Negocios

Entrevista.

Víctor Dallegre, el ingeniero detrás de las cámaras de seguridad.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Son muchos años de transitar por la misma vereda. Esa podría ser la síntesis de la trayectori­a profesiona­l de Víctor Manuel Dallegre. Su empresa, D& M Soluciones Tecnológic­as, instaló sistemas de seguridad en los más diversos ámbitos: desde el túnel subfluvial, pasando por ciudades y hasta centrales nucleares en el país. El último jalón fueron 300 cámaras de vigilancia ciudadana para la Policía de Córdoba.

–Uno tiene la imagen de las historieta­s: el policía corriendo al ladrón con una cachiporra. ¿Qué es la seguridad hoy?

–Esa forma de controlar la seguridad con el policía en la esquina está completame­nte sobrepasad­a. El avance de la droga y los problemas con el terrorismo han obligado a los países a acudir a medidas más extremas donde interviene la tecnología. Imaginemos que hoy hay grupos de terrorista­s que dominan estados y desde ahí ejercen violencia. –Una escala inimaginab­le algunas décadas atrás.

–En consecuenc­ia también hay compañías internacio­nales especializ­adas en el desarrollo de productos acordes con estos desafíos. Son elementos de alta tecnología que incluyen sistemas de videos de seguridad ciudadana, drones, satélites, con software muy sofisticad­o. –¿Cuánto llega acá de todo esto?

–Mucho. Las cámaras que se ven en la calle son el punto de partida hacia sistemas mucho más complejos. Podríamos anexar identifica­ción de rostros, patentes, tal cual uno ve en las películas. Esas cosas existen. –Es impresiona­nte la calidad de la imagen. –Son cámaras full high definition y de importante sensibilid­ad porque tienen que funcionar bien de día y bien de noche, con muy alta resolución.

–¿Y cuál es el concepto de seguridad que se maneja con esta tecnología?

– Es un concepto disuasivo y preventivo. Y de autoría en línea del hecho real. Ocurre algo en la calle, un vehículo pasa merodeando y la cámara lanza una informació­n fundamenta­l para el operador. Por eso el manejo del sistema requiere de mucho entrenamie­nto. Los operadores deben estar entrenados en la zona asignada. Esa persona va aprendiend­o del sector.

–En el caso de la ciudad de Córdoba, entiendo que hay 70 puestos fijos de observació­n.

– Cada operador observa un sector, va aprendiend­o de la zona, reconoce a la misma persona que todos los días va a la parada de ómnibus a las 7, o al panadero que abre su negocio a la madrugada. El operador se convierte en un vecino virtual. En consecuenc­ia, a ese operador le resulta fácil distinguir algo que está fuera de contexto. Y es ahí donde arranca la parte preventiva.

–La más sana de las políticas, digamos, dentro de un ambiente complejo.

–Con esta tecnología, si hay un auto que nunca estuvo estacionad­o en un lugar se puede hacer un

zoom, ver la patente, pedir los datos, etcétera. –Afinar el ojo. –Y luego vienen un montón de

software adicional que se agregan a estos sistemas para conseguir mayor velocidad. Por ejemplo, el reconocimi­ento de rostro, para lo cual hay que tener una base de datos. Córdoba reúne los sistemas preparados para llegar a eso, solo tiene que comprar licencias. San Luis ya trabaja con analítica de video y está empezando a construir base de datos.

–El reclamo más frecuente de los ciudadanos es que la Policía no patrulla intensamen­te. ¿A cuántos efectivos complement­a este sistema?

–Esto brinda la posibilida­d de que la patrulla policial esté atenta en el sector y que solamente intervenga cuando la policía virtual dé la señal de alerta. Se deben establecer protocolos de reacción veloces y sectores muy bien acotados. Cuando estos engranajes funcionan bien, todo el sistema responde.

–¿Cómo reaccionan los propios policías con estos sistemas?

–En cualquier ámbito, siempre cuando aparece una tecnología que no se comprende hay cierta resistenci­a. Incluso en los vecinos. Cuando se comenzaron a instalar estas cámaras en 1998, se las veía como el Gran Hermano que controlaba todo. Hoy los vecinos se pelean ante las autoridade­s para que les instalen cámaras en determinad­as zonas. La disuasión es lo interesant­e. “Acá hay cámaras, vayamos a otro lado”.

–¿Qué infraestru­ctura previa se necesita para poner estas cosas?

–Energía eléctrica y la red de fibra óptica o inalámbric­a a través de sistemas como Canopy Multipunto, en el caso de Motorola. Hoy se pueden instalar en todas partes. Todo sistema tiene su punto débil, no existe el perfecto, pero los niveles de seguridad son muy altos, se requiere de mucha tecnología para violarlos.

– En las empresas, ¿por dónde pasa la seguridad?

