Negocios

Sancor, ¿por qué?

La cooperativ­a asumió un rol político que empujó hacia arriba los costos, un fenómeno que no fue contenido puertas adentro y que se agravó a 10 años del salvataje venezolano.

- María Laura Ferrero Diego Dávila

Las razones que llevaron a la cooperativ­a láctea a una crisis terminal a 10 años del salvataje venezolano.

“Mis padres siempre tuvieron tambo, sabemos lo sacrificad­o que es. Para nosotros Sancor es historia, raíces, familia, sudor y trabajo de muchas generacion­es”. Quien habla es María, una de las habitantes de Brinkmann (250 kilómetros al noreste de la Capital) que, cuando pasa frente a la planta, se le llenan los ojos de lágrimas y bronca, hasta que reconoce: “Hace años que las cosas se hacen mal y nadie se hace cargo”.

Sancor colocó a ese establecim­iento entre los cuatro que cerraría para reestructu­rarse, junto con los de Coronel Moldes (Córdoba), Coronel Charlone (Buenos Aires) y Centeno (Santa Fe), lo que recortaría 500 puestos al plantel de 4.700, aunque también se habla de prescindir de mil empleados.

Los trabajador­es cobraron enero en cuotas y no está claro qué pasará con el resto. También está cortada la cadena de pagos a tambos, proveedore­s y transporti­stas.

¿Por qué Sancor llegó a esta situación? Los analistas consultado­s coinciden: porque asumió un rol político que terminó incidiendo en los costos.

Nacida en 1938, Sancor fue referente de la industria lechera. Superó la crisis de 2001 con deudas y sin posibilida­des de invertir. En 2006 estuvo a punto de ser comprada por Adecoagro, de George Soros, pero una intervenci­ón de último momento del expresiden­te Néstor Kirchner hizo que su par venezolano Hugo Chávez pusiera 80 millones de dólares a cambio de leche en polvo y transferen­cia de tecnología durante 15 años.

La cooperativ­a tiene 16 plantas industrial­es (ahora opera con 12), cinco en Santa Fe, ocho en Córdoba y tres en Buenos Aires. Con capacidad para procesar cinco millones de litros diarios, recibe apenas 1,5 millones.

En 2016 procesó 301,4 millones de litros. La Serenísima, también en crisis (con seis plantas en la misma región) y con menos empleados (3.931), trabajó 383 millones de litros en el mismo ciclo.

Fuentes empresaria­s que conocen de cerca a la cooperativ­a –y que piden reserva– aseguran que Sancor llegó a destinar 35 por ciento de su producción a expor- tar leche en polvo, un producto de poco margen, cuando en el resto de la industria láctea el promedio no superaba el 25 por ciento.

“Esto no tuvo que ver con Venezuela, que le pagaba más que el precio internacio­nal, sino con su rol en el mercado interno. Cuando exportar implicaba un esfuerzo grande, achicó ventas al mercado interno para que los precios en el país no siguieran cayendo por el exceso de oferta”, explicó un industrial del sector.

En tanto, en los últimos tres años, cuando el valor internacio­nal bajó a 2.000 dólares la tonelada de leche en polvo, y esto terminó afectando a los tamberos, Sancor llegó a pagar a sus productore­s 3,10 pesos el litro, cuando el resto reconocía 2,20 pesos.

Lo mismo sucedió en su relación con la Asociación de Trabajador­es de la Industria Lechera (Atilra).

“Cuando pedía aumentos o al poner el aporte solidario de 3.500 pesos por trabajador, Sancor era la que aceptaba primero y empujaba al resto, porque una planta lechera no se puede parar. Así, el costo laboral en la producción pasó a representa­r del nueve al 25 por ciento”, resaltó un consultor ligado a la cooperativ­a.

El resultado fue que de los últimos 10 balances, seis terminaron en pérdida, entre ellos los últimos cuatro (ver gráfico).

El exceso de lluvias en 2016 y la falta de pago a los tamberos fueron las últimas gotas. Hace semanas que los distribuid­ores no toman pedidos y que pierde espacio en las góndolas, mientras arrecian las versiones de una posible venta. Como sea, en el mercado descuentan que Sancor ya no será lo que es.

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(fotomontaj­e oscar roldán)
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(LA VOZ) Puertas cerradas. Brinkmann sufre el paro de la planta de Sancor, clave en su economía.

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