos (y habrá más). En el momento de la detención en distintas partes del país, la sonrisa de estos energúmeno­s se había borrado. Y para peor, el flautista ya no está sentado en el Salón Oval y no les podrá firmar ningún indulto. Con lo cual, esos seguidores tendrán que enfrentar el martillo de la ley.

De acuerdo a la agencia AP, “los fiscales han acusado a más de 120 personas, hasta el jueves (21 de enero), y han tomado medidas para presentar cargos más graves, incluido acusar a un grupo de presuntos atacantes de conspiraci­ón. Los cargos van desde ingresar ilegalment­e a los terrenos del Capitolio de EE. UU. hasta agredir a la policía (uno de los oficiales murió), y algunos acusados enfrentan cargos más graves de conspiraci­ón o amenaza a un funcionarí­o público”. Como podemos apreciar, las acusacione­s no son vagas y las sanciones deberían ser ejemplific­adoras por el bien de este gran país.

El flautista ya se fue, pero su melodía final fue “volveremos”. Espero que ese deseo no se cumpla.

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