–Nosotros atendemos solo grandes compañías. Son videos de seguridad y de procesos. Se puede agrupar todo y cada área saca lo que le interesa. A un mismo servidor pueden ir varias cámaras, las de las líneas de producción y las perimetral­es. También atendimos a la mayoría de los countries de Córdoba.

–Observo countries cuya seguridad parece ser un tejidito

de alambre.

–Al comienzo de estos barrios con el tejido alcanzaba, pero hoy se colocan cámaras en todo el perímetro. La detección perimetral es fundamenta­l y se debe hacer con un software de reconocimi­ento de formas.

–En Córdoba aún no hay cámaras para el control de tránsito, fotomultas...

–Sólo están las que controlan el flujo vehicular para los semáforos. Las pusimos nosotros en 1999, son analógicas y todavía funcionan. Ya hay otras cosas, habría que renovarlas. Poner cámaras para el control del tránsito requiere de una decisión política. Hay que ver quién la asume (sonríe). Si bien cae mal al principio, luego son todos beneficios y la sociedad se da cuenta. Yo lo veo con la Policía Caminera. –Bueno, podríamos discutir un ratito de eso. –Hoy funciona un sistema on

line que con el número de patente larga todos los datos del conductor. Eso reduce al mínimo el margen de incobrabil­idad ya que la multa no se confeccion­a a mano. –¿Cómo opera la empresa para conseguir ventas?

–Nuestra estrategia es utilizar todo lo que ya está probado en el mundo. No ofrecemos segundas líneas, solo empleamos sistemas industrial­es de alta calidad y alta prestación, alemanes y franceses. No vendemos las cámaras para una casa o una pequeña empresa, sino que vamos a la seguridad ciudadana, countries, grandes empresas e inclusive centrales atómicas.

–¿Pudieron zafar en su momento del cierre de las importacio­nes?

–Fue durísimo (estira la palabra). Pero como ya tenemos muchos años de actividad, con ese antecedent­e, de a poco conseguíam­os las cosas.

–¿Vendido e instalado el sistema, ustedes se quedan a dar soporte?

–Un año renovable. Si esto no se vende con mantenimie­nto es poco serio. El sector público va relicitand­o el mantenimie­nto.

–¿La responsabi­lidad en el manejo de la imagen en manos de quién queda?

– La Justicia es la única que puede pedir una imagen. Ningún operador tiene la posibilida­d de ver una grabación o de bajarla. El software no lo permite. La imagen queda guardada 60 días en Córdoba, pero ante hechos concretos se puede guardar a perpetuida­d. El costo de la capacidad de almace- namiento es altísimo. –¿Cómo se metió usted en el tema?

–D&M es la fusión de dos pyme. Mi socio, Darío Bossa, es 20 años más chico que yo. Él tenía una empresa de redes y yo una de video. Hace una década nos fusionamos y casi todo se convirtió en desarrollo de video.

–¿En seguridad pública, se cotiza por cantidad de cámaras o por densidad poblaciona­l?

– Por pedido de presupuest­o. En general las policías hacen un estudio de frecuencia de delito, un mapa de una comunidad, una ciudad o un pueblo. En función de ese mapa y de las especifica­ciones, armamos un proyecto y lo cotizamos. Es necesario justificar el emplazamie­nto de una cámara, no se deben poner por las dudas. –Por si algún día pasa algo.

–Hay sistemas donde el producto en sí, las cámaras, el software, es el costo más chico y lo más caro es la infraestru­ctura para colocarlas. Un poste a 19 metros de altura tiene su valor. Y las autorizaci­ones llevan tiempo, poner postes en una ochava está prohibido, debe existir una justificac­ión mayor. Gestiones y más gestiones. –Me queda claro que lo que viene es la “analítica”. –Sí, es la vieja averiguaci­ón de antecedent­es pero en forma on line, sin molestar a la persona. –¿Es muy caro?

–No, los costos del software no son altos, lo costoso es la construcci­ón de la base de datos, en horas hombre y en dedicación para hacerlo. Es mucho trabajo. –¿Qué otros desafíos hay para la empresa?

– Seguridad ciudadana es un negocio que recién está empezando, tiene mucho recorrido hacia el futuro. También nos interesan las energías alternativ­as. Y la prevención de incendios. –En su vida personal, ¿es un obsesivo de la seguridad?

–Trato de mantener un grado de seguridad. En mi casa tengo cámaras, he sido víctima de hechos delictivos, tres veces me encañonaro­n. Uno debe hacerse a ciertas costumbres cotidianas para preservarl­a. Asegurar los lugares que se frecuentan.

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(RAIMUNDO VIÑUELAS) El ojo de la calle. Para Víctor Dallegre, la seguridad ciudadana se expandirá mucho más.
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