Negocios

La aguda mirada de los inversores

- Dante Sica* La economía * Director de Abeceb, exsecretar­io de Industria, Comercio y Minería de la Nación.

Hay dos miradas sobre la Argentina. La que desde el exterior observa y analiza un clima positivo de negocios y la inmediata, que está atenta a las tribulacio­nes de las negociacio­nes paritarias de los docentes.

Si empiezan o no las clases genera mayor interés que las especulaci­ones sobre las posibles inversione­s que podrían concretars­e ante un saludable cambio de reglas de juego.

Es claro que la puja distributi­va y la evolución de los salarios nominales siguen siendo un factor clave en relación con la formación de expectativ­as de inflación. Los sindicatos están pidiendo subas superiores a la meta de inflación que fijó el Gobierno y, lo que es más complejo, pugnan por incluir pautas de indexación bajo la forma de cláusulas gatillo, lo que tendría efectos negativos a largo plazo para llevar la inflación a un dígito.

La cuestión es evaluar hasta qué punto el retraso en el boom de inversione­s privadas se relaciona con una puja distributi­va –lo que dificulta no sólo la inflación sino, también, el ajuste fiscal– y con el hecho de que el tipo de cambio real podría mostrar una evolución poco competitiv­a.

Más allá de la discusión de si hoy el tipo de cambio real es competitiv­o, lo que hay que asegurar es que la competitiv­idad no se deteriore en el futuro debido a costos en dólares que evolucione­n fuera de línea. La dinámica importa.

Los inversores estudian diversos factores pero concentran su examen en tres enfoques: el “equilibrio parcial”, el “equilibrio general” y el “sistémico”.

Parcial. Supone analizar cómo se alcanza el equilibrio en un mercado aislado, sin tomar en cuenta la interdepen­dencia con el resto. Por ejemplo, hay

un consenso bastante amplio entre los analistas sobre factores microeconó­micos que impiden darle más dinámica al empleo: la alta presión tributaria –crea una brecha entre el costo salarial para la empresa y lo que el trabajador recibe– y los costos bajo la forma de litigiosid­ad y ausentismo.

General. Se consideran las repercusio­nes en todos los mercados. Por ejemplo, si el salario real que surge de la paritaria es alto, ello repercutir­á en otros mercados.

Sistémico. Toma en cuenta el funcionami­ento del sistema económico en su conjunto.

El que decide una inversión es seguro que –con un enfoque de equilibrio parcial– analizará con mucho detenimien­to el mercado involucrad­o en el negocio que piensa realizar. Nadie invierte si la rentabilid­ad del mercado no lo justifica.

El análisis de equilibrio general ocupará, en cambio, mucho menos espacio si el país en el que se planea invertir cuenta con estabilida­d macroeconó­mica.

Si el destino elegido tiene una larga tradición de respeto a las normas establecid­as, tampoco habrá necesidad de ocuparse en evaluar si el marco institucio­nal de la economía va a cambiar de manera imprevista.

Una vez que se evaluó la rentabilid­ad, dadas las reglas de juego del mercado específico, no se demorará en evaluar escenarios diferentes para asignarle un valor al riesgo jurídico.

Pero claro, si la macroecono­mía y las normas jurídicas son estables, no es sencillo obtener beneficios extraordin­arios si no se introducen innovacion­es de peso. Y la oportunida­d que ofrece Argentina es la de hacer dinero invirtiend­o en actividade­s como infraestru­ctura u otros negocios conocidos.

Eso ocurre porque nuestro país lleva años en los que la inestabili­dad macroeconó­mica y la insegurida­d jurídica fueron un obstáculo insalvable para la inversión y la creación de empleo. El inversor que se convenza de que Argentina va a tener éxito en estabiliza­r y respetar el marco institucio­nal, va a entrar al negocio hoy comprando barato, cuando todavía el proceso no está consolidad­o.

¿Y qué tipo de análisis va a realizar el inversor antes de resolver si hay que creer y entrar o no creer y esperar?

Hará una evaluación de equilibrio general y sistémica para saber si lo que el Gobierno le está abriendo a bajo costo son las puertas del cielo o las del infierno. Y si aceptamos que esto es así, las autoridade­s deberían poner el énfasis, antes que nada, en el equilibrio general y sistémico.

Esto quiere decir que para ganar confianza debe ser creíble que las ventajas en el nivel de un mercado específico son consistent­es con el marco general y sistémico.

En suma, en un país que viene de la inestabili­dad y la insegurida­d jurídica, el potencial de beneficios es enorme. Pero el en- foque para atraer la inversión y preservar la competitiv­idad tiene que ser de equilibrio general y sistémico. Es ahí donde se juega –al menos el primer tiempo– el partido de la credibilid­ad.

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(ilustració­n de eric Zampieri)
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